María Zambrano: filosofía y poesía
¿dos modos de ser tan distinto?
 
criticon-zambrano.jpgPensar la vida sin dejar de vivirla fue para Maria Zambrano el punto de partida para una nueva forma de hacer filosofía. Filosofía entendida como anhelo del amor. Su pensamiento encuentra  base en la idea de que la teoría no sustituye a la vida, el concepto no suple la existencia, de ser así, estaríamos ante un discurso pobremente teórico. El hombre hace en la vida, es en la vida porque aquí también hay logos, el mundo se abre como lenguaje. La pensadora no mutila al hombre ni lo convierte en razón toda, pues sabe que también en la sensibilidad hay un lenguaje sagrado que está en la parte más intima, ahí donde se guarda lo sensible y lo profundo, ahí generamos sentidos.
 

No. 60 / Junio-julio 2013


María Zambrano: filosofía y poesía
¿dos modos de ser tan distinto?

 
 
 
 
Trataré de descubrir que la filosofía y el
Arte de comprender un poema, tan
Repetidamente tenidos por antitéticos, están
Por el contrario en la más estrecha unión.

T. Baumgarten
Reflexiones acerca de la poesíaoe
 
 
 
criticon-zambrano.jpgPensar la vida sin dejar de vivirla fue para Maria Zambrano el punto de partida para una nueva forma de hacer filosofía. Filosofía entendida como anhelo del amor. Su pensamiento encuentra base en la idea de que la teoría no sustituye a la vida, el concepto no suple la existencia, de ser así, estaríamos ante un discurso pobremente teórico. El hombre hace en la vida, es en la vida porque aquí también hay logos, el mundo se abre como lenguaje. La pensadora no mutila al hombre ni lo convierte en razón toda, pues sabe que también en la sensibilidad hay un lenguaje sagrado que está en la parte más intima, ahí donde se guarda lo sensible y lo profundo, ahí generamos sentidos. La crítica que hace a la idea de razón fue sin duda certera, para Zambrano la razón no es la única que da cuenta de nosotros, pues pensar es también descifrar lo que se siente, subrayando así  la subjetividad de la vida interior. La filosofía nace de del dar cuenta de nuestras angustias y esto no se plantea en términos de racionalidad, para  la pensadora la filosofía es una forma de comprensión que tiene como objeto la vida, por ello, esta idea de razón debe ser superada, el hombre no vive sólo de modo racional porque el pensamiento piensa de forma discontinua, esta discontinuidad es permisible por el ritmo del corazón.

Otro acierto que reviste de autenticidad la obra de Maria Zambrano radica en que encontró expresiones filosóficas en textos que no lo son propiamente, para expresar su filosofía buscó un lenguaje otro que no era el filosófico, privilegiando la lengua cotidiana. Maria Zambrano pensó su tradición para darle legitimidad, lo hizo desde una tradición diferente y marginada: en la micro historia de la filosofía. Esta herencia determinó su manera de pensar, englobando las pequeñas y las grandes tradiciones llegando así a un enriquecimiento y con ello a una determinada idea de filosofía como son "los saberes del alma" o "saberes de conmoción" y "el descenso a lo inferos". "La razón poética" es su mayor propuesta.

Leer a Zambrano es hacer una lectura de la diferencia, desde lo múltiple. Lo anterior nos lleva a una visión diferente de pensar la filosofía.

Filosofía y poesía es el relato de la historia de la filosofía, un intento de pensarla para encontrar cual es la relación entre ésta y la poesía; la nota distintiva entre ambas es la discursividad, las dos son logos y su historia es de  confrontación con ese otro discurso que puede verse como antitético o semejante. Puestas frente a frente el otro discurso será lo diferente. En este libro encontramos que la filosofía se pregunta por su especificidad en relación a la poesía, la peculiaridad de ello radica en que Maria Zambrano hace esta historia desde la comprensión, saber tratar con el otro, su historia no se hace desde argumentos filosóficos.

En cada discurso hay una apertura de la realidad, cada discurso es el otro discurso; filosofía y poesía son discursos que tienen las mismas pretensiones: abrir al mundo y ser la palabra poyetica, las dos son formas de tratar con lo otro. La problemática empieza en los  parámetros de exclusión sin embargo, la diferencia está en como tratamos la realidad, la poesía es un saber por donación, la filosofía es la búsqueda, ambas son dos maneras de estar en la realidad, brotan de la existencia y hacia ella regresan. Generan visiones del mundo distintas, ideas de la existencia del mundo y del ser.

