Dossier Octavio Paz / Marzo - abril 2014


Y que Octavio Paz me perdone 


Por Enrique Fierro

 

En la vigilia y con humildad, la pasión libertaria de Octavio Paz nace del árbol del dolor del siglo XX. Pero habita, entre otros territorios, los de la belleza y los del deseo. Y al fin habrá de conducirnos a la luz del día en que, como quería Novalis, todo será, metáforas a un lado, cuerpo.

La sílaba central de su escritura, que todo lo oye, logra que hasta los que vivimos en un jardín en ruinas sepamos a veces cómo hacer para que nuestras voces floten, para que nuestra alma pueda aletear.

Su poesía nos ha enseñado a mantener los ojos abiertos para ver lo que vemos cuando los cerramos en el sueño y, me atrevo a  aventurarlo, lo que veremos en la muerte cuando los cerremos y nos reconciliemos al borde del río.