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No. 72 / Septiembre 2014

 
Félix Suárez
(Ixtlahuaca, Estado de México, 1961)


Poemas para un cuerpo

                                                            A la memoria de Luis Cernuda



l
De las amplias potestades del aire,
de las plazuelas en las que tomaba el sol en el verano,
de los jazmines, sí,
de los insólitos jazmines
se aleja el cuerpo ya
                                   -su dolorido cuerpo-,

con un pájaro desangrado
entre las manos.

ll
La hemos llevado al atardecer por la ciudad.

Desde al auto
sus ojos son los de un viajero
que mira por última vez,
                                         con calma,
con tibia y desolada calma,
las plazas,
los puentes,
las calles.

La diminuta luz
con la que el día se despide.




El pirul

Duele  desde el interior de las ortigas la lenta savia triste de la cólera. Tras la rijosa planta se alza junto al muro la sombra hierática y nocturna del pirul.

Desde sus ramas caen minúsculos corazones resecos.

De niño subía yo hasta lo más alto, hasta los brotes más esbeltos, donde era ya invencible y el mundo parecía un ridículo escenario, con grotescas miniaturas de trapo.

No tengo memoria clara de eso… Yo cortaba las frutillas de reseca sangre para los pájaros, y miraba desde lo alto las disputas que tejían mis tías con grandes voces y manos, como si se tratara de una madeja hecha de hilos y savias rencorosas, envenenadas.

No he vuelto a subir a ese árbol (ni a ningún otro). Imagino en todo caso que desciendo cada día por él. Cada día un poco más. En dirección de sus raíces.