En La República ejecuta Platón uno de los ataques más violentos que se han llevado a cabo contra la poesía y contra el despliegue de pasiones que fomentan las estrategias discursivas del poeta, Platón indica que el antagonismo entre ellas se centra en el tipo de sabiduría y de representaciones que proporcionan. El lenguaje que emplean los poetas oculta la verdad, ya lo dirá en Ion: “Las cualidades necesarias para ser verdaderamente sabio. La primera es, si bien recuerdas, el amor a la verdad, que debes buscar en todo y por todo, por ser absolutamente incompatible con el espíritu mentiroso la verdadera filosofía”1, por ello cuanto más poéticas sean las palabras más nocivas resultan, en consecuencia, no hay lugar para el poeta en la ciudad ideal que diseñara Platón. El poeta es el mentiroso.

Desde aquellos lejanos tiempos en los que la filosofía arrebató el logos a la poesía, la historia ha sido la historia de la confrontación, la historia en la que la  poesía fue puesta en la antesala. La dolorosa separación de dos hijas nacidas de una misma raíz. Todo esto ocurrió en aquellos lejanos tiempos en que el ser cognoscente que propulsó la filosofía platónica fue una mente sin cuerpo y sin pasiones, a la que la muerte, como anulación de lo corpóreo, le parecía el último peldaño a pisar en su ascensión hacia la verdad, “Así Platón en su afán por la independencia humana, por hacer salir al hombre del orbe de la tragedia, reunió el contenido humano y lo puso bajo el mando de la razón”2. El carácter luminoso de la palabra, es matiz  revelador de escritura poética, sin embargo, esto ha sido subordinado a todo lo racional, negándole así toda posibilidad, convirtiéndola en la negación de lo humano.

El poema es una careta que oculta el vacío, es la prueba fehaciente de la superflua grandeza de toda obra humana, el poeta es el inspirado y el filósofo es el dueño de su razón. La filosofía es la búsqueda, la poesía es la donación, “el poeta tiene lo que no ha buscado y más que poseer se siente poseído, la filosofía es incompatible con el hecho de recibir nada por donación, por gracia”3. En este contexto resulta difícil vivir la esencia de la poesía por la vía cordial sin que la razón hunda en ella su garra. Mucho le ha costado a la poesía decir yo soy, sin que la monumental filosofía la cubra con su gran sombra, ambas llevan precisamente a tratar de ver este mundo que encontramos y en el que nos encontramos, ambas comparten:“El filosofo cuyo pensamiento es conceptual procede también mediante imágenes; el poeta imaginativo, no deja de emplear conceptos”4 poético “es preciso vaciar nuestro ser y dejarlo disponible, enteramente receptivo, para que nos invada el misterio de la poesía y nos abandonemos al imperio del sentir”5.

La poesía es una manera de ver el mundo aún cuando no sea la manera racional de ver y mirar, poco importa cuando se está en trance poético el encadenamiento de las causas y de los esfuerzos hechos para acelerar o retrazar los acontecimientos. Sólo la sensibilidad es la que cuenta; razón y voluntad deben ser relegadas a un segundo plano para poder alcanzar lo Sentir no ya entendido como negación de la razón, porque sentir para Maria Zambrano es humano, en consecuencia poetizar es, esencialmente, fundar el ser en palabras.

El poema no es una forma literaria sino el lugar de encuentro entre la poesía y el hombre. Poema es un organismo verbal que contiene suscita o emite poesía, forma y sustancia son lo mismo. La historia del hombre podría reducirse a la de las relaciones entre las palabras y pensamiento. Nietzsche en su crítica de los valores enfrentándose a las palabras: ¿Qué es lo que quieren decir realmente virtud, verdad o justicia? Al desvelar el significado de ciertas palabras sagradas e inmutables, precisamente aquellas sobre las que reposaba el edificio de la metafísica occidental minó los fundamentos de esa metafísica. Toda crítica filosófica se inicia con un análisis del lenguaje.

Hasta aquí consideramos oportuno hacer un cuestionamiento y una observación: La filosofía había afirmado que la poesía es un instrumento grosero incapaz de asir la realidad. Ahora bien, ¿es posible una filosofía sin palabras? los símbolos son también lenguaje, aún los más abstractos, deben ser explicados y no hay otro medio de explicación que el lenguaje. La palabra es el hombre mismo porque estamos hechos de palabras. Ellas son nuestra única realidad o, al menos, el único testimonio de nuestra realidad. No hay pensamiento sin lenguaje, ni tampoco objeto de conocimiento: lo primero que hace el hombre frente a una realidad desconocida es nombrarla, bautizarla, “las palabras no viven fuera de nosotros. Nosotros somos su mundo y ellas son el nuestro. Para apresar el lenguaje no tenemos más remedio que emplearlo. Las redes de pescar palabras están hechas de palabras”6. El lenguaje es una condición de la existencia del hombre.

