No. 73 / Octubre 2014


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Esto (también) es un libro


 

Por Roberto Cruz Arzabal

Todos los lectores sabemos lo que es un libro. Incluso quienes no son lectores lo saben. El libro es, antes que otra cosa, un objeto. Un objeto con un valor cultural definido por siglos de historia, un objeto asociado a la cultura de las élites; pero también, a su modo, a las culturas populares de los dos últimos siglos. El libro es, también, un símbolo de la relación entre saber y poder. En otro orden, un libro también es un contenedor de sentido, un disparador de relaciones intelectuales.

¿En qué consiste la materialidad de un libro? En una primera aproximación, en la reunión de hojas  cuyo orden secuencial y formato forman páginas, en la reunión de páginas entre las tapas y el lomo. En una segunda aproximación, la materialidad del libro es también el encuentro entre el lector y el texto. No hay en esto asomo de idealización, sino una idea más compleja de la materialidad que reúne el soporte, el texto y las prácticas interpretativas que, contenidas en el discurso, ejerce el lector. A partir de esta idea, podemos entender la riqueza de la pieza Esto es un libro de Rosario Loperena (Ciudad de México, 1985).

Esto es un libro consiste en tarjetas y stickers con el título del proyecto y un código QR que, al escanearse con un teléfono inteligente, dirige al sitio electrónico en el que se aloja el libro Alfabeto visual. Éste, también de la autoría de Loperena, es un libro con un discurso híbrido, una secuencia de fotografías y poemas relacionados entre sí, pero no a manera de ilustraciones o écfrasis sino como interferencias mutuas.

La materialidad de Esto es un libro no es solamente el libro digital Alfabeto visual, sino, notablemente, las prácticas de circulación que las tarjetas y los stickers generan. Quien se encuentre con una de ellas y llegue al libro mediante su teléfono participará de una estrategia de lectura generada por la propia obra; también será partícipe quien distribuya las tarjetas o quien intervenga un espacio público con un sticker.

Para esta entrega de Alterpoesía, además de presentar la obra de Rosario Lope-rena, le hice algunas preguntas sobre su proyecto.


RCA: ¿Cuál fue el proceso de elaboración del libro digital?

RL: El libro nació muy lentamente. Durante poco más de año y medio capturé imágenes de "grafías" que construyeran un alfabeto: objetos cotidianos dispues-tos a la vista de tal forma que se convirtieran en letras, letras-metáfora.

La primera imagen la encontré afuera de una tienda de artículos para instalación de estufas, me pareció que ahí, en las espirales, en las placas, en las mangueras y pivotes, había escritura. Así nació el Alfabeto Visual.

Me di cuenta que estas imágenes podían trastocar y cuestionar los elementos que conforman una lengua, trasladarlos. Hallé en el camino toda clase de cosas para jugar con ellas: tubos PVC, focos, cuchillos, rondanas, interruptores y otros, que al repetirse, contraponerse o situarse con otros elementos de su misma naturaleza, se transforman en piezas de una nueva lengua, una lengua para los ojos.

Posteriormente, al tener el conjunto de imágenes, trabajé con los textos.




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RCA: ¿Qué tipo de relación te interesa establecer entre las imágenes y los textos? ¿Crees que es adecuado pensarlas en diálogo, interferencia o alguna otra relación?


RL: Me parece que establecen un diálogo, me gustaría que así se leyera. No como un texto explicativo, ni como un complemento, sino como dos caminos de lectura paralelos, que se tocan y separan continuamente.


RCA: ¿Cuáles son tus motivaciones principales para poner el libro a disposición de los usuarios de internet?

RL: La principal motivación es que se conozca. Me interesa involucrarme de forma directa con los lectores, es decir, el libro no tiene costo, puede ser leído en cualquier lugar, en cualquier dispositivo. También me interesa darle un uso diferente a las redes sociales, como espacio creativo, de retroalimentación y de enriquecimiento. Esta circulación del material, me parece, es una forma de subvertir las leyes del consumo.


RCA: ¿Qué te llevó a concebir la idea completa de Esto es un libro? ¿Cómo definirías tu trabajo en este sentido?

