El haiku en tres poetas contemporáneos
Tercera entrega

Irene Selser. El haiku y la militancia


Por Abraham Sánchez Guevara


entrevista-selser-01.jpgEn esta tercera y última entrega de entrevistas a haijines en español, conversamos con la poetisa de origen argentino Irene Selser, en las oficinas del periódico Milenio en el que es editora de la sección internacional. Entre el alud de noticias de un mundo convulso, Irene Selser busca un espacio para la serenidad y el haiku. Un espacio aparte que, no obstante, también forma parte de este mundo al que hay que cambiar.

No. 61 / Agosto 2013


El haiku en tres poetas contemporáneos
Tercera entrega

Irene Selser. El haiku y la militancia


Por Abraham Sánchez Guevara

En esta tercera y última entrega de entrevistas a haijines en español, conversamos con la poetisa de origen argentino Irene Selser, en las oficinas del periódico Milenio en el que es editora de la sección internacional. Entre el alud de noticias de un mundo convulso, Irene Selser busca un espacio para la serenidad y el haiku. Un espacio aparte que, no obstante, también forma parte de este mundo al que hay que cambiar.

 

 

entrevista-selser-01.jpg¿Qué es el haiku para usted?

Descubrí el haiku hace como cuatro años, escribiendo un libro de poesía para niños. Fue por una amiga de la UACM que me conecta con Fabrizio Vanden Broeck, ilustrador de Tablada. Me adentro en el haiku. Después mi colega José Luis Martínez me conecta con Cristina Rascón, traductora de japonés, economista, novelista y autora de haiku, que dio un taller y prologa mi primer libro de haiku, La senda del castaño.

¿Ha publicado otros libros de haiku?

Acabo de terminar otro: Miyama en sueño. Un libro en el que he tratado de que el haiku sea el hilo conductor de un guión, que tenga una secuencia. Lo que he visto de los libros de haiku en español es que juntan varios en una sola página, lo que hace agotadora la lectura. La senda del castaño está traducido al japonés con la caligrafía de Sergio Martínez Velasco. Porque de hecho en el único libro en español donde no se ve esta lectura vertiginosa es la traducción Sendas de Oku de Basho por Octavio Paz. De hecho, mi libro es un homenaje a éste. Hay dos haikus dedicados, uno a Basho (Tu espalda elige / la senda del castaño / casi al marcharse)1 y otro a Issa (Vuela el zanate / no cejes en tu empeño / ¡El mar te espera!),2 discípulo de Basho con el que me identifico mucho. El dedicado a Issa hace referencia a uno suyo que dice, al menos en la traducción: Trepa, ranita, / no cejes en tu empeño / Issa te cuida. Issa rompe en su interacción con la naturaleza, lo que me abrió una puerta. Aquí lo pone en su prólogo Cristina cuando pregunta: “¿Es La senda del castaño fiel o infiel al haiku?” Me preguntó si quería que lo dejara y me pareció lo más honorable dejarlo porque es lo que ella piensa y además es una pregunta que surge. En su último curso, que no pude tomar, ella planteaba que ya en Japón están rompiendo el metro de 5-7-5 tradicional, entre otras cosas.

Sí, pues si en Hispanoamérica el haiku tiene un siglo de tradición, es de esperarse que desde Tablada, que era un poeta muy innovador, hubiera diferencias con el japonés. Que retomara muchas cosas, pero que a veces quizá por desconocimiento, pero a veces deliberadamente, se diferenciara.

El problema ahí es, ¿cómo podemos hablar del haiku si no hablamos japonés? Porque entramos en el problema de la traducción. De lo que yo he encontrado en Hispanoamérica de haiku, poco me ha parecido haiku. Mi propia prologuista pregunta si soy totalmente fiel al haiku.

¿Cuál ha sido su experiencia como lectora, en su vida, para decidir qué haría haiku y lo estudiaría en serio?

Más que como lectora, me fascinó como escritora y cómo ser humano. Siempre me interesó observar la naturaleza, entonces de repente encuentro en el haiku una forma poética que le da sentido a esta mirada. En Occidente lo vemos muy diferente, solemos hablar de la naturaleza pero haciendo metáforas. Y en el haiku se propone no opinar, no interactuar, salvo la corriente de Issa, no meternos, no juzgar, como es un hábito muy occidental. Yo tenía ya muchos años trabajando la filosofía taoísta, y encontré en el haiku muchas relaciones. En ese camino de la senda del tao, el hombre finalmente es uno más.

Además este libro empieza con un epígrafe de Francisco Hernández, de Mar de fondo, que también tiene haikus.