En el lenguaje hay poesía y en estos el hombre se reencuentra con los otros y se encuentra consigo mismo. Es hombre gracias al lenguaje, gracias a la metáfora original que lo hizo ser otro y lo separó del mundo natural, “El hombre es un ser que se ha creado a sí mismo al crear un lenguaje. Por la palabra, el hombre es una metáfora de sí mismo”7. La imposibilidad de confiar al puro dinamismo del lenguaje la creación poética se corrobora apenas se advierte que no existe un solo poema en el que no haya intervenido una voluntad creadora. Sí, el lenguaje es poesía y cada palabra esconde una cierta carga metafórica dispuesta a estallar, pero la fuerza creadora de la palabra reside en el hombre que la pronuncia. El hombre pone en marcha el lenguaje.

De lo anterior podemos deducir que la poesía no puede ser considerada como sustitución de la vida; sólo la comprendemos como la iluminación de la existencia humana y del universo, es una revelación del ser por vía vivencial singular, única e irrepetible. Más que pensar sobre el ser y las cosas, el poeta contempla el ente concreto, lo ilumina y lo plasma imaginativamente en la palabra, no trata como el filósofo, de afilar y determinar las palabras para convertirlas en conceptos del mayor rigor y precisión posibles , sino de trastocar el lenguaje tópico para llegar a una metafísica del sentimiento. Mientras el filósofo revisa el lenguaje de cuanto pueda tener de imagen, el poeta busca la imagen adecuada para expresar su sentimiento singular y entonces la poesía se convierte en  conocimiento, salvación, poder, abandono. Es una operación capaz de cambiar al mundo porque es un ejercicio espiritual, es un método de liberación interior. La poesía revela este mundo; crea otro. Aísla, une, en la poesía el hombre encuentra, en palabras de Paz “el poema es un caracol en donde resuena la música del mundo y metros y rimas no son sino correspondencias, ecos, de la armonía universal, encuentro con todo”8.

criticon-zambrano-02.jpgAhora bien, hasta aquí hemos intentado demostrar que la poesía nos hace asequible lo humano, sin embargo en Filosofía y poesía Maria Zambrano nos demuestra que esto no ha sido así, ya que, si queremos ganar lo humano es desde aquello que podamos dominar, esto es: la razón. En la poesía no hay razón sólo delirio, pero un delirio capaz de crear discursos ordenados, tan coherentes como el discurso filosófico; el otro del delirio es el otro atenuado de la razón, así entonces, el discurso poético no es el verdadero. Eso es exclusivo de la filosofía.

Y es en este andar es en el que la filosofa descubre  en la literatura los arquetipos del alma porque existir es contarse una historia, esto está revelado en la literatura narrativa, los personajes representan modos de ser del ser humano es ahí donde está la existencia. En ella se refunda la filosofía porque representa esa otra parte del ser humano. La literatura es el pensamiento en el que volcamos lo que hemos querido ser.

La ficción narrativa como reveladora del Pathos Trágico de la humanidad se convierte en dilucidadora de la verdadera condición del ser humano, criatura abandonada. Es así como para adentrarse en la herida de la conciencia humana, en la búsqueda incansable e inalcanzable de la verdad, acude a la poesía y al relato, reconociendo como elemento nuclear de una nueva estética a la metáfora, exigiendo un dialogo lúcido entre filosofía y narración. La recuperación del relato como revelador de la verdad individual del destino trágico de la humanidad, supone otorgar a la ficción narrativa luces de verdad y no de verosimilitud o de aquello que tiene apariencia de verdadero, que puede serlo y que es creíble, como afirmaba Aristóteles en su poética.

Consideramos importante aquí hacer mención del mito. En los orígenes de la humanidad el mito fue el relato, la forma de narrar, fue discurso de verdad cuyo valor cognitivo se basa en géneros y universales fantásticos, en metáforas, en figuras poéticas. El mito se convierte en el lugar donde se accede originariamente a la verdad, en una poderosa arma de la inteligencia para referirse a lo real, “es un instrumento capaz de incorporar a la conciencia lo heterogéneo, lo plural y la diferencia”9. Mircea Eliade mantuvo en nuestro siglo la misma visión renovadora del mito, advirtiendo que este no es la historia falsa o la fábula alegorizante del racionalismo sino relato simbólico, mediante el cual el ser humano de las sociedades arcaicas ejercitó la conciencia de su propia vida e historia.

Los mitos y los poemas arcaicos son logos y razón que funcionan para crear un código humano que responda a los temores y a la ansiedad que emerge en el ser al deambular por el tiempo de la metamorfosis continúa, donde todo es caducidad y efímera capacidad de realización.

