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portada-epistolario-inedito.jpg Epistolario inédito sobre Miguel Hernández (1961-1971) entre  Darío Puccini y Josefina Manresa
Gabriel Morelli
Renacimiento
Sevilla, 2011

Por Juan Carlos Abril
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No. 65 / Diciembre 2013-Enero 2014



El profesor hispanista italiano Gabriele Morelli ha publicado otro magnífico libro. Ya no sabemos si esto resulta novedad o no, dadas sus múltiples publicaciones, pero una vez más nos encontramos ante una entrega suya de primera línea y máximo interés. En los últimos años ha publicado un gran número de libros imprescindibles para las estanterías de los avezados filólogos, interesados en la literatura del 27 pero, en general, también del siglo XX en España. Y aunque sus textos críticos, investigaciones y publicaciones han versado sobre temas y autores tan dispares como Vicente Huidobro, Juan Larrea, Gerardo Diego, Rafael Alberti, Vicente Aleixandre, y así un casi sinfín de autores, habría que traer a colación que el tema de su tesis doctoral fue sobre Miguel Hernández y que, junto con Dario Puccini, han sido los máximos estudiosos del oriolano en Italia durante muchas décadas. Así, pues, este Epistolario inédito sobre Miguel Hernández (1961-1971) entre Dario Puccini y Josefina Manresa no puede presentarse más apropiado al propio gusto de Morelli, siendo éste depositario del legado de Dario Puccini, de quien ha publicado también su epistolario con Alberti… Este volumen es un documento ágil y completo para conocer no sólo cómo fue la historia de las traducciones de Miguel Hernández en Italia, y cómo su traductor, Dario Puccini las afrontó, sino para profundizar una vez más en la viuda del poeta.

En efecto, leyendo las cartas podemos apreciar cómo Josefina era una mujer con muy poca experiencia o formación en el mundo literario y que tuvo que acarrear con un patrimonio del que no podía ni sabía ocuparse. Su poco tacto, aparte de los requerimientos a veces injustos o injustificados hacia el editor-traductor, Puccini, la ponen en más de una ocasión en una situación incómoda. Pero no es algo de lo que ella no fuese consciente y, así, en la carta del 4 de enero de 1963 (p. 52) le pide disculpas por si le dijo algo inoportuno o por si, al recibir la edición italiana, en la anterior misiva, simplemente le dijera que «lo encontré bien» (p. 51). El entusiasmo del hombre de letras que era Puccini contrasta con la sequedad de Manresa. Durante varias cartas le pide Josefina a Puccini que le haga llegar los tres ejemplares que faltan (ya le habían entregado tres, pero por alguna rara razón se habían extraviado el resto) de la colección de poesías de Miguel Hernández, y está siempre quejándose de que la editorial —Feltrinelli—, que es una gran editorial, no cuida esos detalles, hasta que el propio estudioso, quizás también harto infructuosamente de reclamar esos ejemplares a la editorial, se los envía por cuenta propia, pagándolos de su bolsillo. Esos requerimientos también están relacionados en otras ocasiones con el dinero que podría percibir por los derechos, tanto de los libros publicados, como por las traducciones de los poemas inéditos que conserva, como de los derechos de autor por las canciones en los discos donde se han utilizado los textos del oriolano… En este sentido tampoco es de extrañar que Josefina Manresa presente estas necesidades, siendo como era la esposa de un rojo —irredento— y habiendo vivido —viviendo— una España de represión y penurias. No sólo le habían matado al marido sino al padre, guardia civil, así que no se podían sufrir consecuencias más desgraciadas tras el conflicto bélico. Se leen, al respecto, estremecedores líneas, en las que se mezcla amarga experiencia biográfica —inclusive las amantes de Miguel— con la rémora social que entrañaba entonces, aplicada al poeta:

De las Obras completas ha de eliminar M. de Gracia, de punta a punta lo de la pintora que es una tontería que no existió. Concha Zardoya también dice en su libro que al morir mi padre se ocupó Miguel de mi familia. Miguel no podía hacer eso porque él no cobraba un sueldo, sino una limosna cuando pedía, además de que eso no lo hubiera consentido yo, ni mi madre mucho menos. En nuestra manera de ser, admitir eso del novio es una deshonra. La j[g]ente escribe lo que encuentra más fácil. Que no digan tampoco que a mi padre lo mataron en el frente. Que lo dejen quieto si no quieren decir la verdad, que lo mataron en retaguardia sólo por llevar uniforme de la Guardia Civil, y después lo pisotearon diciéndole estos cerdos nos gusta a nosotros matar. Desde luego que eran fieras con hambre como Miguel dice, y Dios los perdone. (pp. 75-76)

Pero paralelo a la situación personal y triste de la viuda puede adivinarse sin ningún tipo de fisuras la España franquista, esa España oscura y reprimida, frente a una Italia en pleno desarrollismo, una Italia democrática y efervescente. Las cartas cruzadas entre Josefina y Dario van desde 1961 a 1971 y precisamente en esa época Italia vivía una época de esplendor económico. Se puede adivinar al brillante filólogo hispanista que publica artículos sobre Miguel Hernández, que da cursos sobre su obra, que posee una envidiable actividad, viajando y veraneando en España en algunas ocasiones con la familia, perteneciente a esa Italia de la dolce vita que hoy conocemos por la literatura y las películas de entonces, con entusiasmo y vitalismo, frente a una España provinciana y supersticiosa de la Iglesia y el luto, de la incultura y el miedo, y a una Josefina resignada —desconfiada— a llevar una tarea que no le corresponde y que parece no comprender del todo. Y con este panorama no demasiado alentador, se valoran mucho más los contactos de Puccini con revistas de crítica literaria de otros países, como Venezuela, o contactos con eruditos españoles, como Antonio Odriozola, hoy injustamente olvidado. En España, hasta el estudio de Juan Cano Ballesta, La poesía de Miguel Hernández (Madrid: Gredos, 1963), prácticamente eran contados los libros sobre el oriolano, y lo que aparecía era fuera de España, en Francia, en Estados Unidos, o en Italia. Se trata de darnos cuenta de qué España era la que se encontró Puccini en sus visitas a Josefina Manresa intentando descifrar algunas claves de la obra de Miguel Hernández, tanto biográficas como estrictamente literarias. Todo un testimonio de vida que ahora tenemos la oportunidad de leer en este epistolario impagable que ha tenido a bien rescatar el catedrático Gabriele Morelli, en otro de sus trabajos ejemplares, con la colaboración de la Fundación Cultural Miguel Hernández, de Orihuela.

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