Wilfred Owen y el Requiem de Guerra de Benjamin Britten


Música y poesía

Por Jorge Fondebrider

britten.baja.jpgLa Primera Guerra mundial produjo aproximadamente 8 millones de muertos y 6 millones de inválidos. Si circunscribimos estas estadísticas a los británicos, durante el conflicto murieron alrededor de 1 millón de soldados de esa nacionalidad y unos 110 mil civiles, a los que se suman, entre heridos y mutilados, unos 3 millones más. “Gran Bretaña perdió una generación –señala el historiador Eric Hobsbawm–, medio millón de hombres que no habían cumplido aún los treinta años, […] en su mayor parte de las capas altas, cuyos jóvenes, obligados a dar ejemplo en su condición de oficiales, avanzaban al frente de sus hombres y eran, por tanto, los primeros en caer.” “Murieron de a millares, / los mejores murieron, / por una vieja ramera desdentada, / por una civilización llena de remiendos”, fue el comentario del poeta estadounidense Ezra Pound...

No. 64 / Noviembre 2013



Wilfred Owen y el Réquiem de Guerra
de Benjamin Britten


Música y poesía

por Jorge Fondebrider


owen.baja.jpgLa Primera Guerra mundial produjo aproximadamente 8 millones de muertos y 6 millones de inválidos. Si circunscribimos estas estadísticas a los británicos, durante el conflicto murieron alrededor de 1 millón de soldados de esa nacionalidad y unos 110 mil civiles, a los que se suman, entre heridos y mutilados, unos 3 millones más. “Gran Bretaña perdió una generación –señala el historiador Eric Hobsbawm–, medio millón de hombres que no habían cumplido aún los treinta años, […] en su mayor parte de las capas altas, cuyos jóvenes, obligados a dar ejemplo en su condición de oficiales, avanzaban al frente de sus hombres y eran, por tanto, los primeros en caer.” “Murieron de a millares, / los mejores murieron, / por una vieja ramera desdentada, / por una civilización llena de remiendos”, fue el comentario del poeta estadounidense Ezra Pound, por esos años en Londres, quien, entre otros, había perdido en el frente  a sus amigos, el promisorio pensador y poeta T. E. Hulme (1883-1917) y al escultor francés Henri Gaudier-Brzeska (1891-1915), ambos renovadores del arte de su tiempo. No fueron los únicos. Una breve lista, probablemente incompleta, también incluye a Rubert Brooke (1887-1915), Julian Grenfell (1888-1915), el escocés Charles Hamilton Sorley (1895-1915), el irlandés Francis Edward Ledwidge (1887-1917), el galés Philip Edward Thomas (1878-1917) y los ingleses Isaac Rosenberg (1890-1918) y Wilfred Owen (1893-1918). De todos ellos, los más célebres fueron Brooke y Owen. Al primero, entre muchos otros poemas, se debe El soldado, escrito en 1914, donde, fiel al viejo estilo imperial, se dice: “Si yo muriera, piensen sólo esto de mí: /  hay un rincón de un campo extranjero/ que será Inglaterra para siempre.” Crítica de esos versos, la actitud de Wilfred Owen ante la guerra se encuentra en las antípodas. Los datos de su vida pueden resumirse brevemente en estos términos: el mayor de cuatro hermanos, nació en el seno de una familia anglicana, en Oswestry, Shropshire; en 1897, venidos a menos, los Owen se vieron obligados a mudarse a Birkenhead y el joven Wilfred completó sus estudios en el Birkenhead Institute  y en la Shrewsbury Technical School; sin embargo, a pesar de haber aprobado el ingreso para la Universidad de Londres, sus notas no le permitieron acceder a una beca, lo cual cortó de plano su posibilidad de seguir estudiando. Entonces, viajó a Francia y empezó a trabajar como profesor en la escuela Berlitz de Bordeaux y, posteriormente, como tutor particular. Vuelto a Gran Bretaña, en 1915 se alistó en el ejército y, al cabo de unos meses de entrenamiento, fue enviado al frente con el grado de teniente segundo. Paulatinamente, su mirada sobre la guerra se hizo crítica. En 1917, herido y enviado al Craiglockhart Military Hospital, en Edimburgo, conoció a Siegfried Sassoon (1886-1967), un poeta que había sido condecorado por su valentía en combate, pero que, vuelto antibelicista, se había manifestado contra la prolongación de la guerra, lo cual le había valido una internación por neurastenia. Personaje de la vida intelectual londinense y abiertamente homosexual, Sassoon se convirtió en mentor de Owen y le abrió las puertas de un mundo al que, por su situación económica y estudios, hasta entonces no había tenido acceso. Terminada su convalecencia, Owen fue nuevamente destacado en el frente. Allí murió una semana antes de que se firmara el Armisticio. En 1920, Sassonbritten.baja.jpg y Edith Sitwell publicaron sus poemas completos, que ejercieron una profunda influencia en la generación siguiente. Desde entonces, Owen es “el” poeta de la guerra. Así, en 1962, algunos de sus poemas fueron utilizados por Benjamin Britten, para la composición del War Requiem, con motivo de la reconsagración de la reconstruida Catedral de Coventry, destruida durante la Segunda Guerra mundial. Sensible a la literatura y, sobre todo, a lo que con ésta puede hacer la voz humana, el compositor de Billy Budd, The Turn of the Screw y Death in Venice encontró en Owen la inspiración necesaria.



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