Robert Duncan / R. B. Kitaj


El jardín marino


Por Enrique Juncosa

Nacido en los Estados Unidos, R. B. Kitaj (Cleveland, 1932- Londres, 2007), eligió la capital británica, al igual que antes lo hicieron sus admirados compatriotas T. S. Eliot y Ezra Pound, como lugar de residencia, viviendo allí durante más de medio siglo. Se trata de un artista injustamente menospreciado ahora mismo, aunque durante décadas fuera uno de los grandes animadores de la escena cultural londinense, asociado al Pop Art primero, y después al grupo de pintores figurativos que él mismo bautizó como School of London. Entre los amigos de Kitaj se encontraron los pintores David Hockney, Richard Hamilton, Francis Bacon y Lucian Freud, pero también numerosos poetas, sobre todo americanos y seguidores de Pound, como Robert Creeley y Robert Duncan. Richard Morphet organizó una gran retrospectiva de su obra en la Tate Gallery de Londres en 1994, que viajaría después a Los Angeles County Museum y al Metropolitan de Nueva York, pero más que inaugurar un período de reconocimiento definitivo de la obra del pintor, podría decirse que lo clausuró, aunque fuera solo temporalmente. La exposición tuvo pésimas críticas en Londres, algo que dicen que le afectó mucho. La obra de Kitaj, tremendamente original, y por ello inclasificable, estaba a mediados de los noventa muy alejada de las modas dominantes. Su pintura, de carácter narrativo y representacional, se vio entonces como algo cercano a los nuevos expresionismos de los ochenta, muy cuestionados en la década siguiente. La verdad es que eso era y es discutible. Para empezar, Kitaj, que escribía especialmente bien, defendió siempre un tipo de arte en el que el contenido era más importante que la forma.

No. 68 / Abril 2014


 

Robert Duncan / R. B. Kitaj


El jardín marino
Por Enrique Juncosa

 

Nacido en los Estados Unidos, R. B. Kitaj (Cleveland, 1932- Londres, 2007), eligió la capital británica, al igual que antes lo hicieron sus admirados compatriotas T. S. Eliot y Ezra Pound, como lugar de residencia, viviendo allí durante más de medio siglo. Se trata de un artista injustamente menospreciado ahora mismo, aunque durante décadas fuera uno de los grandes animadores de la escena cultural londinense, asociado al Pop Art primero, y después al grupo de pintores figurativos que él mismo bautizó como School of London. Entre los amigos de Kitaj se encontraron los pintores David Hockney, Richard Hamilton, Francis Bacon y Lucian Freud, pero también numerosos poetas, sobre todo americanos y seguidores de Pound, como Robert Creeley y Robert Duncan. Richard Morphet organizó una gran retrospectiva de su obra en la Tate Gallery de Londres en 1994, que viajaría después a Los Angeles County Museum y al Metropolitan de Nueva York, pero más que inaugurar un período de reconocimiento definitivo de la obra del pintor, podría decirse que lo clausuró, aunque fuera solo temporalmente. La exposición tuvo pésimas críticas en Londres, algo que dicen que le afectó mucho. La obra de Kitaj, tremendamente original, y por ello inclasificable, estaba a mediados de los noventa muy alejada de las modas dominantes. Su pintura, de carácter narrativo y representacional, se vio entonces como algo cercano a los nuevos expresionismos de los ochenta, muy cuestionados en la década siguiente. La verdad es que eso era y es discutible. Para empezar, Kitaj, que escribía especialmente bien, defendió siempre un tipo de arte en el que el contenido era más importante que la forma.

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La pintura de Kitaj es literaria, aborda temas como el amor, el exilio, la literatura misma, la experiencia de la vida, la identidad o cuestiones morales, psicológicas y políticas, asuntos semejantes a los que encontramos en las grandes novelas. Kitaj pintó, para tratar estas cuestiones, imágenes reconocibles aunque fragmentadas y yuxtapuestas, con un colorido rico y brillante, estableciendo un diálogo confidente con algunos de los grandes nombres del arte desde finales del siglo XIX, como Degas, Cézanne, Matisse o Picasso. En su obra aparecen también referencias explícitas a escritores y a libros, de San Juan de la Cruz y Goethe a Nietzsche, Emerson, Walter Benjamin o Kafka. Una de sus más grandes obsesiones fue su condición de judío, y el hecho de que gran parte de esa comunidad viviera en la diáspora. El surrealismo le influyó en la forma en que asociaba imágenes libremente. El gran novelista americano Frederic Tuten dijo que su manera de presentar formas rotas y re-contextualizadas era una metáfora de la capacidad de las ideas para sobrevivir y transformarse. Tuten también ha escrito que La tierra baldía de Eliot es un paradigma perfecto para entender a Kitaj. La suya es una pintura construida a partir de fragmentos y su sentido es muchas veces hermético.

No es de extrañar, pensamos, que se hiciera amigo instantáneamente del poeta Robert Duncan (Oakland,1919 - San Francisco, 1988), con quien intimó a partir de finales de los sesenta, cuando Kitaj dio un curso en la Universidad de California en Berkeley. Duncan había publicado ya por lo menos dos obras maestras, su primer y deslumbrante libro, The Opening of the Field (1960) y el antibelicista Bending the Bow (1968). Kitaj visitaría a menudo a Duncan y su pareja Jess, en San Francisco, y el poeta lo visitaría a él y a su mujer, Sandra Fischer, años después en Londres y París, además de verse en Nueva York. Kitaj realizó varios retratos de Duncan, incluido un grabado titulado Star Beltelgueuse / Robert Duncan, que pertenece a una serie de retratos de poetas. El título sugiere que el escritor brillaba más que el sol, equiparándole a esa estrella gigante. El museo Thyssen Bornemisza de Madrid guarda en su colección un formidable lienzo titulado A Visit to London (Robert Creeley and Robert Duncan), 1977-9, un retrato de los dos poetas en un momento en el que ambos se alojaron en casa del pintor. Duncan y Kitaj también colaboraron en un libro, A Paris visit (Grenfell Press, 1985) que incluyó cinco poemas de Duncan, y varios dibujos y un texto de Kitaj. 

Me parece oportuno relacionar la magnificencia musical de la poesía de Duncan con el colorido rico y exuberante de la pintura de Kitaj. El trabajo de ambos creadores se caracteriza también por su erudición, su origen conceptual o intelectual, y la continuación, dentro de sus respectivas disciplinas, de las tendencias más expresionistas del movimiento moderno, mezclando lirismo y espiritualidad. Ambos desarrollan una profunda exploración de la consciencia humana. Duncan fue descrito como el más intelectual de los poetas, de forma semejante a como podríamos definir a Kitaj como el más intelectual de los pintores. Algunos de los poemas de Duncan, así como algunas de las pinturas de Kitaj, pueden ser considerados como palimpsestos, por su carácter sincrético y la riqueza y diversidad de ideas que en ellos se invocan. Lo cotidiano es, además, utilizado por ambos como material artístico capaz de transformarse alegóricamente en algo mítico o transcendente. Ambos, finalmente, se interesaron por la obra de los precursores de la modernidad, como H. D. (Duncan escribió un libro monumental dedicado a la poeta, The H.D. Book, que solo ha sido publicado en su totalidad en 2011) o el inagotable Ezra Pound, a quien ya mencionábamos al principio.



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