Adversario en el cuadrilátero:
Primer Torneo de Poesía Versodestierro


Por Homenic Fuentes

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A decir verdad no había existido en México un torneo de poesía, y menos realizado con las características de un evento deportivo. Quizá porque al hablar de poesía y deporte pareciera que entre los dos existe un abismo insondable.

Que se sepa de una vez: no seré un civilizado
Arthur Cravan (el poeta boxeador)

Al centro del ring las primeras en aparecer son las luces. Se desprenden de su ropaje e iluminan, imponentes, el espacio en que habremos de presenciar la contienda. “Rudos o Técnicos”, las dos únicas vías en las que el espectador habrá de atrincherarse...

A decir verdad no había existido en México un torneo de poesía y menos realizado con las características de un evento deportivo. Quizá porque al hablar de poesía y deporte pareciera que entre los dos existe un abismo insondable.

El evento corre de la mano de Versodestierro (Adriana Tafoya y Andres Cardo, operadores de esta iniciativa), proyecto que desde hace algunos años,difunde la poesía  de mano en mano para generar o activar lectores potenciales. Adversario en el cuadrilátero surge de la necesidad de fundir la "cultura contestataria general" con la práctica de la poesía. Opta por dar el giro hacia el deporte, la competencia y, sobre todo, por que los poetas que participan confronten las diferentes formas de concebir la poesía, para que así los espectadores puedan disfrutar de los estilos y corrientes actuales.

Los trofeos acomodados en primera fila son un mensaje directo para los osados atletas. La copa más grande es la más asediada, y la que más aturde a los competidores por su belleza y por todo lo que representa. Las otras son copas menos grandes para un segundo y un tercer lugar, lugares en los que nadie piensa. Todos van por el primero, todos miran hacia la cima.

Lo más cercano a este torneo de poesía son los slams (o word spoken) que surgieron en Estados Unidos, en los años 80, idea de Mark Smith, un obrero que trató de dar un giro a las lecturas convencionales de poesía. En los 90 se expandieron a Canadá, Francia e Inglaterra (en Hispanoamérica no hay antecedentes respecto de estose eventos como tales). Sin embargo han surgido manifestaciones similares: lecturas poéticas con máscaras de luchadores, “palomazos”, o mejor dicho improvisaciones escénicas; o la poesía ambientada o alternada con jazz (ya usada antes por los beat); en Veracruz los ya consabidos decimeros, que se enfrentan uno a uno; o en países como Colombia, Cuba, Venezuela y Costa Rica, por mencionar algunos, las competencias entre poetas populares. Tochtli Productions y Logan Phillips organizaron en el 2007 el primer Slam en México, los secundó la Alianza Francesa. Ambos siguieron la forma tradicional del Slam, donde el orden obedece a la forma básica del box: con jueces, rounds (entendidos como la lectura de un poema escrito por participante) y límite de tiempo. Por otro lado, en ellos predomina la rima del rap (de los mc), o lo que sería similar en español (aunque en otro tono), la rima de la décima.

Adversario en el cuadrilátero conjuga tres disciplinas: la del box, la de la lucha libre y la estructura general de los torneos de futbol. De este modo el origen de esta contienda obedece más a la tradición hispanohablante que a la anglosajona.

El planteamiento del evento tiene la intención de generar un marco para el “ejercicio” de la poesía y el acercamiento con lo diverso del público mexicano.

torneo9.jpgDespués del tercer aviso, los ánimos se calientan. Cada uno de los participantes se mide. A través de la mirada calculan sus fuerzas y escudriñan cada movimiento del otro. Buscan sus puntos débiles. Unos se estrechan las manos –hipócritas– y un número de abrazos a destono parece anticipar el puñal en la espalda. La tranquilidad deja de ser para dar paso a la incertidumbre. Los jurados leen los papeles del sorteo para conocer quiénes lucharan. El Foro Alicia se enciende.

La prioridad es la poesía de reciente creación (que en lo actual se basa generalmente en el verso libre). Se arma el enfrentamiento poeta versus poeta en un ring, con la dinámica de “dos a tres leídas con límite de tiempo”. En la eliminatoria, realizada la explanada del Centro Cultural José Martí, participaron 35 poetas. Calificaron 16 a la siguiente ronda, disputada en el Centro Cultural Xavier Villaurrutia, donde la cantidad se redujo a ocho. Ocho poetas y cuatro retadores fueron los que pelearon por la copa en la gran final en el Foro Alicia (en la que participaron algunos poetas de "prestigio" como algún maestro de la escuela de escritores de la Sogem, algunos premios de poesía y múltiples voces conocidas con varios libros en su haber). Las reglas que rigieron el torneo fueron claras: se calificó la calidad literaria, la propuesta del poema y el desenvolvimiento escénico. Los jurados fueron a lo largo de las tres fases varios poetas y editores: Mario Meléndez, María Cruz, Refugio Pereida, Adriana Tafoya (Versodestierro), Francisco Goñi (Monte Carmelo), Alfonso Guillén, Víctor M. Muñoz (Metáfora), Emmanuel Brío, Leticia Luna (La cuadrilla de la langosta), Enrique Falcón (Mezcalero Brothers), Marcos Daniel Aguilar (Palestra), Víctor Gómez (Opción), Alejandra Peart (Atemporia), Silvia Padilla y Horacio Romero (El Aduanero).

