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portada-a-un-mar-futuro.jpg A un mar futuro
Juan Malparida
Visor Libros
Madrid, 2012

Por Juan Carlos Abril
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No. 64 / Noviembre 2013



Tensión narrativa


Bajo la advocación cernudiana, A un mar futuro resultó merecidamente ganador del IX Premio de Poesía Fray Luis de León. En efecto, el título recuerda al poema A un poeta futuro del sevillano, incluido en Como quien espera el alba (1947), que es y ha sido uno de los poemas más importantes de la poesía de la segunda mitad del siglo XX, marcando a todas las generaciones. No será, además, el único homenaje al poeta muerto en Ciudad de México en 1963, porque en Recomienzo (pp. 61-62) se realizará otro intertexto con Noche del hombre y su demonio (también de Como quien espera el alba) cuando el poeta escriba, al comenzar el poema: «Tras la noche del llano y su demonio».

Juan Malpartida (Marbella, Málaga, 1956), nos ha regalado un poemario lleno de resonancias y bien provisto de tensión. Dividido en tres secciones nítidamente diferenciadas, la primera, titulada homónimamente como el libro A un mar futuro, es quizá la que más nos ha gustado y quizá la que más nos haya impactado. Sus acordes, por decirlo así, están mejor tensados, y la diferencia formal respecto al resto así lo muestra. Esta parte está provista de prosas de gran calado y de lenguaje punzante, herido, lleno de referencias y analogías, densidad y enlazadas en un relato de la conciencia y la memoria que va urdiendo un magma verbal siempre vivo e hirviente, con pertinentes idas y vueltas hacia el presente, pero fundamentalmente alrededor de los años de la infancia y el recuerdo, evocado siempre con emoción y temblor. El futuro de entonces, cuando el autor —convengamos en que es el mismo que el sujeto poético— era pequeño, es el presente de hoy: «Mi ahora de entonces es el de ahora» (p. 15).

La intensidad de estos poemas en prosa (sólo uno es en verso, el titulado 13 (Playa), pp. 29-30), de la primera parte, dota de una tensión al lector que lo va acompañando durante el resto del libro, creando puntos de conexión con otras partes. La mezcla de elementos heteróclitos, teóricos y fragmentos líricos, amalgama estas prosas y las compacta. La circularidad de la narración, como en 4 (pp. 16-17), pero también de la memoria (estableciendo un correlato claro entre la infancia, los relatos del padre y sus deseos de ser poeta de entonces, de ser «mar», junto con la mirada a veces nostálgica y otras arrasada, del que recuerda todo: el relato oral de entonces es el relato escrito de hoy), que vuelve muchas veces a un mismo lugar, como tratando de situarse, o la búsqueda de la propia identidad, desde la relación que establecemos con el Otro: «Pero tú estás en otra parte, en el otro lado de este lado» (p. 21), estableciendo una ligazón con el primer poema: «en otro siglo, en otra ciudad, en otro.» (p. 11), junto con un nutrido panorama de imágenes sugerentes y emotivas, conforman un espacio imaginario en la conciencia, que se traduce y vuelca en el texto como un lugar real, y que es sin duda lo que más nos ha llamado la atención de todo el libro. La fuerza narrativa de los pasajes nos traslada. Y ese lugar vive en un estuario, como en el inicio de 5:

Aquel camino junto al estuario y la cortina de juncos azotados por nubes de moscas, los latidos del muchacho empujando los límites al internarse —un paso más, un paso más y el mundo cede— es una realidad indecisa en las horas inciertas. (p. 18)

La segunda parte se titula Enredadera, y presenta una serie de composiciones breves, en su mayoría haikús, pero alternada con otras estrofas, siempre de cuño breve, que bien podría simular precisamente eso, una enredadera, el trenzado vegetal y de las ramas, que va naciendo y creciendo y de algún modo fosilizándose en el signo lingüístico. En la exactitud de la composición breve, donde no sobra nada y cada palabra adquiere rasgos infinitamente polisémicos, se atrapa el instante de manera precisa, y es un minuto de oro el que va alargando su duración, el que va brillando como en una eternidad. Los poema a la luna, a la mirada que interpreta la realidad, o las reflexiones sobre el tiempo ido, adquieren una dimensión mucho mayor que la estrofa que las acoge, fruto de la decantación sabia y meditada, densa y sólida, como En mármol: «Aquel deseo de vivir / en otra parte / ya se ha cumplido» (p. 56). Además, podríamos añadir que, como dice un proverbio japonés, «cada momento es único, sólo sucede una vez.»

La tercera parte de A un mar futuro se titula Recomienzo, y en ella casi todos los poemas son en verso, excepto uno en prosa, Vigilia (pp. 71-72), jugando también con la primera parte antes aludida, y estableciendo un vínculo o guiño formal. El contrapunto estrófico y estilístico de una parte y otra, deshaciendo el nudo lúdico de la segunda, nos ofrece un variado repertorio de estructuras que hablan —utilizando el símil del título— del poeta maduro que utiliza los versos según le conviene, canalizando en cada cauce textual la emoción, tal y como quisiera Eliot. Un poema como Vigilia nos sorprende en sus cuatro partes, muy breves y condensadas las tres primeras en prosa, rematadas por la última en verso. No son casuales estas elecciones y nos hablan del algo más que buen oficio de Juan Malpartida, que hace de las formas estilísticas un sistema expresivo. El mar de ahora fue un soñado mar de entonces, igual que el poeta de ahora fue un soñado poeta entonces. El mar es el filtro desde el que se ve todo, el lenguaje que va destilando el libro, el eje en el que nos apoyamos. Porque en el ahora podemos contemplar el mar de ayer, pero también podemos imaginar quiénes éramos y quiénes queríamos ser. En la supervivencia de las ilusiones el pasado de entonces puede convertirse en futuro de ahora, en presente.

De esta tercera parte merecería la pena destacar Recomienzo (pp. 61-62) o Memorial (pp. 63-66), la más larga de las composiciones del libro y que entronca directamente —por los temas: la infancia, el recuerdo del padre, la promesa del mar como horizonte de futuro— con la primera parte.

Pero hay otros detalles que podríamos destacar. Baste haber dejado constancia de la huella que nos ha dejado A un mar futuro para recomendarlo a los lectores.

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