Una fórmula

Atanor. Notas sobre poesía
Por Francisco Segovia
 

atanor-67.jpgEl mesero: ¿Qué va a ordenar el señor?
El cliente: Un café, por favor... Pero sin leche ¿eh?
El mesero se va. Al cabo de un rato vuelve y dice:
El mesero: Disculpe señor. Que dice el patrón que si no quiere su café sin crema, porque no tenemos leche.

Mi padre sacaba mucha miga de este chiste. Decía que el chiste de este chiste, como el de muchos otros, es que resulta absurdo, pero que si nos hace reír es porque lo absurdo, lo ilógico, puede tener sentido a su manera. En su resumen, la formulación era sencilla: no es lo mismo el café sin leche que el café sin crema. Me dijo esto una mañana, y yo —que entonces preparaba un examen de matemáticas para la escuela y tenía fresca la materia—, me pasé la tarde averiguando cómo funcionarían en ese caso la propiedad distributiva, la conmutativa, etc. No recuerdo a qué conclusiones llegué, pero sí la fórmula de donde partí: A + B – B ≠ A + C – C. Es una premisa que siempre ha dejado fríos a mis amigos matemáticos, pero también a los lingüistas. A mi padre y a mí nos parecía interesante, y creíamos que con esa “matemática cualitativa” se podrían describir algunos hechos de la lengua, pero nunca tuvimos eco. La fórmula pronto desapareció de nuestras conversaciones. Quizás, en efecto, era absurda.



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No. 68 / Abril 2014


Una fórmula

Atanor. Notas sobre poesía
Por Francisco Segovia
 


atanor-67.jpgEl mesero: ¿Qué va a ordenar el señor?
El cliente: Un café, por favor... Pero sin leche ¿eh?
El mesero se va. Al cabo de un rato vuelve y dice:
El mesero: Disculpe señor. Que dice el patrón que si no quiere su café sin crema, porque no tenemos leche.

Mi padre sacaba mucha miga de este chiste. Decía que el chiste de este chiste, como el de muchos otros, es que resulta absurdo, pero que si nos hace reír es porque lo absurdo, lo ilógico, puede tener sentido a su manera. En su resumen, la formulación era sencilla: no es lo mismo el café sin leche que el café sin crema. Me dijo esto una mañana, y yo —que entonces preparaba un examen de matemáticas para la escuela y tenía fresca la materia—, me pasé la tarde averiguando cómo funcionarían en ese caso la propiedad distributiva, la conmutativa, etc. No recuerdo a qué conclusiones llegué, pero sí la fórmula de donde partí: A + B – B ≠ A + C – C. Es una premisa que siempre ha dejado fríos a mis amigos matemáticos, pero también a los lingüistas. A mi padre y a mí nos parecía interesante, y creíamos que con esa “matemática cualitativa” se podrían describir algunos hechos de la lengua, pero nunca tuvimos eco. La fórmula pronto desapareció de nuestras conversaciones. Quizás, en efecto, era absurda.
Pero hoy resurge en mi memoria, convocada quizá por las ideas sobre “lo vacante”, que rumio hace ya algún tiempo. El 25/11/2007, por ejemplo, escribí: “Me interesa la vacancia. Usé el término en un poema de De guardia, escrito a la muerte de la madre de una amiga. Pero ahí la palabra provenía de un poema de Seferis. La uso de nuevo aquí, aunque ahora a sabiendas de que resuena en ella la doctrina de Luria”… En cualquier caso, hoy sigo el rastro de esa idea hasta una vieja conversación con mi padre... ¿Por qué me interesa saber esto? Quizás porque sigo hallando algo misterioso y no dicho en esta idea. Quizá porque he pensado mucho tiempo en ella, sin saberlo...

