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portada-lumbre.jpgLos días pasan y se
llevan su nombre
Argel Corpus
Taller Ditoria
México, 2012.

Por Eva Castañeda Barrera
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No. 60 / Junio-julio 2013


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Recuerdo

En las tardes de los sábados,
esos días tan flojos, prendías el radio
y nos sentábamos, medio cómodos
medio cansados, a escuchar
desde los rincones de la sala.

La tarde se nos iba escuchando
y el sol entraba, también flojo
también cansado, por las ventanas
de cristales altos esparciéndose,
contagiándonos de su luz.

Iluminados, durábamos así
una eternidad muy breve.
Y con el cuerpo, a veces reclinado
a veces amodorrado, presentía
un mundo muy terso y sin accidentes.

El mundo de mis diez años.




En el principio

En el principio, además de un sol claro,
hubo un libro de Bestias Fabulosas.
Su encuadernación precaria encerraba
los signos de una anatomía extraña.
Las aves y los peces afeminados;
los toros brutales, antropomorfisados.
Y yo, caminando sobre el pasillo
estrecho, contagiado de sol y sombra,
congeniaba con esa anatomía
anómala de peces, aves y toros.




Criminal se redime

Porque al empuñar mi arma el corazón embrutece,
y porque embrutecido la luz me penetra;

porque las balas rompen mi carne y tímpanos,
y porque mi piel rota no delata a mi alma;

porque en la calle las sirenas gritan mi euforia,
y porque en los gritos tropiezo con mi sombra;

porque en la euforia olvido los límites del cuerpo,
y porque en ese olvido recuerdo que soy carne;

porque al estar sordo y roto soy un vestigio,
y porque siéndolo me percato que soy Uno;

porque la unidad entre arma y puño es mi existencia,
y porque unido me descubro desperdigado;

y porque dividido ignoro lo Absoluto,
por eso me redimo y regodeo en mi Crimen.

 

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