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portada-despues-de-la-noticia.jpg Después de la noticia
José Julio Cabanillas
Metropilisiana,
Sevilla, 2011.

Por Juan Carlos Abril
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No. 60 / Junio-julio 2013



La magia del recuerdo

Para los seguidores de la buena poesía española, la publicación de un nuevo libro de José Julio Cabanillas (Granada, 1958) es más que un acontecimiento. Y efectivamente esta nueva entrega nos ha deparado un buen puñado de poemas llenos de emoción y radiantes reflexiones estéticas. Después de la noticia, editado muy esmeradamente por la emergente Metropolisiana, radicada en Sevilla, se presenta como un libro sencillo y complejo que profundiza en el mundo ya maduro y asentado de Cabanillas. Los retazos de la infancia son fragmentos de un relato a veces casi inacabable que va surtiéndonos de referencias, aventuras y ensoñaciones. La magia que se logra en los momentos cénit del libro, véase por ejemplo composiciones como La carpa de oro (pp. 36-37), es ciertamente impresionante. Así comienza:

Cuando era niño tuve
una carpa de oro en una alberca.
Las tardes de verano,
cuando el agua es de luz y el mundo duerme,
ella sacaba su cabeza al aire
y a bocados pequeños se iba comiendo el sol.
Por eso era de oro. Las horas a su lado
nunca pude saber cuánto duraban.
De pronto, anochecía. Es que ella guardaba
el sol en una cueva bajo el agua.

Mezcla de fantasía y realidad, no solo se trata de un recuerdo de infancia, sino de una ensoñación de la infancia, una “galería” al modo antoniomachadiano, y ese personaje infantil nos lo relata: el hombre adulto es solo un filtro que nos deja entrever aquel mundo de plenitud y dicha, de asombro y misterio siempre renovado. Sin duda en este libro de Cabanillas, este tipo de “momentos” o estados de ánimo, son los más logrados, consiguiendo transmitirnos la verdad sagrada de la infancia, la del que mira el paso del tiempo con melancolía (pero sin recrearse), aceptando al mismo tiempo que la muerte está en cualquier rincón esperándonos. En ese sentido, el estoicismo de Cabanillas —elegiáco y sobrio perceptible en ciertos pasajes— nos ofrece resignación, pero al mismo tiempo rebeldía en tanto que fruto de una revelación existencial, una voluntad de vivir que nos empuja como fuerza motriz. Si atendemos al título, Después de la noticia remite al poema de Jaime Gil de Biedma Después de la noticia de su muerte, que aludía a la muerte de Cernuda, por lo que observamos una presencia muy activa de la muerte como una advertencia inicial. Y de hecho así se abre el poemario:

Después de la noticia

Hoy la calle parece, en realidad, un sueño.
Nadie tuvo jamás unos dedos tan dulces
como estos de la luz que va y descorre
las nubes y se asoma.
Con su varita de virtud
da un toque y… Érase una vez
en una calle, un hombre al que un pájaro verde
le dijo: «Hay un tesoro. Ven conmigo y verás.»
Y caminaron juntos todo el día.

Y tuve que cruzar mi vida entera
para ser ese hombre, hoy que me acabo. (p. 11)

En efecto, revivir el mundo de la infancia tiene un riesgo desde el mismo momento en que se ponen en marcha los mecanismos de la rememoración y entra, además, a funcionar toda la elaboración de la fantasía en el poema. José Julio Cabanillas funde, por cierto, como ningún otro autor contemporáneo el artificio desde la naturalidad, volviéndolo casi invisible, presentándonos un poema sin costuras. Y no hay descreimiento posmoderno. Los poemas de Cabanillas nacen desde la inocencia del creador moderno que no mira de reojo cualquier palabra, que no está pendiente de dobleces, que no está preguntándose por el sentido oculto de una frase y que, también, no se preocupa por cuestiones de estilo superfluas o de superficie (por ejemplo cuando no evita alguna asonancia). Ese feísmo formal consciente dice mucho de esta poesía palpitante, que se encuentra más del lado del contenido que de las formas, y que se centra en la creación como fin y no como medio. El proceso no le interesa para nada, sí el resultado. En ese sentido Cabanillas es un poeta que más ignorar la vanguardia, la contempla desde la asimilación y desde la elección de un modo de estar en el poema. Por eso, los continuos intertextos hacia el mundo clásico, hacia Garcilaso de la Vega o san Juan de la Cruz, están muy presentes, y el objetivo de esta poesía no es más que impresionar desde la emoción, pulsar esa tecla que nos hace sentirnos humildes y conmovidos. Eso es, sin duda alguna, en lo que consiste la lírica, y nos encontramos ante uno de los mejores exponentes de la poesía española contemporánea.

Ya concluimos, sin antes señalar que en la poética de Cabanillas, como viene siendo habitual con más o menos intensidad en los diferentes volúmenes poéticos que ha dado a la imprenta, se funde ética y estética de una manera sabia, conjugándola con una inquietud religiosa que en muchas ocasiones es esperanza de vida, fe de vida desde la mejor óptica guilleniana, o plenitud vital (véase precisamente el poema En tanto, p. 15). Se trata de una religiosidad vivida interiormente —también hay momentos más explícitos— y expresada como luz (“Una mota de luz”, p. 54) que en muchas ocasiones solo es apreciable a través de un punto de vista religioso, porque lo que la alienta va más allá de cualquier creencia o superstición (ver el tenebroso y escalofriante “Para esa noche”, p. 20). Sea como fuere, los poemas de Cabanillas nos advierten que la realidad oculta de las cosas es desvelada por la mirada poética, y su labor se adentra en ese mundo de plenitud creativa, de re-creación del propio tiempo y espacio, con unas coordinadas únicas en las que reflexión y emoción son las constantes de esta obra que nos habla de la vida.