Claro, Francisco es mi maestro de poesía y mi amigo.

¿Cómo es la relación con la naturaleza viviendo en esta ciudad?

Yo creo que esa es la gran enseñanza del haiku, y la importancia de su recuperación. Un día salgo de mi casa con mi perrita y me encuentro al doblar una calle con unas flores violetas y un colibrí.

 

Sólo un instante
el colibrí en la flor
breve eternidad

 

entrevista-selser-02.jpgEste se lo dediqué al papá de una amiga (Víctor Juárez Lozano) que decía que iba a volver siendo un colibrí. Cada vez que aparece un colibrí, ella dice: “Ahí está mi papá.” Yo tengo en una ventana néctar para colibrí, a propósito de la naturaleza y la supuesta imposibilidad de interactuar con ella en la ciudad. Entonces creo que ese es el reto de las grandes ciudades, porque si decimos que la naturaleza sólo va a estar en el campo… Más bien, cómo hacemos en las ciudades espacios como los tiene Japón. Tenemos que volvernos militantes de la vida, no sólo de la ecología.

Sí, porque la ecología no es sólo separar la basura o comprar algo ecológico.

Yo, por ejemplo, no lo compro porque vale el triple y no quiero enriquecer a las multinacionales que son las responsables de lo que está pasando en el planeta. Quieren que se descongelen los polos porque les conviene para sacar petróleo más fácil. Por eso no están haciendo nada los grandes consorcios y los gobiernos de las potencias. Entonces es mucho más que la ecología: somos nosotros y la vida misma.

Esto último me conecta con otra pregunta sobre la relación del haiku con el resto de su escritura, tanto de literatura como de periodismo.

Yo soy actualmente editora de la sección internacional del periódico Milenio. Y precisamente cada vez que puedo escribo sobre, contra, Sarah Palin, el desastre que hizo British Petroleum en el Golfo de México. Ahora van a hacer lo mismo en Alaska. Lo empezaron a hacer en la costa de Libia, justo casualmente cuando empieza la rebelión contra Gadafi, que tiene aproximadamente un año de su muerte (no estoy, por supuesto, conmemorando nada al respecto). Realmente las grandes corporaciones y potencias son las responsables de la destrucción del planeta y así va a seguir porque no les interesa hacer otra cosa. El dolor de ver a los pelícanos, el dolor y la impotencia de ver el cinismo y la hipocresía, y todos somos rehenes. Esa foto de Sarah Palin empuñando un rifle de alto poder, con un pie sobre un alce recién asesinado es indignante, y uno dice cómo puede existir gente así y cómo los norteamericanos siguen pensando que la mentalidad republicana es una opción. No porque los demócratas sean demasiado diferentes. Pero esta indignación, por uno mismo y por los niños y por el mismo planeta, hay que convertirla en algo mejor que odio. Entonces el haiku aparece como una opción para seguir diciendo por qué el hombre destruye todo, y esta es otra convergencia con el taoísmo porque nadie es superior. El ser humano es el único animal que mata por placer, ojalá que esto lo pongas. También escribí sobre el rey Juan Carlos I, que no sólo se va a África, a Botswana, a engañar a su mujer, y se presenta él como el rostro moral de la España democrática y monárquica, sino que luce una foto con un elefante muerto.

Por todo esto escribí El dinosaurio feliz, un dinosaurio de Sonora, el único que sobrevivió del jurásico. Llega a México y chatea con unos niños. Al final se van a ir a Alaska a defender a los osos polares. En la continuación se van a encontrar a las petroleras, a Sarah Palin…

Hay quienes creen que la literatura, o más el haiku, por ser tan breve y hablar de la naturaleza, no puede hablar de nada político. Y a lo mejor literalmente no lo está haciendo, pero en la mirada, en la forma de acercarse a la vida, el hacerse sensible a una realidad, te lleva a una consecuencia política.

Ya Basho, en las Sendas de Oku, hace muchísimas alusiones al sufrimiento del hombre, y sobre todo el campesino. Hay algunos haikus donde está el hombre trabajando en ese contexto. Hice un haiku, en el próximo libro, de una anciana que carga una cesta casi en ángulo recto, inspirado en la protagonista de la conmovedora película El camino a casa, que trata de un niño que va a visitar a su abuela en vacaciones. Basho daba clase y recorría la costa este de Japón porque si no se moría de hambre, y sentía frustración porque dormía en un establo con pulgas y orina de caballo. ¿Eso no eran los padeceres del hombre?

1Irene Selser, La senda del castaño, El vuelo del zanate, México, 2010, p. 51.

2 Ibid. p. 75.

3 Ibid., p. 89.