Cada juez levantó la papeleta al público con el nombre del elegido. La decisión fue inapelable.

Los cronistas no se quieren quedar atrás. Ellos quieren estar mas allá de "donde las arañas hacen su nido". Hacen malabares con las palabras, “tirititito”, dicen algunos, aludiendo a la potencia de algunos poetas y asustan alevosamente a quienes ellos ven sin posibilidad. Utilizan la mala leche para tensar el ambiente y desbordar el recinto en sentimientos de ira. Alguien grita “!Becerra, Becerra!", en alusión a Manuel, no a josé Carlos. Y otros “¡Dux, Dux, Dux!”. Aplausos, gritos, rechiflas y poesía.  ¡Sí!, la poesía muestra su verdadera cara: la pasión.

Gustavo Alatorre, Raúl Sosa, Guillermo Córdova, Rebeca Mingo, Manuel Becerra, Lucero Balcázar y Mario Dux fueron algunos de los competidores que más destacaron por sus poemas y por el favor del público. También algunos de los enfrentamientos fueron de alta tensión como el de Ernesto Martínez Román versus Guillermo Córdova, por la capacidad histriónica de ambos. O el de Gustavo Alatorre versus Hugo de Mendoza por el nivel poético, que definió al ganador hasta el último instante y, por supuesto el de Mario Dux versus Manuel Becerra, que parecía no dar pistas de quién se llevaría el primer lugar. 
   
Para la gran final se les dio una nueva oportunidad a aquellos poetas ardidos y en desacuerdo con sus malos resultados en el proceso eliminatorio. Se abrieron cinco espacios para que pudieran retar y elegir un octavo contrincante. Eduardo Ribé fue el que se logró colar, aunque más adelante Manuel Becerra le cobraría su osadía.

Intentar unir la literatura y el deporte no es una idea descabellada, hay antecedentes que los vinculan. En las olimpiadas de Estocolmo, en 1912, se dispuso la celebración de un concurso cultural al que denominaron Pentatlón de las musas y Pierre de Coubertin obtuvo la medalla de oro en el evento literario gracias al poema Oda al deporte. En los juegos olímpicos de 1924, el anfitrión Geo Charles, crítico, comentarista de la radio, autor de la laureada obra Los juegos olímpicos y quien, según la crítica literaria de sus contemporáneos, imprimía en versos las fiestas en los estadios, se adueño de la medalla de oro en los concursos literarios. Cómo olvidar a Juan Villoro con su ensayo Los goles y el tiempo, publicado en febrero del 98 en La Jornada Semanal, y que después, junto con otros artículos, diera forma al libro Dios es redondo. Y qué decir de Nicolás Guillen, quien en creaciones como "Pequeña oda a un negro boxeador", "Elegía a Martín Digo" y "Deporte" lo mismo aplaudió glorias deportivas que levantó su exclamación de denuncia.

El referi al centro. Traje negro. Moño de catrín al cuello. Micrófono en mano, anuncia: “en esta esquina ―señala el rostro impasible del poeta―  con 65 kilos de literatura  pura y con estudios musicales en la escuela popular mexicana, dos años en radio intermediaria y un sinnúmero de versos que atropellan el mar: Mario Dux "El titiritero Castel". El personaje salta como resorte, levanta las manos al compás del sacudimiento de las almas de sus fans que gritan enajenados su nombre. Nuevamente el referi: espera paciente. Un leve silencio, y continúa:. “y en la otra esquina, con 55 kilos de Cantata Castrati, laureado con el primer lugar de un concurso de décimas y antologado en Madrid: Manuuuueeeelll 'El Becario' Beceeeerraaa”. Enseguida la moneda al aire, alguien pide águila y uno de ellos se repliega en su esquina; el otro empuña su poema y lanza los primeros golpes... Una nueva historia se escribe con sangre.

Adversario en el cuadrilátero generó diferentes opiniones documentadas en medios electrónicos e impresos, como la reseña de Guillermo Córdova, o de los diarios Monitor y El Centro). Esta propuesta generó un foco de atención y cumplió con el objetivo principal: poner a la poesía de boca en boca y hacerla del dominio público.

