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portada-logica-de-los-accidentes.jpg Lógica de los accidentes
Nurit Kasztelan
Editorial Vox
Buenos Aires, 2013

Por Elba Serafini
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No. 61 / Agosto 2013



Si indagamos acerca de por qué alguien escribe seguramente obtendríamos tantas respuestas como escritores hay. Tal vez algunos lo hacen respondiendo a un deseo interno, un impulso que acompañado por una fuerza corporal conlleva el acto propio de manipular una lapicera o un teclado. Si hubiera un registro físico, ¿qué órgano se correspondería con esta descripción? ¿Una localización en  un área del cerebro, o en otro lugar, alcanzaría para revelar esa inquietud que se produce casi de manera permanente y que abarca al sujeto/ escribiente en su totalidad?

Podríamos pensar que lo que apremia e impulsa sería una especie de conjunción entre lo oculto y los actos conscientes.

Nurit Kasztelan, Movimientos incorpóreos, Huesos de jibia, Bs. As. 2007, Teoremas, La propia cartonera, Montevideo 2010, formó parte de la antología Perfecta Anarquía volumen I, Editorial Jacotot 2011.  En Lógica de los accidentes de ediciones Vox, 2013 podemos descubrir poemas en donde percibimos impulsos encontrados, la lectura nos sugiere  una situación del yo en un espacio asfixiante y del que pareciera, la protagonista, no puede sustraerse, los efectos que esto produce en ella, las intervenciones y una serie de artilugios que trata de poner en práctica a modo preventivo para evitar aquello que lleva, lógicamente al accidente, provocándolo. Casi como escribir sin pensar en hacerlo, como ese impulso.


I.    Interrupción del equilibrio

Se percibe desde el cuerpo, desde el efecto que produce el afuera en él y viceversa, el primer poema da cuenta de algo que el resto del libro pondrá en nuestro conocimiento: el temor a ser vista; desde ahí surge el apropiarse de esta idea de deshacerse en la escritura “…Soy como esa mujer/que se muele a sí misma/me escribo/ y desaparezco.”

La provocación y cometer algún exceso, no serían acaso dos formas de no pasar desapercibida? O cómo provocar un desborde sin ser vista?  “Lo único que quiero/es provocar/ un estado de tensión/ en el que las cosas se rompan/ y no haya ruido.” Al realizar un acto hay otros que miran, entonces surge la necesidad de volverse para adentro; producir un acto torpe y cuando algo arrecie interiormente respirar sin resultados y con intensidad “…Aspira y exhala/ exhala y respira,/ pero aparece el ahogo,/ la interrupción/ del equilibrio”.

El sonido de la propia voz también estremece, la vibración provoca un efecto que se propaga y genera conciencia de la exposición.

“se angustia/se queda sin aire/respira quieta/se convierte en piedra”

Entonces escribir sería como un modo de expulsar ese miedo, lanzarlo fuera de sí para que el poema tome la forma de lo que se teme.


II. El amor era un juego inestable

Si hay una situación humana que puede provocar conmoción, es el amor, o lo vinculado a él.  “…Te enamoraste, sabías/que podían asfixiarte si te abrazaban…”

La ansiedad como un hecho arraigado, como una imposibilidad de vivenciar lo amoroso por el efecto profundo y fuerte que produce, entonces, las situaciones pasan a ser vividas mayormente en la imaginación “En mi cabeza una dialéctica/de contrarios que no llegan/a ninguna síntesis./La repetición de la misma/obstinada pregunta que me deja/en estado/de ansiedad permanente.”

La imagen q el cerebro genera, aterra, paraliza, se produce la huida y  se transforma en “…tu deseo equivocado.”

Si lo externo abruma, hay necesidad de tranquilidad, de aislamiento “No quiero hablar por un rato,/quiero sumergirme/en una pecera./No escuchar voces. Mi casa/transformada en un refugio;/el patio, en un jardín”


III.    Alterar la geometría lineal

Ante la pérdida, llenar el espacio con palabras, lo escrito afirma.

La matemática familiar remite a la geometría de los actos, ubicarse en otro espacio y no de un lado u otro, pero todo cuerpo ocupa un lugar, imposible definirse como invisible; “…De los lados/ elijo ninguno/ me quedo siempre/en la línea divisoria./ No es sólo la fuga/de la familia perdida/ es alterar/ el orden de la geometría lineal/ de  las cosas.”

Hacia el final hay una manifestación de necesidad de aquietamiento pero también surge la expansión: “…Me olvido de regar las plantas/pero si las riego /las riego en exceso./ no puedo querer a medias.”

En esa atmósfera casi opresiva surge la búsqueda de armonía,  en ese movimiento sucede: un cuerpo arrojado al accidente; aunque no acontezca más allá de la propia percepción, porque después de todo no es más que un intento de armar una escena con el fin de controlarla.


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