El caballero y su doble (México, 29/03/2006)~ En la literatura artúrica hay al menos dos historias que sirven como alegorías del abismo que se abre entre el signo y la cosa. La primera cuenta cómo Morgana engañó a su hermano, Arturo, para quedarse con la vaina de su espada, que era una vaina mágica. La segunda cuenta cómo Balín, el Caballero de las Dos Espadas, perdió el Grial tras matar a otro caballero de naturaleza doble: Garlon, el Caballero Invisible. De un pasaje de esta historia me he ocupado ya en un ensayo sobre vampiros (“Morir dos veces”, en Invitación al mito), pero no estará de más revisarla a la luz de estas notas.
En la aventura que nos concierne, Balín va en pos del Caballero Invisible, que ha dado muerte a cierto caballero mientras éste se hallaba bajo la protección de Balín. Lo acompaña la dama de este caballero muerto, que lleva siempre consigo un trozo de la lanza con que el Invisible mató a su amado. En el camino se enteran de que el Caballero Invisible se hace a veces visible, y entonces aparece como Garlon, primo de Peleas, el Rey Pescador, custodio del Grial. Tras averiguar esto, se enteran de que Peleas dará una fiesta en el Castillo del Grial. Balín y la dama se cuelan en ella, y ahí Balín mata a Garlon. Lo extraño es que, tras hacerlo, toma de la dama el trozo de lanza y lo re-mata. En la versión que hizo Tennyson de la historia de Balín, éste ataca a Garlon diciendo estas palabras: “So thou be shadow, here I make thee ghost” [Y si eres sombra, aquí te vuelvo espíritu]. El Balín de Tennyson es algo distinto del que pinta Malory en La muerte de Arturo, pues para Marlory no se trata sólo de un tajo que convierte en espíritu a una sombra sino de dos: uno con la espada, el otro con el trozo de la lanza. En la versión de Malory, Balín mata dos veces al mismo caballero. Pero el sentido es el mismo. Y lo prueba un hecho notable: en esta escena, el Caballero de las Dos Espadas sólo lleva una de ellas; a cambio de la otra, empuña el tronzo de la lanza: una estaca. Primero muere el hombre; después, el vampiro.
La primera de estas muertes ocurre como reacción a una ofensa. En la sala del castillo donde está el Grial, Balín mira fijamente a Garlon, que se ha hecho visible para asistir a la fiesta. Pero la mirada impertinente de Balín lo ofende. Dice Malory que Garlon reta entonces a Balín dándole en el rostro con un guante, mientras le dice:

   —Caballero, ¿qué miras así? Por vergüenza, come tu vianda, y haz lo que has venido a hacer.
—Verdad dices —dijo Balin—, no es éste el primer despecho que tú me haces, por ende haré lo que he venido a hacer —y se levantó fieramente, y le hendió la cabeza hasta los hombros.

Éste es el acto que responde literalmente a una demanda, el púrpura reducido a “pelo mojado en sangre de marisco”. Balín hace en efecto lo que fue a hacer, por más que lo que Garlon quiere decir con su frase es que haga lo que se supone que hace la gente en una fiesta: comer su vianda... Pero Balín le toma la palabra, traicionando susentido y devolviéndola a su cruda literalidad.
¿No es ésta la amenaza que resuena cuando le decimos a alguien: “Te tomo la palabra ¿eh?”, como advirtiéndole que se cuide de lo que dice, pues podríamos tomarnos sus palabras al pie de la letra?... Balín le toma la palabra a Garlon. Se la roba. ¿Cómo hace esto? Si Balín puede adueñarse de la palabra de Garlon es porque la toma de mala fe. Y cuando Garlon yace en tierra, mudo, lo remata. No es de extrañar entonces que el Rey Pescador, hermano de Garlon, se enfurezca y ataque a Balín. El tajo que Balín le da a continuación al Rey Pescador muestra una vez más su literalidad: le atraviesa los dos muslos con la lanza de Longinos. Unidos derechamente por esa lanza, los muslos del rey quedan inmóviles, como quedó inmóvil el niño Edipo, ‘el de los pies hinchados’, cuando le atravesaron los talones con un gancho para sacrificarlo. Así también han quedado inmóviles el Garlon real y el simbólico, el invisible... Cuando el tajo de Balín convierte al Rey Pescador en el Rey Tullido, el Castillo del Grial se viene abajo y comienzan los doce años de penurias y miserias que convierten a tres reinos en la Gasta Floresta, en The Waste Land...

