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portada-llanos.jpg En los llanos de la palabra
Balam Rodrigo
Premios Nacionales México, 2012

Por Blanca Vázquez
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No. 64 / Noviembre 2013


 

Una playa bañada de luciérnagas es el desnudo cuerpo de Susana San Juan.

Balam Rodrigo



El lenguaje mantiene una significación gramatical, esa que de manera objetiva nombra los elementos que nos rodean, pero existe otra significación, que podemos nombrar prodigiosa; y es aquella en la que la norma de lo denotativo pierde espacio y se abre para el mundo connotativo. Es ahí donde la poesía nace, donde todo lo nombrable y aún más lo innombrable encuentran cabida, donde la caja emocional se sacude y logra hacer la empatía primero con el escritor y más tarde con el lector que toma entre sus manos el trabajo poético.

El poeta que etimológicamente significa hacedor, revela la belleza que existe en la realidad que ustedes o yo compartimos. Sé que varios de nosotros hemos escuchado o leído a algún poeta, casi todos ellos en textos impresos o electrónicos, en textos didácticos y casi siempre fuera de nuestro entorno inmediato y entonces se convierten en seres inalcanzables, confusos y por qué no, extraños. Por esa razón es importante que los creadores literarios busquen cabida en foros educativos o espacios sociales. Así llegó a mis manos el poemario de Balam Rodrigo, un hombre que se brinda a través de la palabra y el trabajo poético.

Cuatro murmullos y un relincho en los llanos del silencio
es un poemario evocador, trae consigo la presencia de un texto con otro texto: la intertextualidad; haciendo alusión al trabajo del escritor jalisciense Juan Rulfo. Julia Kristeva comentaba que el texto no era una noción cerrada, por el contrario, establece que el texto siempre está en relación con otros textos, un tejido donde se  entremezclan  diferentes niveles o formas.
Balam Rodrigo engarza cinco apartados poéticos en su poemario: Susana San Juan y otras gotas de mar, Amortajados relinchos de Miguel Páramo, Cinco ensueños de Dolores Preciado, Olvidados murmullos de amor de don Pedro Páramo y Algunas voces perdidas del padre Rentería y de Juan Preciado en el río de Comala. Sí, todo es un intertexto, un dialogismo entre la voz poética y Pedro Páramo. Recordemos que una expresión artística siempre motiva a otra.

 

Susana: Escribo entre insomnes un puñado de símbolos azules: Tu menstruación y la del mar caben en el oleaje de mi pluma y los ángeles de arena y las botas de cielo que calzo parecen singladuras en la página: Son cartas de nombrar.


Las cosas poseen una palabra interior, un ánimo latente del que el poeta chiapaneco nos va convidando, llenándonos de un erotismo verbal. Octavio Paz explicaba que la relación entre erotismo y poesía es tal que puede decirse, sin afectación, que el primero es una poética corporal y que la segunda, es una erótica verbal. (…) La imagen poética es abrazo de realidades opuestas y la rima es cópula de sonidos; la poesía erotiza al lenguaje y al mundo porque ella misma, en su modo de operación, es ya erotismo. Y del mismo modo: el erotismo es una metáfora de la sexualidad animal.
Pedro Páramo es la historia de un amor trágico, un amor polisémico acompañado de ánimas que encontraron en Balam Rodrigo el canal para expresar lo que quedó entre sus voces.

Hasta la tierra desvirgaste Miguel Páramo: Tu cuerpo que goteaba almizcles de lujuria entró a la fuerza en las prietas ingles de la tierra. Nada sino ceniza y grisura creció en el suelo de tu sepulcro y el ángel de serpentina que dormía sobre tu lápida se volvió eunuco: Una parvada de zopilotes le arrancó las alas y la lengua.


Murmullos que llegan a nosotros en el momento en que nos movemos por la vida con esperanzas, sin miedos, capaces de disfrutar por fin de todos los pequeños goces, que son los más perdurables, sí, aún cuando estos desaten los demonios internos y nos abrasen en la hoguera de la pasión. La pasión de la palabra que ofrece imágenes, ya que la caja léxica es infinita,  porque ella no sólo se ofrece en la certeza de todas sus posibles combinaciones sino que nos arroja a las variantes léxico regionales y más, a ese rigor íntimo con el cual vivimos y convivimos. 


Nunca te fíes del vano arte del orgullo que tiene siempre respuestas inútiles: Vacío, odio, necedad: Eso es tu padre: “un rencor vivo”. Me gustaría dejarte como herencia los pedazos de vida y las imágenes que están rompiéndome los labios y los ojos. Pero en esta hora no tengo más qué darte, sólo estas letras, sólo este puñado de brasas que se apaga en medio de la tormenta en la que repto, y a la que vienes.


La función sintomática permea el poemario, busca que la voz poética sea un emisor que denote su estado sensitivo o las voluntades no cumplidas en dos universos diferenciados: el de Comala, pueblo fantasmagórico, y el terrenal que crea Balam Rodrigo y que evoca su propia tierra, Villa de Comatitlán, en Chiapas. Estos dos cosmos crean la esfera del impacto poético.

 

Bebo luz en muertos ojos suyos: Mi corazón apátrida ondea tristezas con una voz que anuncia la mantelería perdida de inalcanzables astros en el cielo: Cualquier otra luna será extranjera en mis ojos si no es, únicamente, la suya.


La poesía es un efecto de palabras, donde lo escrito es tan importante como el sonido. Al leer Cuatro murmullos y un relincho en los llanos del silencio son observables los fenómenos fónicos que producen el ritmo. Una sonoridad que mueve y conmueve: tristeza, nostalgia, pasión, melancolía, dolor.

 

Espeja de sí en el asomo de sus páginas mortales, la escritura de sus labios será de una precisa orfebrería, niebla escrita en un fugaz idioma de hulla y antracita: Susana o la nación de la palabra en el vitral del alba desollada.


Leer es un acto soberano, libre e independiente, por ello es tan olvidado y socorrido por algunos. Si bien es cierto que el poemario mantiene una fortaleza por sí solo, sí debemos apuntar que el intertexto cobra importancia para saborear los versos que se nos van presentando. Y es que a través de ellos cobran vida esas ánimas olvidadas como Miguel Páramo, Juan Preciado, Susana San Juan, Dolores Preciado y hasta el mismo Pedro Páramo.

Un rulfiano caminar entre los versos de Balam Rodrigo que nos enfrentan a la prosa cargada de poesía en Pedro Páramo y la poesía prosada de Balam Rodrigo. Leerlo me llevó a evocar a Máximo Cerdio con su poemario Susana San Juan o a los trabajos ensayísticos de Las otras miradas de Víctor Jiménez y Julio Moguel.

Mantenerse cerca de la poesía es sostener que la palabra es el elemento que nos hace tierra fértil para que crezcan la sensibilidad y la conciencia de lo que es la vida, un llano de palabras. Por ello leí febrilmente este poemario, porque mis manos recogieron los murmullos en la punta del corazón y mis ojos los relinchos luminosos de las voces que gemiquean y rebuscan salir al espacio en el que ustedes lectores y yo convivimos.

 


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