...................................................................

resena-nada-que-perder.jpg Nada que perder
Alfredo Félix-Díaz
Renacimiento
España, 2013

 
.....................................................................

No. 73 / Octubre 2014



A la muerte de mi padre


Mi padre me enseñó que las mujeres,
el alcohol y las babas del pecado
pueden cohabitar con el amor
de un hombre por su hijo. Y ese amor,
que brotaba del caos como un loto,
es más bello y más triste que unas ruinas
y una rosa y un barco en alta mar.
Quiérelo, Dios, como me quiso a mí.




Soneto

Y no estás en la lluvia que se filtra
entre las piedras de esta larga calle
llena de historia y árboles indómitos.
Y no estás en los ojos de mi novia,
grises y azules y naranjas, como
el Rin en julio cuando sale el sol.
Y ni siquiera estás entre mis dedos
sordos, Dios mío, que se pasan horas
metidos en las hojas de los libros
más absurdos, buscándote, buscándote.
En la lluvia, entre piedras, en la calle,
en los ríos y el sol lleno de historias,
metido entre las hojas amarillas
y rojas y naranjas, ni siquiera.




429 A. C.

Perdimos la gran guerra. Luego vino
la plaga a pitorrearse de nosotros
y la vida detrás de las murallas
fue un infierno peor que el de la guerra.
Una muchacha rosa como el alba
(no recuerdo su nombre, no lo dijo)
me interceptó en el atrio y me clavó
las uñas en el cuerpo y se soltó
a llorar. Yo le dije que en los médicos
no confiara, en los dioses no confiara,
y la besé para morir con ella.
Mil veces la besé pero aquí sigo.




Dos endecasílabos

No existe cosa más amarga en este
mundo que el dulce amor, el dulce amor.

 
 

Leer reseña...