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No. 61 / Agosto 2013 |
Del aire no se tiene memoria pero de la falta si No aprendí a respirar de la manera correcta; me queda el gesto de acapararlo todo en una sola bocanada. No conocí la forma del límite. Todavía me resuena una frase de mi abuelo con ese complejo de guerra: comete todo el plato la comida no se tira. El miedo siempre que en el futuro falte. Variables Noventa y nueve más dos es ciento uno, ¿no? dije mirando por la ventanilla del auto mientras contaba los carteles de la ruta al volver de las vacaciones. Tenía cuatro años y todavía no sabía escribir mi nombre. Siempre fui buena para los números, podía resolver ecuaciones con variables que ya estaban dadas. Cuando en el colegio me dijeron Escribí tu primera historia dije números, dame números. Mi tía murió y murieron las navidades, la cena en el patio, la casa en Flores, algo de la familia. Ante la primera pérdida agarré una hoja y empecé a escribir. Necesidad de lo liviano Dejá que el silencio desactive la inercia del ruido sé un hablante silencioso perdé características de especie volvete piedra volvete hueso, cáscara convertite en algo insignificante que apenas posea un comportamiento animal. Movete como una figura que se desliza subrepticiamente violá las leyes de la materia rodá por el espacio. Comportate como una membrana y dejá entrar a tu cuerpo sólo lo que te sirva. Devorá insectos dejate contaminar. Olfateá como si fueras un perro. |
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