No. 71 / Julio-agosto 2014


Richard Gwyn en la Fiesta del Libro y la Rosa


Por Ana Franco Ortuño
 

El Libro y la Rosa es una celebración que inició en el Centro Cultural Universitario hace seis años; la idea del intercambio entre libros y rosas viene de la tradición catalana, que a su vez, celebra la victoria de San Jorge (mártir soldado de Capadocia en el siglo IV) sobre el dragón, y la conmemoración de la muerte y entierros de Cervantes y Shakespeare. Así pues, la UNAM toma esta idea del intercambio entre libros y rosas en una fiesta para todos los públicos.

Periódico de Poesía ha invitado cada año a algunos de sus colaboradores a participar en mesas de lectura, entrevistas de radio, eventos de poesía con otras disciplinas como la danza y la música, ha convocado acciones poéticas.

En 2014 la participación del Periódico tuvo como invitados en el vestíbulo de la Sala Nezahualcóyotl, a Richard Gwyn y a Jorge F. Hernández. La charla-lectura de poemas convocó a unas 60 personas, jóvenes en su mayoría.

Nacido en Gales en 1956, Richard Gwyn dirige la cátedra de Escritura creativa en la Universidad de Cardiff, donde enseña. Su obra poética incluye One Night in Icarus Street (1995), Stone dog, flower red/Gos de pedra flor vermella (1995), Walking on Bones (2000), Being in Water (2001) y Sad Giraffe Coffe (2010). Asimismo, es editor de la antología The Pterodactyl’s Wing: Welsh World Poetry (2003). Como novelista ha publicado Colour of a Dog Running Away (2005) y Deep Hanging Out (2007). Su relato autobiográfico The Vagabond’s Breakfast  se publicó en 2011. La bibliografía se completa con Communicating Health and Illness (2002) y Discourse, the Body, and Identity (2003), dos volúmenes dedicados a estudiar las relaciones entre la enfermedad, la lengua y el cuerpo. Como traductor ha publicado versiones de autores españoles y latinoamericanos en diversos medios. Su más reciente volumen es A Complicated Mammal. Selected poems by Joaquín O. Giannuzzi (2012).

El marco de la Fiesta del Libro y la Rosa, sirvió como pretexto para presentar su libro
Abrir una caja,
traducido al español por Jorge Fondebrider, y publicado en Buenos Aires.

Gwyn, un hombre aparentemente taciturno, recién había llegado a la ciudad. Él y Jorge conocieron en Guadalajara así que la charla sería, más bien, la extensión de una plática. La facilidad de F. Hernández para conversar se sumó a los magníficos poemas. La obra de Gwyn ha sido calificada por Jorge Aulicino como “(…) fábulas personales, rescatadas de la vida cotidiana no límpidas, con todavía un légamo de fondo, la oscuridad del límite entre lo valioso, didáctico y trascendente y lo ‘demasiado’ material, lo demasiado común, lo demasiado oscuro.”

Estos encuentros sirven, además de para ‘encontrar’ un libro de poemas, de otro modo inconseguible, para relacionar, lentamente y con el paso de los meses y la lectura, una interminable serie de vínculos fascinantes: los poemas y su traducción (la edición es bilingüe), el diálogo entre quienes lo comentan, el autor y sus receptores.

Es factible entonces descifrar esas fábulas personales y ‘oscuras’ que encuentra Aulicino en la obra de Gwyn, en la suma de las preguntas que formuló Jorge F., y en las respuestas o los poemas, como si se leyera un mapa. F. Hernández se interesó por lo anecdótico personal y por saber si los ‘hechos’ narrados en los textos eran tales; Gwyn dijo haberlo olvidado en algunos casos (como en "el que hacía miel"), pero contó, por ejemplo, que sus padres fueron médicos y por lo tanto, su interés por los vínculos entre la enfermedad, la lengua y el cuerpo viene de ahí.

Richard Gwyn ha sido marino, un viajero incansable, un aventurero que transita el siglo, una especie de periodista blogger, y su sorpresa con lo mínimo humano está presente no solo en la obra. Le gusta dividir su personalidad con un alter ego, Ricardo Blanco, quien escribió durante la estancia en México memorias en su blog. Gwyn fue durante esos días el embajador de cultura de Gales; Blanco el testigo que recoge la matemática alterada de un país que lo fascina en su convulsión y sus extrañas raíces (en el mejor de los sentidos). Mencionó también (fuera de la lectura) a un tercer personaje, un francés a quien incomodaría, por ejemplo, el tráfico en Paseo de la Reforma. El viaje de Gwyn y Blanco continuará, al menos por Colombia y Argentina, donde realiza una búsqueda de poesía latinoamericana actual. Seguramente las tres miradas de sus personalidades sucedían durante la Fiesta del Libro y la Rosa pero, como con Borges, no sabemos si hubo un predominio.

Si bien es claro que el libro de poemas es autónomo, asistir a una lectura en voz de su autor y con buenos anfitriones, nos lleva a sumar los versos con la plática y así, en esa ruta, intuir a una persona, a un poeta; el libro de papel, el blog y la mesa se extienden al libro de la vida y podemos indagar todavía más en sus dobleces.