Dicho de otra manera, la síntesis entre el logos poético y el logos filosófico, en un principio inconciliables, se resuelve en la palabra, ahondando en sus raíces, en su germen oscuro porque aún filosofía y poesía son una misma cosa, porque “toda contradicción se resuelve dice Zambrano ahondando, penetrando en el subsuelo, donde las raíces se entrecruzan y confunden”10. A  este fondo oscuro de donde brota Filosofía y poesía la pensadora lo llama lo sagrado. El místico desciende a esos infiernos y emerge de ellos gracias a la palabra. La palabra es el puente tendido entre lo místico y lo racional. Por ello dirá Ortega “es curioso y paradójico que en todos los lenguajes del mundo los clásicos del idioma, del verbo hayan sido los místicos”11.

Zambrano estudia la palabra fundamentalmente en su estado naciente, en su momento auroral, cuando apunta aún revestida de un sentir inexplicable, en los estertores mismos del parto a punto de romper el cordón umbilical que le une con lo inexplicable.

La palabra se acuna en la noche. “Todo lo que se dice nace, como la luz que vemos, de una placenta de sombra”12, De los fondos obscuros del alma, o, en palabras de Zambrano, “de los inferos inagotables del alma”, que la filosofía tornará luz, ya desprendida de la obscura placenta.

Para la filosofa hay algunas palabras que asumen un papel preponderante en la historia del pensamiento, “claves de arco que sostienen como atlantes la arquitectura cultural de una época. Sin ellas una generación se sentiría perdida, sin puntos de referencia, que sirven de coordenadas para estructurar el sentido de su existencia”13. Cada época, cada cultura, cada giro en el pensamiento quedan marcados como hitos en el camino por las palabras privilegiadas en un tiempo histórica determinado.

Con lo anterior intentamos demostrar la importancia capital de la palabra, palabra como develadora e instauradora de sentido. La poesía es sin duda el vehículo que permite que el hombre entre en contacto vital y espiritual  porque el poema nace de una emoción para convertirse en una construcción, por ello hay que darle a la palabra un sentido mucho más rico que el que suele darse, la palabra es la materia prima del poeta, mediante ellas ritmos, cantos, ritos, sentimientos, imágenes, conceptos, el poeta dice justamente aquello que necesita de nuestra atención mayor: vida, muerte, amor, inmortalidad, divinidad. La poesía es siempre religiosa.

Platón expulsó a la poesía de la ciudad ideal, al hacerlo la confinó, pero en ninguna manera apagó su luz. Él mismo sería el poeta filósofo y más tarde Maria Zambrano en su obra Filosofía y poesía le dirá al mundo que ellas son hijas de una misma raíz, ambas conforman al hombre; de dividirlas se divide un todo, se mutila. El poema nos revela lo que somos y nos invita a ser eso que somos, un don por gratuidad que indefectiblemente conduce al hombre hasta sí mismo, el camino es diferente al de la filosofía, sin embargo el fin es el mismo.

Filosofía y poesía es sin duda el testimonio del amor a la palabra, es una obra que apuesta por un hombre completo y por eso humano al afirmar que no es puramente razón: es ser y valer, odio y amor simpatía y diferencia. Maria Zambrano sabe que la poesía es participación, comunión del poeta con el mundo, comunión del hombre con el poeta, comunión del hombre entre sí. El poema es un punto de referencia. En el se miran los mundos interiores, en el poema reflejamos nuestras semejanzas y nuestras diferencias, espejo transparente. Así la universalidad del poema es inversa a la universalidad de la lógica. En la poesía el hombre se encuentra porque también ella es una forma de decir al mundo. Y aunque se halla pretendido perdida fue a pesar de Platón ganada, ganada por y para el hombre.



1  Platón, Diálogos, México, Porrúa, México, 1996, P. 537.
2  Zambrano, María, Filosofía y poesía, México, FCE, 2001, P. 32.
3  Ibíd., P. 41.
4  Xirau, Ramón, Poesía y conocimiento, Cuadernos de Joaquín Mortiz, México, 1978, P. 14.
5  Del Valle, Fernández, ¿Qué es la poesía?, FCE, México, 2002, P. 22.
6  Paz, Octavio, Obras completas El arco y la lira, FCE, México, 1998, P. 58.
7  Ibíd. , P. 61.
8  Ibíd. , P. 41.
9  Zacarés, Amparo, Filosofía y poesía, Novatores, Valencia, 1998, P. 26.
10 Zambrano, Maria, Filosofía y poesía, P. 48.
11 J.M. Ortega y Gasset, ¿Qué es filosofía?, Revista de Occidente, Madrid, 1969, p. 112.
12 M. Zambrano, Sueño y verdad, Espasa-Calpe, España, 1981, P. 130.
13 Muñoz, Ortega, Introducción al pensamiento de María Zambrano, FCE, México, 1994, P. 117.