Primera caída: el silencio en el foro es inminente, el único sonido perceptible es la poesía que atraviesa los espacios. El hombre agita las manos, afila la mirada y modula la voz, unas veces es violín, otras, piano: ola que rompe en los peñascos. La voz se eleva, busca su cauce, se acelera. Ya nada existe. La palabra trasciende, se transforma, el lenguaje cede mientras un instante poético se cimbra y se desgaja sobre la piel erizada de los oyentes… después, el ensordecedor ruido de los aplausos.

La intención es que el torneo sea anual y pretende crecer año tras año con verdaderos cronistas del deporte nacional que generen grandes expectativas en los participantes, y hagan el concurso más atractivo para los espectadores; aumentar los premios, que en esta ocasión fueron la colección completa de los discos que se han presentado en el Foro Alicia, un paquete de libros, y las copas en plata para los tres primeros lugares. Por supuesto, se hará más publicidad, pues lo importante es sacar a la poesía del parnaso divino de unos cuantos que la tienen secuestrada en cielos extraños.

Segunda caída: la mandíbula se tensa, es en ella donde se cristaliza la energía. Él sabe que este round es definitivo. Si falla estará perdido. Piensa en las burlas y en las miradas humillantes de todo el foro. Siente miedo, pero lo oculta. También piensa en el triunfo y en todo lo que representaría para su ego literario. Podría escupirles la cara a quienes no creyeron en su poesía. Intenta concentrarse, busca el poema que lo ayudará. Sigue buscando entre el cúmulo de hojas. Por fin lo encuentra ¡Claro! Escoge el más potente. La campana suena, y sin decir agua va, le conecta un gancho al hígado y lo noquea con un derechazo al rostro. El hombre cae a la lona. El referi cuenta: "uno, dos, tres… siete... nueve, diez". El ganador, con el alma erguida, recibe las maldiciones y los vituperios de sus enemigos, los cuales se desgalillan de furia.

Hay un leve receso para darle aire al último combate. Los comentaristas, en fases anteriores "El Tigre Famélico" y Oliver,  y para esta final, Hugo Garduño, Ian Soriano y Valentino Grimaldi hacen un recuento de todos los contrincantes. Hablan de Lucero Balcázar y su arrebato de cólera contra los jueces. Mónica González escucha los comentarios misóginos de Garduño y los desdeña con disimulada clase, sabe que su poesía vale lo mismo que la de algunos varones poetas. Ian Soriano es moderado, habla de cómo se embelesó el "Rojo" Córdova, uno de los favoritos del evento, que mezcla poesía y performance y que no leyó el emblemático poema del "Padre soul" que muchos afirman lo hubiese llevado a la final. El receso más que calmar los ánimos, los eleva. Hay quienes imaginaban a Gustavo Alatorre con la corona. Comienzan los insultos entre algunos poetas, el foro se divide, los perdedores buscan un finalista para aliarse y así volcar su frustración. Cada poeta escucha los consejos de sus seguidores. Hay quienes les dicen que no lo deje vivo, que recuerde que esta pelea es a muerte, que no se confíe, y que no debe por nada del mundo darle la espalda. La euforia crece y todo esto se convierte en el Coliseo romano. La campanada deja fríos a los espectadores.

El tercer lugar fue para Gustavo Alatorre, quien derrotó al uruguayo Raúl Sosa en un encuentro bastante parejo. Posiblemente en un futuro no muy lejano la poesía retome su verdadero sentido y auténtica dimensión, pues esta es la que apuntala todas las artes: sin poesía no hay arte, y no hay arte sin poesía. Quizá cada pugilista literario en el futuro deba esforzarse para ser digno representante en un “mundial literario de la palabra”, y así  podamos vivir la literatura y la poesía en un estadio de futbol, en una cancha de tenis o en el rebote de un balón de basquetbol, en pocas palabras, que la poesía pueda llegar a ser un deporte intelectual.

Tercera y última caída: llegó el final para el torneo, y lo que antes era adrenalina se convierte en un mar de sangre, cada poeta se encuentra agotado y con el cuerpo amoratado por los golpes, el desfiguro en el rostro más que conmover incita al público a la violencia. Los versos se trenzan como perros de pelea, las metáforas muestran sus garras con restos de pellejo, y las imágenes se desbordan en el ambiente, crean un inmenso poema que vibra con intensidad en la mente de los presentes. Los hombres caen y se levantan, no quieren claudicar, el referi quiere detener la pelea, pero el público no lo permite y lo saca del ring. El nivel de poesía es cada vez más intenso. Becerra resbala, no entiende qué está pasando. Mira su protector bucal volando por los aires; ya en el suelo ve el pie de su contrincante, sabe que está perdido. En la lejanía escucha el conteo. La mirada se nubla y la conciencia se pierde en un túnel negro. En la realidad Mario Dux Castel levanta la copa ante un público dividido y desgastado.

Sólo hasta entonces me doy cuenta que el ganador del torneo fue la poesía.



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