No. 68 / Abril 2014


Poeta y claustro 


Por Neus Aguado

 

A la memoria de la poeta Ana  María Moix,
muerta  en Barcelona, en su ciudad, el 28 de febrero de 2014.

Entre los tiempos me acompañas. Estás ahí, en El laberinto de la soledad, con tu sonrisa amable, tan mexicano y tan internacional. Estás en tu plenitud y escribir Sor Juana Inés de la Cruz o Las trampas de la fe, aunque fue muy laborioso, te resultó fácil, pues hablabas de dones que tú también habías recibido. El cielo se ha vuelto malva en esta Barcelona tan contaminada como el D.F. mexicano, y te quería invitar a un ‘Kir Royale’, aunque esto no sea París. Te quería comentar que, a veces, es difícil amar, aun siguiendo tu bello manual de instrucciones; te quería decir que es difícil vivir cuando la contaminación de todo tipo agota las reservas de amor, temporalmente. Hubiese querido decirte tantas cosas antes de que emprendieras ese viaje cuántico a través de las estrellas de absurdos y cabalísticos nombres, de ignotos paisajes.

Los claustros y jardines son auténticos espacios de oro. Sí, porque la alquimia de la más alta purificación es la invitada de los áureos lugares tocados por la belleza y la sabiduría de siglos, y por la confidencia. Los claustros suelen estar construidos con piedras que se ven doradas con el relumbre del sol, piedras cálidas, piedras de sol que están en los ojos de quien mira El fuego de cada día. Los claustros me resultan fascinantes desde que vi por vez primera el de Santes Creus con once años mal cumplidos, los claustros y las naranjas amargas que alfombran el suelo del claustro. Esas naranjas para hacer la mermelada amarga tan exquisita para acompañar el té. Ora et labora. Estoy en un rincón leyendo ¡No pasarán!, vuelvo a estar en el claustro de Santes Creus, hay naranjas en el suelo bajo los naranjos, agarro una y la lavo en la fuente y con mis uñas núbiles le arranco la fina piel y me llevo a la boca la naranja amarga, naranja clara. Estás más allá de la luz, en las luces esmeraldinas de la auténtica sabiduría. Llevo conmigo La llama doble que cada día alumbra más: “Transgresión / de la fatalidad natural, / bisagra / que enlaza destino y libertad (…)”.

Me entrego a las manos del misterio y espero día tras día que vuelvas a leer encima de mi hombro como cuando puel·la escribía mis primeras letras acerca de la Creación. Entre los tiempos, ese es el lugar de los elegidos. Allí estás, con tu sonrisa intacta. Con tu verbo intacto.

 


* Texto preparado para Diario de poesía (2014) en el Año del centenrario de Julia de Burgos y de Octavio Paz.