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resenas-neurologia.jpgNeurología 211
Rocío González
Trilce
México, 2013.

 
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No. 71 / Julio-agosto 2014




La red de la papiroflexia entrelaza gestos
son frágiles paredes ora púrpuras, magentas
detienen las oleadas diamantinas
ahí donde el abrazo juega

Si quisiera reír
el recipiente de la espuma habita ya el instante
despliega su rocío
contiene en la boca
un abismo blando
un rizo de sabores
agua

mis ojos cerradura
inmóvil frío que desata cuadrículas de lluvia
resonancia
magnética o magenta
con un perverso ritmo
                                         trina
manta de acero
precisión de tumba
y la cabeza arde en tonitos artificiales e interrogaciones

sus luces de neón in ter mi ten tes
dicen sí/no sí/no (no sí) no sí? no

albur que la razón sostiene




materia gris envuelta en rojo latiendo bajo la tensa piel que soy que somos presión arterial respiradero atrofia flojo puesto ahora en un paréntesis perplejo a donde me llevaron de la mano los opiáceos y el amor en la sala de espera mientras en la mesa de disección hábiles manos transcienden el paisaje y sus mantos acuáticos se concentran en lóbulos circunvoluciones y el lenguaje se queda no sé dónde porque ahora la presencia imperiosa es ese pequeño bulto que apenas se distingue tan rosadito él como el resto es decir tú casi inofensivo si no hubiera sido por el latigazo ¿cuánto cortar? desalojarte bye bye ya estuvo bueno aunque deban cortarme también algunos trozos de lo que soy y he sido y ahí no estamos juntos porque ésta mi cabeza es sólo mía está hecha de mis hechos y mis escogencias por mucho que intervengan los entornos como crecer en Ixtepec el ojo de agua la casa y el calor las desinencias el hermano nutricio y el asesino que nos arrebató su tiempo no su alma donde sigo en su amparo mientras cortan además de tu daño trozos de mi materia esa materia gris plástica ella misteriosa compensatoria lúdica ojalá que se lleven mi estulticia y la tristeza esa tan inútil aunque en la foto salga el hueco extraño donde ya no serás astrocitoma el diálogo insensato del delirio y la vida me dé un cuaderno nuevo para escribir tal vez lo mismo pero no igual




De súbito, por tautológico o manido, eres otra.  Siempre, de todas formas, siempre, nadie es el mismo. Tanta simpleza asusta. Pongamos que los días se ponen verdes y olvidas el carmesí que te gustaba, es más, olvidas que fue tu sello, la inscripción en que reconocías la entrada a tu país o a tu cuerpo.

Hubo una crisis que nunca fue memoria, hipotálamo dicen que es el responsable, una huella subsumida en apagones y sabes que no hay forma ni conjuro para decirle al mar que tú eras su demonio. Tan ilógico es que seas otra, que cansa repetirlo. Todos lo saben, hasta los recién llegados notan que hay una mismidad en ti que ya no corresponde. Algo se gana siempre que se pierde: un patio, un jardín o un parque.

Ahora vengo a remar en esa otra, camino, sostengo una cascada, escucho la respiración de la que fui

 
 

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