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portada-espanola.jpg Antología de la poesía española en la segunda mitad del siglo XX
Álvaro Salvador y Érika Martínez (selección y notas). Introducción de Álvaro Salvador
UNAM, 2011

Por Juan Carlos Abril
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No. 59 / Mayo 2013


 

Para los lectores de cualquier género, pero especialmente de poesía, no hay mejor instrumento o herramienta que se conozca que una antología. Las antologías, desde la Antigüedad, han sido famosas y han ido filtrando los autores, los estilos o las corrientes, y por eso hemos podido acceder a un conocimiento que, de otro modo, habría sido imposible. El hombre así ha ido no solo acumulando tradiciones sino clasificando y preservando un material valioso en cuanto heredad. Esa es la labor primordial de las antologías, por tanto, compendiar lo mejor de una generación, etapa o autor, al mismo tiempo que canonizar e ir sentando las bases de lo que quedará en los manuales.

En las últimas décadas, con el precedente de la antología de Gerardo Diego, que sancionaba al 27, luego seguido por todas las generaciones y grupos literarios de los dos tercios restantes de siglo XX, se han ido sucediendo entregas que, de una manera u otra, siempre respondían a esos fines apuntados donde se combinan, no lo olvidemos, intereses para los lectores e intereses para los autores, creándose un diálogo semiótico no solo por todo lo que se recoge en el libro sino también por todo lo que no se dice o no se puede abarcar, ya se conciba como muestra de la totalidad o conscientemente se erija en una muestra más, independiente y autónoma, sin mayores pretensiones. Pero en cualquier caso, debajo de cualquier presupuesto de inocencia siempre late una intencionalidad., y no podría ser de otra manera, como en cualquier gremio o actividad. Lo cierto es que las antologías no pasan desapercibidas y cada día son más imprescindibles a la hora de establecer criterios taxonómicos que vayan parcelando el siempre escurridizo y complicado panorama de la poesía española contemporánea, y ciertamente en las últimas décadas podemos asegurar que hemos asistido a un boom de antologías de poesía sin precedentes, no todas ellas con iguales resultados (también hay que decirlo).

Viene en ese sentido de perlas esta última antología publicada en México, en la prestigiosa colección Poemas y ensayos de la Universidad Nacional Autónoma de México, dirigida por el poeta Marco Antonio Campos, que a buen seguro formará parte de ese granito de arena que se va sumando en el asentamiento del canon, cuidada por Álvaro Salvador y Erika Martínez, introducida por el propio Álvaro Salvador, en una selección amplia y ecléctica donde se recogen autores nacidos entre 1923 (Pablo García Baena, el de mayor edad) y 1979 (Juan Andrés García Román, el de menor edad). Todos ellos, por tanto, han desarrollado su obra a lo largo de la segunda mitad del siglo XX, teniendo en cuenta que los más jóvenes tienen toda la primera mitad del XXI para madurar. Se incluyen también algunos autores ya fallecidos como es el caso de José Ángel Valente o Ángel González, quedándose fuera por motivos de derechos Jaime Gil de Biedma o Carlos Barral, entre otros, que habrían sido a todas luces imprescindibles y que hubieran formado parte si no mediara el copyright, de manera tan desagradable, en todos estos asuntos, pues la poesía debe formar parte del patrimonio universal del hombre y de la lengua española, y no ser comercializada de ningún modo, y más tratándose de un volumen no lucrativo y divulgativo de nuestras letras como este.

Partiendo de la Generación del 50 (pp. 53-150), entre la que se recogen no solo a aquellos autores que incluyó Juan García Hortelano en su famosa antología (aquellos que, repetimos, los derechos crematísticos han dejado), sino también otros de la misma época que se quedaron fuera, como María Victoria Atencia o Carlos Sahagún, se pasa —dentro de esa misma Generación— a una inflexión vanguardista (pp. 151-167) entre la que se encuentran autores como Ángel Crespo o Carlos Edmundo de Ory. Viene después una Generación intermedia (pp. 168-190) y el grupo de los «Novísimos» (pp. 191-245) que más o menos se pueden entender como correlato de esa inflexión, culmen incluso, para dar paso a lo que se conoce como Poesía de la experiencia (pp. 246-388) en la que se integran autores canónicos pero también otros que comenzaron en los novísimos y que luego acabaron reciclándose en la línea clara, como Luis Alberto de Cuenca, y de igual modo podríamos haber dicho de Luis Antonio de Villena, que tras unos inicios ultra novísimos su poesía fue derivando hacia un realismo a veces incluso sucio, coqueteando más con los márgenes de la poesía de la experiencia que con otra cosa. Hay que decir que la Poesía de la experiencia forma el núcleo fuerte de este volumen por justicia literaria, ya que ha sido la corriente más extendida, con mayor duración y repercusiones a lo largo de las últimas tres décadas, entroncando con la Generación del 50, reivindicando a esta precisamente en sus planteamientos.

Sea como fuere, y partiendo de la base de la antología citada de Gerardo Diego, podríamos destacar en el largo repertorio de las colectáneas del siglo XX cierta constante dialéctica enmarcada en el binomio tradición/vanguardia. A partir de ahí los autores, las corrientes y las posteriores antologías que han ido sancionando las generaciones, han ido estableciendo sus planteamientos, ya sea para rebatir el establishment de un momento determinado y derrocarlo, ya sea para reafirmarlo.

Completa este volumen un último apartado titulado Otras poéticas (pp. 389-481) en las que se dan cita autores de variado pelaje y estirpe, voces singulares, jóvenes y no tan jóvenes, que en cualquier caso viene a dar —ofrecer— una visión conjunta de enorme valía de lo que se cuece en la actualidad.

Esta división que hemos esbozado con brevedad pero que recoge casi 70 autores, con trayectorias sólidas y obra reconocida, tiene una utilidad didáctica que nos gustaría resaltar. En su Introducción (pp. 7-49), el poeta y catedrático Álvaro Salvador presenta un panorama con claridad descriptiva y filológica sin renunciar a incursiones de tipo filosófico que relacionan la poesía con corrientes de pensamiento, teorías u otras derivaciones de tipo sociológico o moral.

Por tanto estamos ante un volumen imprescindible para los historiadores de la literatura pero sobre todo para los lectores de la poesía española contemporánea, un volumen de casi 500 páginas que va desde España a México y vuelve de México a España en un diálogo de literaturas y países que forma parte de la vocación esencial de la lengua, nuestra lengua española.