No. 60 / Junio-julio 2013 |
Tengo muchos libros que ya no quiero. A últimas fechas resulta extraño encontrar versos así. Cierto tipo de poesía y cierto tipo de autores, rinden a través de sus poemas homenajes ramplones a escritores consumados, aunque éstos sean pura mentira o snobismo; las referencias metaliterarias se han vuelto predecibles y aburridas. Por ello estos poemas me parecen reveladores, dicen más allá de lo explicitado en los versos. Dicho de otra forma, evidencian la toma de partido de Argel Corpus, lo cual a su vez, desemboca en su poética. Los días pasan y se llevan su lumbre, transparenta el modo en que su autor asume la poesía. Me aventuro entonces, desde una lectura muy personal, a decir que en buena medida, la poesía para Argel está en lo cotidiano, no en la trascendencia metafísica (lo que quiera que signifique eso). Una de las partes más sólidas del libro,-aunque cabe decir que el libro no está dividido en partes, pero muy bien este conjunto de poemas puede formar una sección-, son los poemas sobre Criminal, Argel rescribe y reconstruye a Criminal a partir del mítico asaltante mexicano Alfredo Ríos Galeana. Muy probablemente el lector no sepa que estos poemas están inspirados en A.R.G., yo lo sé porque lo escuché contarlo durante la presentación de su libro. Pero esto no importa, pues sin la referencia los poemas no pierden su sentido. Los títulos son claros: Criminal y la bestia, Frustración de criminal, Criminal imagina su verdadero nombre, Criminal imagina el Apocalipsis, Criminal recuperado, Criminal infinito, Criminal enamorado, Criminal se redime, Criminal herido, Criminal deprimido, Criminal destruido. ¿Cómo es este Criminal? Es un criminal que mira las nubes y muerde higos, un criminal enamorado de una obscura manera, un criminal que no aparece en la escena del crimen, pero que, a pesar de ello, no deja de ser culpable. A través de los poemas el lector puede sentir la tristeza de un hombre solitario, un hombre real y vulnerable. Es inevitable no sentir empatía por un criminal que al final se queda solo y destruido. Existe en los poema una posibilidad mínima de redención, las palabras construyen un mundo que da cabida de manera casi simultánea a lo bello y lo terrible. No obstante, Criminal desprecia la belleza y se queda con su mundo sórdido, quizá el único que conoce. El poema Criminal recuperado ejemplifica lo anterior. Divorciado al fin de toda su mala suerte, De Los días pasan y se llevan su lumbre hay mucho qué decir, por mi parte, he abundado en lo que más me conmovió. Queda en el lector la posibilidad de descubrir las distintas y diversas rutas de lectura. A manera de conclusión puedo decir que este libro me parece una propuesta honesta y bien lograda.
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