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No. 64 / Noviembre 2013 |
Angustia Inmersa en el mar sin fondo de la angustia, no habrá resonancias que rasguen el silencio; ni claridades que perturben las tinieblas. El cielo y la tierra se volverán de piedra; la lágrima suave no ablandará la roca. El grito amargo se quemará en la garganta; el rostro permanecerá inmutable. Quién llegará hasta la profundidad sin fondo? Quién sabe del tormento de las almas? Ahí donde se acaban los sonidos y la tonalidad se agrava; ahí donde el dolor triunfante se pierde en los abismos del silencio. Alguien bucea Alguien bucea estrellas en el agua más triste de la tarde y las transplanta a una perdida esperanza. No lo sabe aún… La noche, prematura, se anticipa, nos circunda y nos estrecha, pronto seremos solo masa oscura, viviremos la misma, la eterna soledad del hombre; los lechos amargos y vacíos, el nocturno sudor cayendo frío, goteando sobre los pálidos huesos. Y la forma se evade entre rosas y larvas abandonando todo lo que fuimos con la misma pregunta insistente y constante, sin respuesta. Escucho, desde la orilla de la tarde alguien desdibuja su canción sobre el agua, buceando, transplantando estrellas a una perdida esperanza. El cuerpo es una estrella fugaz una llama encendida que se apaga La noche es una ala negra que se extiende y envuelve en su negrura |
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