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resena-71-mujer-ciclica.jpg La mujer cíclica
Laia López Manrique
La Garúa Ediciones
Barcelona, 2014.

Por Òscar Solsona
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No. 71 / Julio-agosto 2014


Anti-reseña de La mujer cíclica


Has tenido mala suerte. Te toqué como intermediario entre La mujer cíclica y tú. Las reseñas de libros me hacen vomitar. Me horroriza la cantinela erudita y pseudo-intelectual que toman por costumbre las lecturas de libros de poemas. El caso es que el libro de Laia López Manrique te va a abrir el estómago en canal y no voy a explicar por qué. Sabrás que hay entraña. Leer La mujer cíclica es leer un tratado de guerra. Es la guerra. ¿O acaso seas tú la única persona en este mundo que no esté en guerra consigo misma? No. Tú estás en guerra como todo el mundo. Manrique nos cuenta la suya. Y esa guerra dice, por ejemplo: 

Se me pide ser racional ser precisa no caer no dejar caer no horadar demasiado no mirar demasiado no morar
se me pide atar lo que en ese lugar amenaza con tirarlo todo abajo
amarrar con fuerza lo que en ese lugar destruye
una casa como un cimiento una sorda ridícula vitrina transparente
sospecho que nada de eso será fácil que los cabos no podrán ser anudados que la fuerza que consiguen reunir mis dedos apenas llaga la retícula que envuelve la piel sobrante
ganas de llorar por las manos
ahí donde despide donde avanza la porosa cercanía
el tumor inconcreto de la cercanía
el agua el aceite el abono de la cercanía
volver a ser lejana
volver a dibujar el llanto rojo de mis palmas
devorar en ellas todo cuerpo astillado
                                                         toda
                                             terminación


O dice, también:

Cuando escribo, tengo miedo.
¿Es eso cierto?
No. Escribir es levantar una casa, una techumbre.
Tengo miedo del pálpito íntimo, salvaje, de la vida.
Cierro la persiana para escribir. Cierro el aire.


A un libro le pido que hable de mí. De las cosas que me pasan. Laia habla de todas las mujeres; así, también está hablando de mí. La mujer como guerra humana. Yo soy hombre. Pero resulta que en La mujer cíclica hablan personas torturadas buscando el agujero de salida. Lo mínimo. El hueco. La posibilidad. Y ahí no hay género. Intenta salvar tu culo leyendo. Dependerá de ti. Cuando cierres la contratapa, veremos de lo que has sido capaz. Laia, astuta como una zorra (en la animalidad del término) va dejando, a través de las páginas, claves para que escapes. Escaparás si eres capaz de reflejarte en ellas, en las mujeres del libro, en la autora. Ella está en todas. Ella las trae a todas para llorar juntas. Para amarlas. Para amarte.

Ocurre que las personas somos torpes en la guerra. Además, estamos incapacitadas para alcanzar la paz. Lee, calla, murmúrate y anota. No es un libro para subrayar. Es un poemario-soga-de-cuerda, su propia escritura es un hilo de cabo a rabo. En una de sus puntas está Manrique; la otra no sé si sabrás cogerla, asirte a su otro extremo, a la otra punta de la cuerda. Si tu cerebro no te estorba demasiado, lo lograrás. Agarrarás la cuerda con fuerza. Habrá pugna. No pelearás contra Laia porque te matará. Serás un lector o una lectora que morirá y bajará del texto como una mariquita que va a otra flor porque no tiene el don de libar.

Tómate la molestia. Sí, es un libro molesto. Sin tu colaboración será imposible la paz. Tu paz. Habrás jodido a Laia si no encuentras la paz de la guerra. No creo que seas de ese tipo de personas. Si la autora cae, tú caes. No tengo ni idea de quién es Ghandi, pero Laia es Ghandi. Tú mismo, tú misma. Laia es una escritora como la copa de un pino. Pero tú eres un lector - una lectora mediocre. Te lo digo a ti y me lo estoy diciendo a mí. ¿Cómo me salvé en La mujer cíclica? ¿Crees que soy imbécil? Si te digo cómo, estaré señalando el camino equivocado. Tú decides. Pon tú las normas, záfate de ellas. Sé La mujer cíclica. No sé si estás preparado, preparada. En realidad, no creo que hayas leído esta maldita reseña. No sirve de nada. El libro de Laia López Manrique está ahí. Es un libro barato. Es de los que se puede comprar y no te arruina económicamente, pero va a volarte el día por los aires. Estoy hablando de una lectura de excepción, de un libro tan así. ¿Qué eres tú? No eres una mariposa blanca haciendo flú-flú sobre una pradera verde con florecillas, no vas a engañar a nadie. Este libro tampoco lo es. Sencillamente es un libro que necesitas para no ser un completo imbécil. Una última cosa: no quiero escucharte si eres de los que pilla el libro, lo lee y luego no sabe qué decir, qué hacer. Ella escribe libros que son piedras de buen tamaño para lanzar, para abrirte la cabeza. Solo que este libro no se usa para eso, así como las piedras no están ahí como armas arrojadizas. La brutalidad de las piedras reside en su enorme capacidad para construir la paz. En su brutal movimiento desde lo quieto. La mujer cíclica es una espiral guerra-paz-guerra. Elige quedarte en el ojo del huracán. No entres en este libro sin haber leído, antes, Deriva. Joder, confía un poco más en tus actos. Asume las consecuencias. Haz una lectura de los dos libros de Laia desde la bondad para que tu existencia (nos) merezca la pena. No sé qué decirte, chico, chica, señor, señora. No sé si va a gustarte su libro. Sea como fuere, confío en ti… Pero apostaría un céntimo a que no te lo compras.

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