Dossier Octavio Paz / Marzo - abril 2014


Octavio Paz: pensar, decir, sentir 


Por Mariella Nigro

 

Poesía y metapoesía, discurso o grafismo, mexicanidad y surrealismo, ciencia y hermetismo, la cosmovisión oriental o el mito precolombino: múltiples los objetos de investigación en la vasta obra del poeta y ensayista Octavio Paz.

Su magnífico universo literario se diría que es “de un yo plural y de una sola sombra”, utilizando una expresión de Borges; un mundo líquido al que se puede entrar a través de un rizo de un topoema, recorrerse en toda la extensión del pensamiento para ver a Coatlicue desgarrada o a Breton apasionado, y salir a través del poema: “Damos vueltas y vueltas en el vientre animal, en el vientre mineral, en el vientre temporal. Encontrar la salida: el poema.” (Libertad bajo palabra). Y entrar nuevamente, como voyeurs, al claustro de Sor Juana Inés de la Cruz, al urinario de Duchamp, a la trova del deseo en el fin’amors o, como deslumbrados discípulos, aprender de Diotima en boca de Sócrates, oír la otra voz de la realidad o recorrer hasta el final el sendero de Galta. Y volver, una vez más, a su poesía: “Alguien escribe en mí, mueve mi mano, / escoge una palabra, se detiene (…)” (Calamidades y milagros); para luego llegar a otro vórtice de ese mundo escritural, donde él corre los velos y las máscaras, y aparecen, alternados y en todo su esplendor, Sade, Dante, Itzpapálotl o López Velarde…

Octavio Paz viajó hacia adentro de la escritura por una cinta de Moebius; así hizo reflexionar a la literatura sobre sí misma, sobre la literalidad, sobre la traducción/re-creación, sobre la circularidad del signo. Otredad, tiempo y deseo. El cuerpo interroga al lenguaje, la palabra desvelada es estremecimiento, problematización, pensamiento: “…¿quién eres tú, quién soy yo, en dónde estamos cuando estamos aquí?” (Los signos en rotación).  

Y Octavio Paz sigue ahí, buscando el sentido del mundo.

febrero de 2014
Montevideo, Uruguay