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resenas-princesas.jpgLas princesas sin reino
Becky Rubinstein F.
VersodestierrO
México, 2013

 
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No. 71 / Julio-agosto 2014



VII

¡Qué difícil es matar a Caperucita
sin dejar huellas de sangre en la alfombra!
“Qué si lo sabré yo – suspira el fantasma
                                de Canterbury.
“Qué si lo sabré yo” –agrega Jack el destripador,
Médico de cabecera de la Reina Victoria,
Destripador de caperucitas prostitutas arrulladas
    De día por el mago de las pesadillas,
El que ronda las calles de Londres
Sin que un Sherlock Homes encuentre su huella.
Las mujeres malas mueren sin desangrarse porque cada noche las desangra un vampiro.
Rojo
    Rojo
        Rojo
Trinidad Roja de mujer.

VIII. Venganza
Apareció en palacio
sin ser convocada
-como un mal sueño-.
No tenía plato ni lugar.
Con pretenciones* de diosa exigió pan,
                     néctar y ambrosía.
Y un asiento en aquella mesa de doce sillares
donde no había cabida para el número trece.
frente a la cuna
la recién llegada
sacó su rueca y se dispuso a hilar.
Su venganza era más fuerte que su hambre.
Y estaba en ayunas.

Canto noveno
No hay como un baile en palacio.
No hay como un príncipe en eterno celo.
No hay como una forastera ataviada
        de oro y plata.
Las comadres murmuran…
El Reino de Cenizas es infinito.
Para la Cenicienta no hay imposibles:
¡Un candil arde en la chimenea!
La eternidad y el infinito se abrazan.

 
 

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