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portada-juan-de-alba.jpg Juan de Alba. Un poeta del siglo XX
Françoise Castaings
(selección y notas)
Dirección General
de Publicaciones
Conaculta
México, 2012

Por Alfonso Domínguez
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No. 65 / Diciembre 2013-Enero 2014



Antes de comenzar propiamente la reseña de este libro, me gustaría recordar la historia del primer gran poeta en lengua francesa, François Villon. Poco o nada se sabe ciertamente sobre su vida, pero lo que se conoce parece tener un cariz más legendario que histórico. Dicen que nació en la primera mitad del siglo XV y que desapareció cuando tenía cerca de treinta años;  que quizás fue un poeta marginal y marginado (probablemente vivió exilado); incluso hay quien dice que él fue un poeta maldito avant la lettre. Un siglo después leerán su obra algunos poetas como Marot, pero será hasta 1853 cuando Théophile Gautier publique un libro titulado Les grotesques / Los grotescos donde busca reivindicar a los poetas que no entraban en el canon literario de su tiempo; por ejemplo: Villon, Théophile de Viau, Saint-Amant, Scarron.

La anécdota de Villon me pareció pertinente traerla a colación porque creo que hay cierta afinidad biográfica y temática entre el poeta medieval y el poeta del siglo XX Juan de Alba. Desde su estancia en prisión hasta los temas presentados en sus obras, pasando por la forma innovadora de tratar el lenguaje. Más adelante ilustraré esta idea con versos de uno y otro poeta.

Ignacio Betancourt dice en el prólogo del libro que la obra publicada en vida de Juan de Alba (San Luis Potosí, 1910 – 1973) es mínima. Elegía a un gran poeta equívoco (1947) y Dios existe. Poematrices (1948) son los únicos dos títulos que se conocen; sin embargo, la Universidad del Valle de México de San Luis Potosí publicó en 2004 una edición facsimilar del libro Nocturno monótono de angustia larga, que data de 1938. Aun así, sigue siendo poca la obra publicada de De Alba, según nos comenta Betancourt.

Por lo anterior, Françoise Castaings ha decidido darnos una muestra del atractivo trabajo de De Alba, que en su tiempo y en las décadas posteriores –como también fue el caso de Villon– fue considerado un poeta “de segunda línea”, ya que fue contemporáneo de grandes poetas mexicanos del siglo XX como Gorostiza, Pellicer, Paz y Chumacero. Asimismo, en el prólogo y las notas de esta selección nos da cuenta de algunos aspectos biográficos de la vida de Juan de Alba que, como ya lo decía, coinciden con la vida de Villon. A pesar de que fue cercano a Elías Nandino y entrañable amigo de Porfirio Barba Jacob –otro “poeta maldito”– y de que pasó un tiempo en la ciudad de México, De Alba no logra figurar en las antologías de Cuesta (1928) ni en la de Paz (1966) ni en la de Zaid (1972). Lo anterior quizá nos quiere decir que Juan de Alba ha sido un poeta marginal entre los marginales, que no se ha leído lo suficiente –pero que vale la pena hacerlo. Ahora retomo la relación que hice entre Villon y De Alba para intentar ejemplificarla.

En primer lugar, hay que recordar que ambos poetas estuvieron en prisión en varias ocasiones. Villon escribe esta cuarteta en su estancia en la cárcel: 

Yo soy François, lo que me pesa,
nací en París, junto a Pontesa,
y de la cuerda de una toesa
sabrá mi cuello lo que mi culo pesa.
                    (Francisco Serrano, trad.)

Mientras Juan de Alba escribe estos versos en el poema titulado En la penitenciaría:

En amargas acideces
dolor con rencor se hacina,
fatuo nogal que culmina
criadero de falsas nueces.
En sus nauseabundas heces
segregando la palabra,
tan hoscamente macabra
como médula podrida,
epileptando la vida
cual bufón de abracadabra.

Me parece que hay en estas dos estrofas algo en común a parte del motivo de la composición: el estar en la cárcel; ambas composiciones son rimadas, que si bien en la época de Villon era necesario, para los tiempos de De Alba probablemente ya era un recurso “mal visto” –que  sin embargo utiliza frecuentemente con otras formas clásicas como el soneto. Igualmente, los dos poetas dan referencias “topológicas” (París, Pontesa y nogal, respectivamente) que nos permiten situarlos en su contexto. Pero lo que más salta a la vista, según mi parecer, es el trasfondo escatologrotesco (sic) en los versos citados.