RL: Al principio no tenía la idea del proyecto entero, sólo la de encontrar alfabetos y mostrarlos, todo lo demás nació como resultado del trabajo.

Al ver que el libro estaba completo, llegó la inquietud de publicarlo. Publicar es muy difícil. Necesitas que alguien quiera hacerlo. Publicar es caro. Y no es garantía de que lo lean. Nada lo es. Y si pensamos que las publicaciones llegan a muy pocas personas, uno se cuestiona cuál es el camino para que los "no lectores", las personas que no entrarían a una librería, conozcan tu trabajo, entonces la red se muestra como una opción muy atractiva.

Finalmente, vino otra cuestión: ya estando en la red, ¿cómo podría ser leído por personas que estuvieran fuera de mis círculos y redes?

Pensé en salir a las calles a pegar stickers y a repartir tarjetas con un código para escanear y con la dirección electrónica para descargar gratuitamente el libro.  Así, las casetas telefónicas, los postes de luz, el transporte público, las paredes, banquetas, etc., se convertirían en el libro mismo. Éste es un experimento para interactuar con el lector de otro modo.

Es una invitación. Genera curiosidad.


RCA: ¿Cuál ha sido la respuesta que has tenido a Esto es un libro?

RL: En la calle he visto muchas reacciones cuando pego los stickers, reacciones muy positivas. La gente me sonríe. Varias personas me han preguntado qué es o de qué trata y he visto otros que descargan el libro en su celular. Eso me encanta.

En una cafetería, al dejar tarjetas, un señor me preguntó cómo funcionaba el libro, su nieta le explicó, lo descargó y lo leyeron juntos mientras tomaban café. He pedido permiso a conductores de taxis y microbuses para pegarlo en sus uni-dades, y la gran mayoría lo permite de muy buen ánimo. También hay reacciones de desconfianza, de indiferencia y de desconcierto por no saber dónde está el libro mencionado, o de la policía que lo mira con sospecha o reprobación, pero en general ha sido muy satisfactorio salir a espacios donde comúnmente hay propaganda o no hay nada que mirar y ponerlo. Es una forma de intervenir el paisaje urbano, entonces el sticker no es solamente un libro, sino una marca que interfiere, un objeto descolocado y colocado en otro.

En este sentido, difundir el libro crea también nuevos alfabetos visuales que se documentan, es como si el libro mismo (el sticker) se insertara en los alfabetos contenidos en su interior y se reprodujera. El registro de su inserción en la ciudad es una pieza más del proyecto, otro alfabeto.

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RCA: ¿Cómo piensas la relación entre soportes digitales y soportes tradicionales (analógicos) en relación con este y otros proyectos de escritura?

RL: Pienso que las diferencias entre un soporte y otro son el costo, la difusión, la gestión o autogestión del material. También el modo de leer. La experiencia de la pantalla es muy diferente a la de hojear, la elección del soporte responde a la naturaleza del libro. Algunos requieren mayor intimidad con el lector y necesitan estar impresos para escribir en sus páginas o tenerlo debajo de la almohada, para sentirlo. Otros se benefician con la interacción electrónica que puede ser más inmediata. No me parece que uno sea mejor que el otro. Creo que las diferencias son el carácter sensorial y sus efectos sobre el cuerpo del que lee. De un cuerpo sobre otro. Una cuestión de materialidad. Si pensamos al libro como un corpus que se toca, se huele, que es único es sus formas y su peso, podríamos pensar que como objeto establece un lazo emocional más estrecho entre el lector y el contenido. Sin embargo, la red crea cuerpos, presencias e identidades que a pesar de que sólo tienen volumen y existencia material detrás de la pantalla, y de que necesitan la mediación de un dispositivo (con el cual también existe un lazo, quizás más utilitario y urgente) construye vínculos emocionales entre ellos y fuera de la esfera virtual. Creo que falta mucho por explorar en la virtualidad, pues estamos desarrollando nuevas conexiones, nuevas subjetividades y otras rutas de aprendizaje en nuestra relación con la red, así que con el tiempo tendremos otra perspectiva de las repercusiones y diferencias entre los soportes.



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