...................................................................

portada-inverso.jpg Inverso
Julio Inverso
Proyecto Literal
México, 2013

 
.....................................................................

No. 69 / Mayo 2014



*

Hanna tenía el pelo negro y ondulado y aquella noche lo
llevaba abrochado con alfileres largos y dorados. Me preguntó
si de verdad yo había estado mirándola toda la velada y le
respondí que sí, que claro. Tenía ensayo con la filarmónica
pero pensaba faltar porque había tomado demasiado bourbon.
Abrió su monedero y me preparé para ver aquel espectáculo
que me encantaba: sus dedos finos se pusieron a hurgar entre
los billetes y los papeles. Era un baile lento. El baile lento
de sus dedos. Y nunca tenía apuro. Yo encontré una ficha en
el bolsillo de mi saco y la deposité sobre al mesa pero ella
no me hizo caso. Siguió buscando no se sabía qué. Yo la amaba
y supongo que también ella se amaba en ese momento/




*

yo soy tu bestialidad
tu juguete enaltecido por el orgullo
canto en tus sueños
yo espero en la menta dramática de tu cielo
soy el traidor principal
la música de los hot dogs y las escupidas
tú me evocas
esqueletos siameses
porque también eres terrible




*

le expliqué a mi amigo
que no se puede estar en paz
ni sobrevivir a la urgencia del esqueleto
pero había muchos representantes
y era invierno
y a pesar del renacimiento
del sentimiento ultrapoético de la vida
no me creyó
y siguió intentando
con la aguja en el baño




*

Fui un niño lunático, con un género nuevo de lunatismo. Una
Hermosa niñez fotogénica. Los 15 años fueron detestables:
empecé a ver que siempre sería un espectador. Aislado en
la fiesta o al menos lo que yo creía que era la fiesta.
Ese núcleo, ese centro que atraía todas las cosas hacia sí,
las niñas hermosas, la luz, los perfumes y el sonido. Nunca
una silla para mí cuando se alzaba el telón. Todo estaba
lejos, muy lejos, como cuando de una cama a otra cama, en la
noche, en una habitación de mala muerte, uno escucha que
el otro se remueve y apenas se queja.
Pero una noche, caminando sin rumbo, descubro una rugiente
bola de fuego, una estrella de sueño definitivo en el cielo
angustiado. Y ese centro de vida, de movimiento de relojería
y de cascada, esa estrella, me acompaña hasta mi casa, que
esa noche es un pabellón dorado. Me arrojo contra la
oscuridad y la transcurro, la derroto y entro a mi habitación
con las sienes en llamas porque esa estrella, desde el fondo
de mi ser, me ha incendiado.



 

Leer reseña...