Dossier Octavio Paz / Marzo - abril 2014


Octavio Paz y la modernidad


Por Daniel Freidemberg

 

No fue el único que lo hizo, ni el primero, pero sí lo hizo más que nadie, y de manera más coherente, persistente y meditada, al menos entre los poetas de nuestra lengua. Octavio Paz fue quien más completa, profunda y sostenidamente logró sintetizar qué es escribir poesía en la modernidad. De un modo u otro, por eso, casi nadie entre los que escribimos poesía en Hispanoamérica dejó de estar marcado por él, al menos hasta hace unos diez o quince años, incluidos muchos que no le prestaron atención, y aun más los que nos situamos ante su pensamiento y su obra en un lugar de discordancia o de enfrentamiento.
Entre lo que me enfrentó y me enfrenta a la obra y al personaje de “protagonista de la cultura” (que Paz encarnó como nadie) están un exceso de gravedad y una sobrevaloración de la poesía que, no tan paradójicamente, terminaban por limitar a la propia poesía, y la seducción que sobre su pensamiento y su escritura ejercía la pasión por “lo esencial”, pero el modo en que todo eso era puesto a jugar concretamente en los poemas, a través de contradicciones, contrastes y movimientos internos, y de un arte de la escritura cuya perfección armónica nunca dejé de admirar, siguen llevándome una y otra vez a sus versos.

Además de la idea de “tradición de la ruptura”, punto básico para la reformulación de todo el pensamiento poético, a Octavio Paz le reconozco, muy particularmente, otra: “el acto poético se produce siempre como negación del sujeto”, y lo notable es que encuentra ahí el núcleo de la razón de ser de la poesía en la modernidad. Pensar la modernidad para pensarnos es la decisión en que Paz basó su elaboración teórica, pero esto implica conciencia de la modernidad, no adhesión a la superstición de lo moderno. La razón está condenada a la esterilidad y a la autodestrucción si no es capaz de incorporar aquello que no es razón pero que existe e insiste, nos advierte. Como la experiencia de lo sagrado, dice Paz, la poesía es irreductible, y reclama no olvidar lo sagrado porque lo sagrado nos saca de nosotros.


* Texto preparado para Diario de poesía (2014) en el Año del centenrario de Julia de Burgos y de Octavio Paz.