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ddiario-sin-fecha.jpg Diario sin fechas de Charle B. Waite
Francisco Hernández
Almadía, México, 2013.

Por Jocelyn Martínez Elizalde
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No. 62 / Septiembre 2013



A partir de las historias de los protagonistas de Moneda de tres caras (Trakl, Schumann y Hölderlin), supimos que había dos elementos de perfecto dominio en la poética de Francisco Hernández (San Andrés Tuxtla, Veracruz, 1946): la creación de voces líricas tan melancólicas como sublimes y la instauración de diarios poéticos en los que veríamos a los personajesde dichas voces transitar, sufrir, reflexionar y maldecir.

Después de diversas incursiones en otras formas y temáticas,Francisco Hernández regresa al cauce en el que se mueve con mayor fluidez y naturalidad: los personajes brutales, el erotismo retorcido y la enfermedad ‒esto sin negar la calidad inherente al resto de su obra‒.Pienso ahora en cuatro títulos que vuelven a reunir las características mencionadas, me refiero aDiario sin fechas de Charles B. Waite (2006),La isla de las breves ausencias (2009), Una forma escondida tras la puerta(2012) y Mal de Graves (2013).

En esta ocasión me referiré específicamente al Diario sin fechas, cuya primera edición fue hace siete años y, recientemente, fue reeditado por Almadía (2013). El libro de Francisco Hernández tiene en sí todo un halo de misterio,se sabe de Charles B. Waite que fue un fotógrafo estadounidense que recorrió México junto con Winfield Scott, siguiendo el tendido de las vías férreas entre 1896 y las dos primeras décadas del siglo XX. El entorno físico, las costumbres, pero sobre todo los trabajadores y los retratos de mujeres y niños mexicanos, quedaron plasmados en sus placas, sus bellas imágenes de inicios de siglo tuvieron una gran difusión, en especial a través del formato postal. A pesar de tal éxito, no se conservan muchas fotografías de ninguno de los dos y muchas se hallan entre la confusión de saber quién es el verdadero autor, si Waite o Scott.

Debido a la potencial capacidad de estas fotografías para contar una historia y de lo que se sabe de sus orígenes, Francisco Hernández creó un diario poético imaginario en el que la voz lírica es tomada por Waite, quien en momentos platica con Scott o con las protagonistas de sus retratos: mujeres, sobre todo niñas o adolescentes.

En la edición de Almadía, diseñada por Alejandro Magallanes encontramos un nuevo libro, una reinterpretación de un mismo poemario. Si recurrimos a la obra de 2006‒editada por la Biblioteca Popular de Chiapas, puesto que el poemario fue ganador del Premio Internacional de Poesía Jaime Sabines 2005‒, nos encontraremos con un libro impreso en un formato muy sencillo, con cubierta de cartulina couché, pero que desde el inicio ostentafotografías de C. B. Waite, las cuales llevan por títulos: “Indígenas junto a cactus”, “Quiotes con flores” y “Vida cotidiana en el canal de la viga”. Ninguna de ellas está relacionada directamente con lo que nos dice C. B Waite en este poemario, incluso su inclusión parece un tanto arbitraria; pero más adelante aparecen otras dos fotografías: “Niña sentada junto a muro de piedra” y “Niñas desnudas en un río”, estas dos imágenes nos remiten ya al contenido de los poemas; cabe mencionar, que justo la imagen de las niñas desnudas está firmada por W. Scott y no por C. B. Waite.

Al leer Diario sin fechas en su primera edición y observar las fotografías de las niñas se crea en el lector una sensación contradictoria: los poemas son sumamente eróticos, pero las fotografías de las niñas están teñidas de un halo de inocencia; aun cuando haya referencias de que C. B. Waite efectivamente estuvo encarcelado durante tres días, acusado de enviar por medio del Correo Postal“estampas indecentes”. No obstante, al parecer, lo que realmente indignaba a las autoridades era que Waite enviaba a otros extranjeros imágenes que retrataban la situación de extrema pobreza del México de principios de siglo, tal como describe una nota de El imparcial con fecha del 5 de junio de 1901: “chozas miserables [...] mujeres desgreñadas, sucias, desgarradas en sus ropas y hombres degenerados por todos los vicios [...] muchachos sucios y en un grado de miseria absoluta, corroídos por las enfermedades y a los que hacía pandant [sic] las fotografías de dos niñas de 10 a 12 años.”1

Por su parte, la edición de Almadía no presenta las fotografías de Waite. A pesar de que la editorial brinda gran importancia al diseño de sus libros, no se especifica de quién son las fotografías que ahí se presentan, se atribuye la edición a Alejandro Magallanes, quien con gran éxito provee de una bella personalidad a cada uno de los libros en los que interviene, pero no sabemos si las fotografías son de su autoría o de alguien más. En estas imágenes aparece una mujer adulta con el rostro cubierto, voluptuosa y desnuda, y acompañada siempre por la imagen de un tornillo de tamaño desproporcionado frente al cuerpo femenino. En el caso de esta nueva edición no hay contradicción alguna en el lector, ya que el erotismo de los versos de Francisco Hernández en boca de Charles B. Waite es aderezado por las imágenes que nos remiten a la pornografía de principios de siglo.

Ignoro las razones por las que la editorial decidió prescindir de las fotografías de Waite y sustituirlas por las de alguien más. Aunque yo apreciaba ese contraste entre inocencia y sensualidad y a pesar de que el poemario tiene su referente directo en las imágenes ya referidas, también es necesario mencionar que el poemario es lo suficientemente sugestivo como para seducir a la imaginación y recrear las imágenes de las niñas fotografiadas por Waite o por Scott o por cualquier otro fotógrafo sumergido en un mundo extravagante y ajeno. Lo que es más importante aún es que el Diario sin fechas de Charles B. Waite, como su nombre lo indica, retrata no sólo la imagen de las indígenas, sino la imagen del mismo Waite, el diario es una suerte de fotografía en negativo, tal como se presenta el retrato del norteamericano en la portada de la edición de Almadía. Se trata entonces de un libro que en su primera edición no causó demasiado revuelo, pero que ahora se lanza con una nueva propuesta que incita al lector a adentrarse en un cuaderno de notas captadas por una cámara fotográfica.

Apud. Francisco Montellano, Charles B. Waite. La época de oro de las postales en México, Conaculta, México, 1998.


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