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jovenesbaja.jpg Jóvenes sin futuro, les habla su capitán
Ricardo Limassol
Juan Malasuerte Eitores México, 2012

Por Alfonso Domínguez
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No. 64 / Noviembre 2013


La corta edad de Ricardo Limassol (1987) puede ser un indicio para el lector de que lo que encontrará en Jóvenes sin futuro, les habla su capitán no será la continuación de alguna escuela clásica literaria del siglo XX, sino todo lo contrario. Con violencia y altivez, los veinte poemas de Limassol se rebelan y encaran la realidad zozobrante que nos aprisiona en el tedio cotidiano.

Antes de empezar, hay que señalar que el número de poemas en el libro recuerda a los Veinte poemas de amor y una canción desesperada de Neruda o a los Veinte poemas para ser leídos en el tranvía de Girondo –que si bien en su tiempo fueron vanguardistas, hoy están reconocidos por el canon literario. Así pues, quizás desde este punto de partida, el número de poemas en el libro, se puede reconocer un guiño a la tradición literaria de la ruptura con la que Limassol es afín.

Por un lado, el título del libro, Jóvenes sin futuro, les habla su capitán, es quizá la primera pauta de lectura de los poemas. La voz lírica  se dirige a todos los jóvenes, con o sin futuro, –jóvenes posmodernos que lo que menos quieren es comprometerse con la sociedad y con ellos mismos. Esta enérgica voz lírica asume la capitanía de la  embarcación, de la empresa que parece hundirse más y más con el paso del tiempo que se consume a sí mismo:

Un año no dura un año,
un día no dura un día,
ahora:
la hora mide solamente
treinta y cinco minutos,
los segundos dejaron de
existir,
y la vida no alcanza para ser
vida.

Los títulos de los poemas también juegan un papel importante en la obra, pues algunos se asemejan a sentencias dictadas por la voz del capitán: Denme una manzana y convenceré a Dios para que nos regrese al paraíso, Detrás de la cortina se encuentra el paisaje de las ruinas o Antes la ginebra era medicina. Con estos ejemplos podemos percatarnos de que el desamparo y el pesimismo atormentan  esta empresa marítima (“la felicidad poco dura, / poco enseña y solamente / produce problemas”); empero, la misma voz exhorta a la tripulación a naufragar con orgullo si no hay más opción: sálvese quien pueda.

Así, aunque el barco de la realidad zozobre, los jóvenes sin futuro pueden ponerse a salvo si y sólo si dejan de darle importancia a esta realidad, como nos dice el yo lírico:

Poco me afecta el declive de
la civilización, la guerra sin
fin, los golpes a la nación, el
mal tiempo, la falta de dinero,
los libros en llamas.

Y en otro poema:

¿Ahora qué debemos poner dentro del féretro?
La trivialidad del mundo entero.
No morirás. Pero vivirás enfermo.

Está bien. Me parece lo correcto.

Por otro lado, hay ciertos poemas que arremeten no sólo contra la pesadumbre de la realidad, sino también contra los poetas: “Todos son poetas fallidos”, “Poetas que dicen ser poetas sin que nadie se los pregunte. Poetas que revelan ser poetas. Poetas que pertenecen a algún movimiento literario. Poetas que usan zapatos deportivos”; estos son ejemplos de la escritura mordaz de Limassol. Incluso se mofa del ámbito literario en los siguientes versos:

Deberás crear un personaje
(o te comerán vivo)
dedicado al trabajo sucio:
no basta el talento
es necesario ser sociable
en reuniones aburridas
donde todos hablan pero
nadie tiene algo que decir.

Finalmente, otro rasgo importante en los poemas de Limassol es la ligera posibilidad de la esperanza (o lo que ahora sólo podemos llamar así) que se asoma en pocos poemas, lo cual puede ayudar a re-significar las actitudes de estos jóvenes posmodernos. Quizá no todo está perdido, sólo hace falta un Nuevo manual de combate (otro título de un poema de Limassol).

Quizás este libro de poemas puede entenderse como un llamado para todos los jóvenes. Un golpe de palabras más que un llamado: la ola que choca contra la feble armazón del barco, la ola que nos sacude y nos dice que hay que “bajarse del barco / antes de / su hundimiento”.

Jóvenes sin futuro, les habla su capitán es uno de los dos libros de poemas que Ricardo Limassol ha publicado. Ambos textos pueden leerse en la página del autor, y este libro está disponible en línea aquí. Aunque hay que señalar que la edición digital deja mucho que desear, pues  únicamente cumple con la función de ser un soporte más para la lectura y contrasta demasiado con el cuidado de la edición impresa. 

Además, Jóvenes sin futuro… se encuentra a la venta sólo en la librería Rosario Castellanos del Fondo de Cultura Económica, lo que nos da una señal ambigua del fenómeno de la lectura de poesía de nuestros días. La poesía mexicana contemporánea, que no es editada por las casas de cultura o instituciones de gobierno, ha encontrado un “nuevo” mercado en esta librería y en sus alrededores. Esta revitalización del circuito editorial de libros de poesía hay que celebrarla, por supuesto. Pero, por otra parte, al estar disponible en una única librería –aunado al pequeño tiraje de este libro–, reduce las posibilidades de conocer la obra de Ricardo Limassol y de apreciar la elegante edición del ejemplar físico.

 


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