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No. 62/ Septiembre 2013



Manuel Marcos
(Rotterdam, 1968; reside en Córdoba, Andalucía)


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La espalda de Damocles


A propósito de cuchillo,
todas las mañanas
me corto diligente la cabeza.
Yo me asesino el tonto, señores,
señoras (no se arroben)
me corto la mollera;
con un triple mortal
la tiro a la basura,
y automáticamente:
se me vienen los mejores recuerdos.

Lástima, pienso con el filo del cuchillo
(que es lo único inteligente que me queda)
ya no podré llevarle flores a mi padre
cuando muera.




Quaero Homines


Huelo a cobre.
Si me golpean
(con un palito de madera)
doy un eco a cloaca , sueno a pobre.
Si me acarician verán con estupor
(no se asusten)
que desprendo rabia.
Si se atreven a mirarme al fondo de los ojos,
es posible que huyan, presas de la náusea.

Aquel en quien se miran no soy yo.
Soy un espejo de vuestra inanición,
el último eslabón ya despojado
de la sacrosanta cadena del trabajo,
de la categoría ideológica de productor.

Aquí os dejo este candil de versos maloliente,
voy buscando hombres, no me tapéis el sol.
Tendré por fin con qué librar mis días
a la certeza triunfante de la muerte.

Esa que administráis en nombre de Platón.

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