Dossier Octavio Paz / Marzo - abril 2014


Octavio Paz: ¿el poeta del siglo XX mexicano?


Por Enrique G. Gallegos

 

Sólo procediendo de mala fe se puede dejar de considerar a Octavio Paz como uno de los grandes poetas mexicanos de la última mitad del siglo XX. Pero también puede existir mala fe cuando sus admiradores intentan reducir la poesía del siglo XX a Octavio Paz. Los dos extremos: detractores y aduladores tienden a ocultar la obra y la someten a reduccionismos o exageraciones que en poco ayudan a su compresión.

No creo que tenga mucho sentido afirmar o negar que Paz sea mejor que otros poetas. Hay un punto en el que las comparaciones con otros poetas sirven para establecer similitudes, diferencias, zonas de constancia, quiebres, pero no para establecer una jerarquía valorativa. O mejor: se puede establecer una valoración, pero no una jerarquía. Los detractores de la poesía de Paz lo condenan por su supuesta cercanía al régimen salinista o a televisa; los aduladores, por su supuesta vocación liberal y crítica. A la menor crítica salen al paso con la muletilla de su renuncia con motivo de la masacre del 68. Pero por entre las grietas se filtra y anula lo más importante, lo más significativo: la obra.

Octavio Paz es una figura poética central.  Pero también lo son muchos otros (López Velarde, Gorostiza, Rubén Bonifaz Nuño, Eduardo Lizalde, Alí Chumacero, José Emilio Pacheco...). Puestos a hacer la lista, se desbordan los márgenes de las hojas. No existe, pues, esa centralidad única. Lo que tenemos es más bien el múltiple poético que desborda cualquier pretensión reduccionista. La obra de Paz no se significa a la manera de un sol aislado, sino que se encuentra, más bien, inscrita en una constelación, con otras muchas estrellas (para usar la imagen de Benjamin). Afirmar que Octavio Paz fue un gran poeta entre otros grandes poetas del siglo XX, no es lo mismo que firmar que fue el más grande poeta mexicano del siglo XX. Unos y otros poetas adquieren sentido en una similar invocación a tradiciones poéticas que desde hace siglos han venido confluyendo en la poesía mexicana. Por ello mismo, cuando se piensa en Paz, no se puede dejar de tener en el fondo de cualquier consideración a otros poetas mexicanos e hispanoamericanos. Sólo en esa zona tensa y múltiple de poetas, la obra de Paz adquiere sentido. La poesía, habría que insistir en ello, nunca puede dejar de ser una obra múltiple, colectiva, sinuosa e inestable. Lo que el poeta en lo individual hace es elegir un hilo de esa enorme tela que es la poesía.