Otro tema tratado por ambos poetas –y por muchos otros, por supuesto, pero ahora sólo quiero enfatizar en ellos dos– es el de la muerte, que en distintas composiciones tiene un dejo melancólico y triste bastante peculiar que, para ser de distintos siglos, parecen compartir un punto de vista moderno sobre la vida y la muerte. Así, por un lado, Villon dice en su Testamento:

Aquí no hay lugar para bromas.
¿De qué les han servido sus riquezas,
ni en grandes lechos haber yacido,
tragar vinos en grandes jarros,
vivir alegres en fiestas y bailes,
y estar dispuestos a toda hora?
Tales recreaciones pasan pronto,
y en cambio, sí, queda la culpa.
                 (Federico Gorbea, trad.)

Y por otro lado, De Alba:

Todo negro negro negro… falsa la luz… falsa la vida… no existe Dios.
¿Y la historia y el género y la conciencia pensando la eternidad… la infinitud?
[…] Es el espanto-raíz de la conciencia ante el inexistir del amor en la muerte…
Me corre el sudor frío… Está helándoseme el sudor y sólo será la nada… inexistir…
¿Es que estará helándome los huesos el frío interior? ¿Todo va a caer a la tumba?

Por último es necesario indicar  el deseo de innovación lingüística del escritor mexicano a través de una poética muy singular. En este libro, Francoise Castaings incluye textos en prosa del autor, y en uno de ellos –precisamente en el preámbulo de Dios existe. Poematrices– De Alba expone su teoría acerca de sus neologismos:

[…] La síntesis de este desarrollo dialéctico-poético es una positiva síntesis literal, lírico-objetiva, que ha recibido el nombre de sistema de ABSORCIÓN LITERO-MENTAL. […] Dicho método es bien sencillo: todas las palabras tienen letras y sílabas con las que empiezan y acaban, y la absorción consiste en identificar, en un solo organismo verbal, dos o más palabras, siempre que la terminación de una se identifique con el principio de otra de tal modo que ambas se absorban en una sola unidad literal o silábica, absorbiéndose así, las dos palabras distintas en una sola, o las… equis diferentes palabras en una sola.

Inmediatamente después de este texto, Castaings nos muestra dos poemas que ilustran el método de absorción litero-mental; a saber, Formas esotéricas y exotéricas del adverbio íntimo, y el poema V sin título que copio aquí abajo para su apreciación:

Y hombrecovulorgasmotrizhumor
taludirectortugaviotapir
alarvaphornoctilucavenir
islaberintoxicardalicor
dialisismorbotamentenebror
confusordidogalmateriaasir
atezarabescodanterigir
isagogemanarritmicolor
beatitudinamicobrazur
entenebroseralaridoler
izarcanodiniagarabatar
angelidonëoplasmanoscur
sobriosoñarbitriosavesplender
misterioasistemacrocosmar

A primera vista el poema parece más una tomada de pelo que la ejemplificación de una poética “vanguardista”, pero conforme se lee varias veces las palabras –organismos verbales– se asoman. Por ejemplo, en el primer verso están las palabras: hombre, óvulo, orgasmo, motriz, humor; y en el octavo: isagoge, emana, arrítmico y color. Sin embargo, encontrarle sentido resulta complicado. Mas podemos apelar a otros autores latinoamericanos del siglo XX y pensar que no necesariamente este tipo de escritura tiene una lógica velada, sino más bien su “ausencia de lógica”, su plasticidad y su sonoridad es lo que hace poéticas estas líneas. Recuerdo sobre todo a tres escritores latinoamericanos que hicieron algo similar. Oliverio Girondo, en el poema Mi lumía ; Cortázar en el capítulo 68 de Rayuela ; y Huidobro en el Canto IV de Altazor los versos 157-184. Así, con estas relaciones me parece que Juan de Alba puede y debe considerarse –al menos ser estudiado, difundido– ya no como un escritor “de segunda línea”, sino como escritor de culto de las letras mexicanas.

Concluyo, pues, esta reseña; espero haber mostrado aspectos importantes y valiosos del libro y, por supuesto, de la obra de Juan de Alba, que sin el trabajo de Françoise Castaings no hubiera podido darse a conocer. Así como el tiempo reivindicó a Villon, confío en que a partir de la publicación de Juan de Alba. Un poeta del siglo XX, los críticos, los académicos y sobre todo los lectores redescubran al escritor potosino y vean en su obra los rasgos de una poesía “vanguardista”, creativa, en fin, moderna.


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