No. 69/ Mayo 2014 |
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Valentín Sobrado (Ciudad de México, 1984) Estado naciente La enfermedad trepa, trepa, se mueve. En la enfermedad se reza, se pide. Se habla con la nada. Kilos sobre la espalda y sombras sobre los sueños. Enfermaste ciudad. Enfermaste en el camino entre sombras y lunas nuevas. El susto creció en una avalancha de miradas. Varada en tu casa, en tu cama, varada en tu propio cuerpo. Te negaron tus recuerdos. Te vendieron la belleza. Nos llamaron los feos, los más feos. Chasquea los dedos. Que se despierte tu perro, dile que le cuente un cuento al enemigo. Que las sombras que te atormentan le salgan rostros. Que te miren. Diles que ya no te asusta el silencio. Que se vayan o mejor que platiquen. Que la ausencia de su carne no se vuelva una cárcel. Que tu voz sea la llave, el consuelo para su noche. Convídales de tu sueño como se convida una bola de nieve. Diles que tú no vas a estar ahí por siempre. Que mejor busquen su rostro en los panteones, en los árboles. Que volteen hacia el cielo; a ver si de pura misericordia les cae un recuerdo, que se pongan sus rostros aunque sea ya muertos. Diles que todavía no quieres ser sombra, que prefieres ser vivo aún con su reflejo en el espejo. Que prefieres este rostro; el más triste, el más desolado. Cómo decirlo; El más lleno de sombras. El engaño Los gatos se chupan Cierran sus ojos con tal ternura Unas flores desacomodadas sobre la mesa Una ventana empañada ¿Quién diría que se acaba de cometer un crimen? Un gemido Un engaño El gato derramando ternura Dilata la pupila de un escritor Despiértalo con tu gemido Que sea viejo Uno que tosa cuando escribe Que tenga el pulmón podrido Que nos pague por ver Que le haga un poema al gato A las flores Que hable mal del engaño Que le componga un poema Dile que un día despertaste arañada Chupada Y desbordando ternura |