Cuando mata a Garlon, a Balín lo asiste la razón, no la buena fe. Sin embargo, sus actos resultan ser los más convenientes, dado el rival que tiene enfrente. Lo digo porque el nombre de Garlon tiene seguramente el mismo origen que las palabras que se usan en francés y en inglés para designar al hombre-lobo (loup-garou, warewolf) y su doble muerte remite al motivo del vampiro. Garlon sólo podrá morir de veras cuando muera también simbólicamente; cuando la estaca le clave el alma al cuerpo, cuando lo devuelva a su literalidad. Balín tiene razón: ésta es la única manera en que el nombre parece volver a fijarse a su objeto: como leyenda sobre la lápida de un despojo...
La misma cosa dice la última escena del Libro de Balín de Malory. Cuando los gemelos, Balín y Balán, se matan mutuamente, dicen a una: “We came bothe oute of one (w)ombe, that is to say one moders bely, and so shalle we lye bothe in one pytte” [Vinimos ambos de un vientre; es decir, la panza de una madre, y así ambos hemos de yacer en un mismo agujero]... El vientre materno y la tumba no son más que un mismo agujero, como el púrpura no es más que “pelo de oveja mojado en sangre de marisco”...
Pero hay aquí también el anuncio de un principio. Sobre la tumba de los dos hermanos, Merlín profetiza el advenimiento de Galaz, el Caballero Místico, el que recuperará el Grial y restaurará el reino de la metáfora. Lo hará sacando de su piedra la espada de Balín y rompiendo el nudo gordiano que aprieta a los gemelos... Éste era también el nudo de Jano, el dios romano de los comienzos, un dios bifronte. Las dos cabezas de Jano sugieren la gemelaridad. De él nos viene el nombre del mes que abre el año (januarius, enero), pero también la palabra que designa el umbral que sostiene una puerta: jamba; esto es: pierna... Cuando las jambas se separan, algo avanza; cuando se abre la puerta, se da cauce al tiempo. Las puertas del templo de Jano se abrían al comenzar el año, o al comenzar una guerra... Cuando se rompe el nudo de los gemelos, comienza la historia. No por nada Roma se funda sobre la tumba donde yace Remo, asesinado por su hermano... Si Balín y Balán quedan en suspenso en una isla y deben esperar a que advenga Galaz para redimirlos, es sin duda porque ninguno prevaleció sobre el otro; porque su nudo sigue apretado. De eso es seña la espada de Balín que Merlín deja clavada en una piedra... Galaz la liberará de ahí y hará por estos dos hermanos trágicos lo que Alejandro con el nudo gordiano: los separará de un tajo, para que algo nuevo comience...

No deja de sorprender que Peleas, el custodio del Grial, sea hermano de Garlon, el Caballero Invisible. Pero ¿podría ser de otra forma? Al parecer, todo hombre poderoso tiene un “hermano incómodo”. Al rey bueno le corresponde un hermano malo, como a Balín le corresponde Balán; y a Arturo, Morgana. Entre esos dos polos se suspende la palabra, nunca por completo libre de su atadura material, pero nunca esclava de ella; nunca del todo independiente de su definición, pero tampoco esclava de ella.

Lo que ata a los gemelos es un lazo que debe deshacerse y dejarse caer; que se lo lleve el viento, que lo arrastre la corriente, que se aleje en la distancia, el tiempo y olvido... La espada que Merlín deja hincada en la piedra flota en un río. Flota en “l’agua fría” del Leteo...