Efraín Huerta / Junio 2014


Columnas del Periquillo


Por Efraín Huerta

El Nacional. Suplementos Culturales. Domingo 17 de diciembre de 1939

Editorial Séneca

José Bergamín, que tan en silenciosa espera ha pasado sus días de México, se dispone ya a poner en movimiento la editorial que ha organizado. El número 13 del Boletín al servicio de la emigración española, cuya razón de ser se anuncia en esta forma: alumbrar lo que los facciosos apagan, da cuenta de los libros que publicará en dos o tres años.

“Por ellos –dice la nota– podrá deducir el lector la evidencia significativa de tal empresa: defender y mantener, íntegramente, la cultura viva en lengua española. Los pensadores, investigadores poetas, artistas españoles, desterrados de España (cuando no fueron, con el pueblo y por él, asesinados en ella), tendrán en esta editorial el instrumento de expresión adecuado para su tarea”.

El propósito no puede ser más comprometido. Los libros son las armas para la conquista de la cultura, se dice: son como diría Lope de Vega, los testigos mudos que dicen la verdad a gritos. Bergamín lo recuerda, y añade que mientras en España esos libros son llevados al quemadero, aquí, en las ediciones Séneca, se recogen y se salvan para defensa del carácter vivo y permanente del pensamiento español. “Ellos a quemarlos, a proscribirlos, y nosotros a rehacerlos, y a publicarlos, a miles, esos mismos libros proscritos y quemados. Veremos quién vence y convence”.

La lista es larga. Imposible es seguir en detalle, los nombres de obras y autores que aquí se anuncian. La Editorial Séneca los ha acomodado en colecciones, por materias o géneros, incluyendo, además, a autores modernos mexicanos que no por su menor número dejan de ofrecer interés o curiosidad. Preciso es abrir el espíritu a esta labor de cultura y reconocer que se trata de un movimiento bien organizado cuyos productos, defendiendo a España, ganará a México.

 

Olvidar lo que se escribe

Este monólogo es un poco atrevido, pues el escritor a que alude es demasiado bullicioso, retórico, aficionado a las leyendas de palabra o por escrito, y usa sus pulidos bigotes para ocultar el sarcasmo de su invenciones que dejan sin pellejo al prójimo. Advertimos su peligrosa maledicencia, que pudiera volcarse sobre este periquillo. Pero sucede que un día el escritor aludido se encuentra de tribunal en uno de esos concursillos que, sin culpa de la cultura, se llaman culturales en el radio, y alguien que concursaba apoyó su respuesta en un libro reciente que se refiere a nuestra ciudad y a su historia y que firma el propio hombre de letras.

–¿No usted mismo dice esto en su libro fulano?– pregunta entre burlón y furioso, el ingenuo concursante.
–¿Yo…?– pudo decir desconcertado, el escritor

Y su editor, que se le acerca después que termina la transmisión, le sonríe benévolo e indulgente y sin decir palabra le enseña el ejemplar de una Revista donde se anuncia otro libro suyo. El escritor protesta:

–¡Qué bárbaros, viejecito! Hay una equivocación. No es historia de la piratería, sino de la platería.

A lo que el editor contesta:

–Ya lo sabía, pero sigo creyendo que las erratas no se equivocan.

 

Cancioneta

Este periquillo ha hecho el descubrimiento de que el segundo apellido del poeta León-Felipe es Galicia, y para recompensarlo de esta indiscreción quiere copiar en estas columnas un poema suyo, muy breve, que aparece en su libro de más reciente publicación y que, en cierto aspecto, rompe la línea de su poesía misteriosa y prometeica. El poema es así:

        El burgués tiene la mesa,
la Iglesia tiene la misa,
y el proletario la masa
y el fascismo la camisa.
¡Qué divertido es el mundo!
¡Ay, que risa, ay, que risa!
Dando vueltas, dando vueltas
tan de prisa
con la mesa
con la misa
con la masa
y la camisa.

Una golondrina no hace verano y, con bastante frecuencia, la ironía es una experiencia de dolor. Quien lea Español del Éxodo y del Llanto, que tal es el libro de donde tomo esta cancioneta, podrá tener el deleite de un arte del tiempo y del espacio en que gravita la profunda tragedia del espíritu español.

 

Refranes al día

Corren por ahí, puestos al día, algunos refranes del viejo refranero español que este periquillo ha recibido y propone a los lectores, inocentemente. Es un juego de malicia que el lector advertirá fácilmente y que oculta la mención a hombres de letras españoles, hoy en México. He aquí los refranes: “No hay que pedirle peras a la Encina”. “Más vale pájaro en mano que Díez volando”. “No es tan fiero el León como lo pintan”. “De noche todos los gatos son pardos”.

De este modo el ocio desquita su tiempo y contribuye a la felicidad de quienes no pueden ser felices de otra manera.

