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portada-lumbre.jpgLos días pasan y se
llevan su lumbre

Argel Corpus
Taller Ditoria
México, 2012

Por Eva Castañeda Barrera
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No. 60 / Junio-julio 2013



Los días pasan y se llevan su lumbre, el título es inquietante. Lo releo y repito para entenderlo. Pienso que entraña movimiento y fuerza, es poderoso al tiempo que deja un halo de inevitable nostalgia. Es que no podemos obviar el título, de algún modo es la antesala. El dibujo de la portada está hecho con trazos aparentemente indefinidos, pero legibles: un hombre azuzando a un perro. En el rostro de ambos se ve la ira. El color de fondo es anaranjado, lo que intensifica las sensaciones. La edición del libro estuvo a cargo de Taller Ditoria quien se ha caracterizado por el cuidado y belleza de sus ediciones.

A medida que avanza mi lectura, reitero que el poemario de Argel Corpus ha dado un especial lugar a las cosas. El concepto cosas puede resultar ambiguo o filosófico si se quiere. Sin embargo, lo uso aquí como un concepto que engloba los objetos con los que de ordinario convivimos y que por ello, suelen pasar inadvertidos: “asomará sus ojos a los retratos,/ y preguntará el lugar de los muebles;/ nadie jamás recordará el lugar de las cosas.” A través de este verso que hace las veces de reflexión, el sujeto poético deja en claro que hay una necesidad por detenerse y fijar la mirada en los objetos que también dan cuanta de nosotros.

Esta reflexión es constante a lo largo del libro, pero lo anterior cobra mayor sentido si reparamos en los lugares, ¿cuáles son los sitios de los que habla Argel en el poemario? ¿Cuáles los sitios en los que ubica las cosas? En el poema “Hábitat” la voz lírica declara: “decir: es mi cuarto, esta mi puerta,/ aquella mi ventana, y este es el baño.” Los lugares son parte vital del sujeto poético que habita el libro y todo se hace manifiesto a través de un lenguaje claro y directo. No hay metáforas retorcidas o complicaciones lingüísticas que a nada conducen. Lo cual es un acierto para el libro y el lector lo agradece.

Las referencias metaliterarias son también tema para Argel, no obstante, las aborda con desparpajo e irreverencia. Por ejemplo en los poemas, “No Whitman, no” y “Emblemas”. De este último cito un fragmento:

Tengo muchos libros que ya no quiero.
Uno de Bergson. Dos de San Agustín.
Varios de Derridá. Uno más de Hegel.
Tal vez un Heidegger –quizá tenga un Kant.
Libros que se fueron acumulando
porque alguien me dijo que eran buenos o
porque alguien pensó que me servirían.

Nada. Ni uno de ellos lo hizo, nunca.
Y la mayoría me aburrió tanto.
Su lenguaje gris me volvió inseguro,
y sus modo me corrompieron todo.

A últimas fechas resulta extraño encontrar versos así. Cierto tipo de poesía y cierto tipo de autores, rinden a través de sus poemas homenajes ramplones a escritores consumados, aunque éstos sean pura mentira o snobismo; las referencias metaliterarias se han vuelto predecibles y aburridas. Por ello estos poemas me parecen reveladores, dicen más allá de lo explicitado en los versos. Dicho de otra forma, evidencian la toma de partido de Argel Corpus, lo cual a su vez, desemboca en su poética. Los días pasan y se llevan su lumbre, transparenta el modo en que su autor asume la poesía. Me aventuro entonces, desde una lectura muy personal, a decir que en buena medida, la poesía para Argel está en lo cotidiano, no en la trascendencia metafísica (lo que quiera que signifique eso).

Una de las partes más sólidas del libro,-aunque cabe decir que el  libro no está dividido en partes, pero muy bien este conjunto de poemas puede formar una sección-, son los poemas sobre Criminal, Argel rescribe y reconstruye a Criminal a partir del mítico asaltante mexicano Alfredo Ríos Galeana. Muy probablemente el lector no sepa que estos poemas están inspirados en A.R.G., yo lo sé porque lo escuché contarlo durante la presentación de su libro. Pero esto no importa, pues sin la referencia los poemas no pierden su sentido. Los títulos son claros: Criminal y la bestia, Frustración de criminal, Criminal imagina su verdadero nombre, Criminal imagina el Apocalipsis, Criminal recuperado, Criminal infinito, Criminal enamorado, Criminal se redime, Criminal herido, Criminal deprimido, Criminal destruido.

¿Cómo es este Criminal? Es un criminal que mira las nubes y muerde higos, un criminal enamorado de una obscura manera, un criminal que no aparece en la escena del crimen, pero que, a pesar de ello, no deja de ser culpable. A través de los poemas el lector puede sentir la tristeza de un hombre solitario, un hombre real y vulnerable. Es inevitable no sentir empatía por un criminal que al final se queda solo y destruido. Existe en los poema una posibilidad mínima de redención, las palabras construyen un mundo que da cabida de manera casi simultánea a lo bello y lo terrible. No obstante, Criminal desprecia la belleza y se queda con su mundo sórdido, quizá el único que conoce. El poema Criminal recuperado ejemplifica lo anterior.

Divorciado al fin de toda su mala suerte,
Salió un día grisáceo a cortar flores blancas,
encontró crisantemos, arrancó alcatraces,
sintió la frágil resistencia de la flores
y se conmovió, “yo hubiera” empezó y prefirió
tajante
un cartucho quemado, una bala estallada.

De Los días pasan y se llevan su lumbre hay mucho qué decir, por mi parte, he abundado en lo que más me conmovió. Queda en el lector la posibilidad de descubrir las distintas y diversas rutas de lectura. A manera de conclusión puedo decir que este libro me parece una propuesta honesta y bien lograda.


 


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