Jack B. Yeats / Thomas MacGreevey


El jardín marino


Por Enrique Juncosa

jardin-susan-schreibman.jpgJack B. Yeats (1871-1957) es probablemente el artista más admirado en Irlanda de todo el siglo XX. Nunca perteneció a ningún movimiento, pero a pesar de su aislamiento ha ejercido una notable influencia en la cultura de su país. Existe en Dublín, por ejemplo, un museo dedicado a su obra, que es parte de la National Gallery of Ireland, algo que no ha tenido ni precedente ni continuación. Su familia, además, fue importantísima en el contexto cultural de su tiempo. Era hijo de un muy conocido pintor de retratos, John Butler Yeats, y el hermano pequeño de uno de los poetas más célebres de todos los tiempos, William Butler Yeats, premiado con el Nobel de literatura en 1923.

No. 72 / Septiembre 2014


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Jack B. Yeats / Thomas MacGreevey


Por Enrique Juncosa

jardin-butler.jpgJack B. Yeats (1871-1957) es probablemente el artista más admirado en Irlanda de todo el siglo XX. Nunca perteneció a ningún movimiento, pero a pesar de su aislamiento ha ejercido una notable influencia en la cultura de su país. Existe en Dublín, por ejemplo, un museo dedicado a su obra, que es parte de la National Gallery of Ireland, algo que no ha tenido ni precedente ni continuación. Su familia, además, fue importantísima en el contexto cultural de su tiempo. Era hijo de un muy conocido pintor de retratos, John Butler Yeats, y el hermano pequeño de uno de los poetas más célebres de todos los tiempos, William Butler Yeats, premiado con el Nobel de literatura en 1923. Jack, que había nacido en Londres, donde iba a tener lugar su primera exposición, vivió sus años de formación en la casa de sus abuelos en Sligo, en el oeste de Irlanda, quedando fascinado para siempre por los mitos y leyendas del país, y también por su historia, apoyando eventualmente el secesionismo. Durante su vida, trató a muchos escritores, de John Millington Synge (1871-1909) a Samuel Beckett (1906-1989), quien escribió un breve elogio de su obra y vivió, si no recuerdo mal, con uno de sus cuadros. Aquí, en cualquier caso, nos centraremos en su relación con el poeta Thomas MacGreevey (1893-1967), figura central de la vanguardia irlandesa, también amigo de Beckett, y menos conocido internacionalmente de lo que debiera ser.

MacGreevey fue alistado durante la Primera Guerra Mundial, siendo herido dos veces en sus atroces batallas de trincheras. Después de estudiar en Trinity College, en Dublín, viaja a París, donde dio clases unos años, y a Londres, conociendo en los años veinte a James Joyce, T. S. Eliot y Samuel Beckett, y colaborando a partir de entonces con conocidas revistas de la época como Transition y The Criterion. En 1934 apareció Poems, el único libro de poesía que publicó en su vida, donde queda manifiesta la influencia del Imagismo pero también su innegable voz personal. El libro fue admirado por Wallace Stevens, motivo por el cual empezaron a cartearse. Aunque no publicara más poesía, MacGreevey la siguió escribiendo, y además no desapareció de la escena cultural, publicando ensayos sobre Joyce (un análisis de Finnegans Wake), Eliot y Richard Aldington, y también sobre arte, incluyendo, entre otros, un libro sobre Nicolas Poussin, u otro sobre Jack B. Yeats, Jack B. Yeats, an Appreciation and an Interpretation, al que volveremos. También trabajó como crítico de arte durante años y acabó siendo director de la National Gallery of Ireland de 1950 a 1963. Sus poemas completos no llegarán sino hasta 1971, siendo reeditados veinte años después en 1991. La editorial española Bartleby Editores los publicó en castellano el año pasado, en traducción de Luis Ingelmo, epílogo de Anthony Cronin y presentación de Michael Smith, el editor del libro en su lengua original.

jardin-macgreevey.jpgYeats y MacGreevey se conocieron en 1923, aunque no fue sino a mediados de esa década cuando consolidaron su amistad. En 1923, la obra de Yeats, que acababa de conocer a Oskar Kokoshka en Dresde, da un cambio fundamental, pasando de su original realismo inicial a la suerte de expresionismo poético que le dará fama. Los nuevos cuadros de Yeats, que documentan cierta idea idílica o mítica de Irlanda, con paisajes alucinados y multicolores, repletos de caballos y personajes literarios, causarán un gran impacto en el joven MacGreevey, que escribirá una encendida reseña sobre ellos. No pasará desapercibida. MacGreevey era un joven muy activo, que iba y venía de París y de Londres conociendo a gente importante, como hemos visto, y que ya se había hecho notar en el mundillo cultural dublinés. Era veinte años más joven que Yeats, dinámico y extrovertido, y poco a poco se convertirá en una especie de portavoz del pintor, siempre reservado y taciturno. Con el tiempo, MacGreevey llegará incluso a convertirse en una especie de administrador de sus asuntos pictóricos. Su libro sobre Yeats, que hemos mencionado más arriba, se convierte además en la interpretación canónica del artista, aunque autores posteriores, como el biógrafo de Jack B. Yeats, Bruce Arnold, han avisado que hay que sopesar cada opinión con cuidado y rastrear todas las pistas posibles. En opinión de Arnold, por ejemplo, MacGreevey exagera el nacionalismo político del pintor. A pesar de todo, la influencia posterior del poeta, dirigiendo la primera institución artística de su país, seguro que ha tenido que ver con la continuidad ascendente de la reputación de Yeats.

En la breve pero intensa obra poética de MacGreevey, aparecen referencias constantes a grandes pintores de la historia, de Boticelli y El Bosco a Picasso, pasando por Berruguete y Giorgione. Uno de sus poemas más conocidos está basado en un cuadro de Tiziano, La Gloria de Carlos V. Su poesía, además, está llena de colores adjetivos, y es profundamente visual. Es también culturalista con referencias a la música y a la literatura. MacGreevey firmó en los años veinte un manifiesto con Beckett en el que reclamaba una poesía capaz de desvelar las profundidades telúricas de las cosas y de convertirse en vehículo divinatorio. Algo que no cuesta relacionar con la obra de Jack B. Yeats, si pensamos en pinturas de su época de madurez como The Golden Age (1945), A Place of Islands (1946), o Returning to the Shore (1948), e incluso también con la poesía de su hermano William, obsesionado como es bien sabido, por asuntos esotéricos.

 



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