 

“La Terciopelo” y la poesía

En los escritores, generalmente, hay que creer sólo bajo su palabra. Sin embargo, en una nota de autocrítica, André Gide ha escrito lo que sigue: “¿Decir quién soy yo? Es muy sencillo: lo contrario, casi, de lo que me creen. Pero si yo mismo lo dijera, ¿quién me creería? Más vale dejar a los lectores futuros el placer de este descubrimiento”. Esto ha sido la columna de unas conferencias que un literato con diploma y sin literatura dio hace poco en los salones de la Alianza Francesa. ¿Quiénes son Gide, Valéry, Duhamel, Fort, Giraudoux? Sucede que el vate Jota de la Jota ha estado en París recientemente, vió* el tipo físico de estos escritores ilustres e hizo lo necesario para reunir algunos datos sobre ellos que pudieran hacer pensar que los ha leído. ¿Qué hay en él y en sus renglones cortos y largos que sean pequeña muestra de estas lecturas escogidas y lo ponga en condiciones de hablar del lado mejor y más actual y vivo de la literatura francesa?

Consiguientemente, ¿merece el vate de este monólogo creérsele bajo su palabra que conoce y maneja aquella literatura? Más modesto, Valdés en su Diálogo de la Lengua advertía: “Diréos no lo que sé de cierta ciencia, porque no sé nada d’esta manera, sino lo que por conjeturas alcanzo y lo que saco por descreción: por tanto me contento que vosotros a lo que dixeredéis el crédito que quisiéredes”. De haber confesado esto, el vate Jota de Jota habría salvado su alma, ya que no su escritura.

*Acentos del original

Conferencia en las nubes

La conferencia es un género terriblemente moderno, puesto de moda hoy por españoles: músicos, poetas, cronistas. En pintura, por ejemplo, hemos oído disertar sobre Goya siguiendo la huella de su ya estudiado astigmatismo, y, más recientemente, sobre el panorama de la pintura europea desde los Van Eick hasta Picasso persiguiendo a las nubes en los márgenes de los cuadros. Es decir, los primitivos, los clásicos, los barrocos y los impresionistas, explicados a través de las nubes.

Ocurre que en esta ocasión la conferencia se fue por las ramas y dió* motivo para ver cómo el conferencista se descristalizaba y se hacía pedazos perdido entre las nubes.

Mexicanos en La Casa de España

Manuel Toussaint logró iniciar un período de actividades mexicanas en La Casa de España con el ciclo de tres conferencias que sobre el tema Arte Barroco en México dio en el Salón de Conferencias del Palacio de Bellas Artes. El tema, sin recelos, dió oportunidad al público para saber que nuestra América no es el continente estúpido, como afirmó Pío Baroja hace tiempo, sino el continente barroco, y al investigador mexicano para trazar la trayectoria del barroco en México con sus degeneraciones en churrigueresco y locura.

A lo anterior siguen hoy otras actividades. Samuel Ramos, Adolfo Menéndez Samará y Xavier Villaurrutia han respondido a una invitación expresa de La Casa de España con sendos libros que han sido ya aprobados y que esta institución publicará en sus ediciones habituales. Hacia un Nuevo Humanismo, Fanatismo y Misticismo y Textos y Pretextos son la primera contribución mexicana a  La Casa de España.

Si esta institución solicitara textos de otros escritores mexicanos de calidad, podría reunir un material que sería recibido por el público lector con gusto y muestras de entusiasmo.

 

Teatro de media noche

Con el propósito de comprobar que la mujer no hace milagros, pero sí el hombre cuando es terco, el autor de Medio Trono quiere hacer ahora Teatro de Media Noche, que será también de medio tono. Este periquillo no quiere saber por qué razones o sin razones se disgustaron Celestino Gorostiza y Rodolfo Usigli hasta el punto de provocar la renuncia del segundo como Jefe de la Sección de Teatro del Departamento de Bellas Artes. Parece que algo tuvo que ver el resucitado Alarcón con su “No hay mal que por bien no venga”; y como hay que darle la razón a los refranes, Usigli ha visto venir el bien en la persona de un empresario para su temporada de media noche. Serán piezas en un acto, y no obras de “burlesque” como puede pensarse, las que el caballero de la mano en el bastón pondrá en el Teatro Regis a partir de enero.

Este periquillo no tiene sino buenos deseos para estas nuevas actividades teatrales de Usigli.

 

Puesto de hojas*

El escritor de este monólogo es de peso y madurez completos, tiene siempre en la boca su nuevo amor y algunos fantasmas que lo auxilian en sus redacciones periodísticas, siempre de la semana pasada. Como además domina la publicidad y se deja arrastrar por sus complejos, nada sumergidos sino bien dragados, ha inventado una columna en cierto periódico donde su propósito es revisar “Hojas” y dejar ver que desea que lo llamen Adelita. De aquí que las voces maledicentes aseguren que ha logrado su mayor ambición: tener en una esquina, aunque sea de periódico, un puesto de hojitas.

 





**Esta nota es de Antonio Magaña Esquivel, quien hace referencia a la columna de Efraín Huerta en El Popular, denominada El Hombre de la Esquina].Nota de Raquel Huerta-Nava.