Dossier Octavio Paz / Marzo - abril 2014



La centena
(Poemas: 1935-1968)


Por Sergio Gaspar

 

Tendría yo diecisiete años cuando compré en Barcelona la antología La Centena de Octavio Paz. No sólo la compré: la leí. No sólo la leí: me deslumbró.

La Centena era una antología preparada por el propio Paz, que mostraba una selección de su obra poética entre Libertad bajo palabra (1935-1944) y Topoemas (1968). Esta antología –si no me equivoco, la primera de Paz- aparecía en España en 1969 y fue elegida para inaugurar la prestigiosa, y me atrevería a llamar también la revolucionaria,  sección de poesía de Barral Editores-Libros de Enlace.

Pronto siguieron a La Centena títulos como Nueve novísimos poetas españoles, Los Cantos de Maldoror o Cuatro cuartetos. El poeta mexicano desembarcaba en España abanderando a Lautrémont o Eliot y de la mano de figuras consolidadas o emergentes como Carlos Barral, José María Castellet o Pedro Gimferrer.

¿Se merecía Paz un papel tan destacado en la lucha que iba a librarse en la poesía española de los años 70? ¿Eran relevantes sus propuestas para aquellos jóvenes poetas que, desde un insilio cultural cada vez más profundo, se disponían a enfrentarse con el realismo agotado y la estrechez de horizontes estéticos de una parte de la poesía del franquismo tardío, empresa –no lo olvidemos- en la que llevaban algunos años empeñados, desde diversas ópticas, Claudio Rodríguez, José Ángel Valente, Gil de Biedma, el mismo Carlos Barral o el entonces desconocidísimo Antonio Gamoneda…?

Ha pasado el tiempo y mi respuesta sigue siendo sí, pese a la hojarasca que he percibido más tarde en la poesía del nobel mexicano.

Paz aportaba, en idioma español, a la poesía que se escribía en España:
a) La figura del poeta crítico y ensayista, un sujeto central de la lírica moderna, en la línea de Pound, Eliot, Salinas o el citado Valente.

b) La reivindación de la vigencia del surrealismo, que él supo con maestría actualizar y personalizar.

c) La dialéctica entre la retórica del barroco español y la de ciertos movimientos americanos y europeos del siglo XX, que Paz fundió en un discurso tejido con metáforas, antítesis, paradojas, paralelismos e imágenes espléndidos.

d) El ahondamiento en la erosión de los muros que separan el verso de la prosa, o la creación de la traducción, como hicieran Baudelaire, Owen o Cernuda.

e) La síntesis cosmovisionaria entre el Occidente moderno y el Oriente ancestral, sobre todo el del budismo, en un presente policultural y perpetuo.
¿Es preciso seguir enumerando…? Paz llegaba a la poesía española con armas poderosas, que podían ser útiles en la guerra que Castellet, los novísimos y otros poetas en solitario, como Valente, habían iniciado por la hegemonía en la poesía de España de los años 70 y 80. No creo que su influencia, pese a ello, resultase tan relevante como la de Darío o Neruda en otros momentos de la historia de la poesía española.