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resena-travesia.jpg Travesía: Entidad
del cuerpo

Melissa Nungaray
Editorial La Zonámbula
Guadalajara, Jalisco, 2014

 
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No. 73 / Octubre 2014



4


Entre la ausencia de la luz
las tinieblas se contraen,
las cadenas no tienen salida,
las esferas de la soberbia no tienen juicio.
En la espera de la gloria el fuego cierra su camino.




12

El eclipse de la voz sin nombre
existe sobre las mareas de la tierra
sumergiendo el oráculo en el lamento.
La tierra es el oráculo de la marea;
el eclipse, la voz del lamento.




20

Restos de ceniza desde la raíz,
el fuego a pasado,
la flama del vigía ha muerto,
la luz resplandece poco a poco,
el insomnio ha dicho:
esa sombra sabe la verdad.
La cordura y la locura son la esfera de la ilusión,
en el fulgor del mal solloza el demente,
los cristales bailan en el fango.
La llave abrirá el conocimiento.




29

Altura desértica  en la textura de la solemnidad,
titubeante raíz occidental.

Caer y sostener el gran arsenal
sosiega en andantes palabras cristalina gloria.
Rostro estante en alborada providencia
balanceándose en la acritud del bosque,
infancia adiestrada al caudal en voz de aurora.

Las secuelas de la frialdad salvan la neblina
en el osario antártico del cielo en jaula
de tierra blanca perdida en penumbra,
de las nubes respiro la intacta pulcritud emblemática,
del cosmos aíslo la extensión atávica de mi nombre.




30

Una palabra, tu palabra, nuestra palabra,
somos una lágrima de piedra ante el rostro de esmeraldas.
La lluvia de luz es la divinidad del reflejo,
se abre y avanza al atavío del viento,
flecha de serpiente,
eufórico nudo del abismo extrae la chispa del respiro.

En el Monte del Nimbus es factible el maullido de la flor,
boreales cisnes de la expansión acampan bajo la marea de la mariposa.
Solsticio de siete días para viajar en las protuberancias de algún cometa,
mar de esencias en cada espacio de tu ausencia.
Desangraré lejos el cascabel de la luna,
me iré al vaivén de los frutos en el hervor de tus visiones.




32

Auténtica curva de visiones obsidianas
en un momento de repentina evocación
por escribir la tierra en montañas de lluvia
se oxidan como gotas de alegría
que beben sangre floreada de pies amordazados
cubriendo la palabra sin alma.

Devoro la séptima uva del lagrimal
de flores indecisas a seguir volando en el delirio,
de los vasos que duermen con la muerte cada hora,
en cada imagen que destroza el juicio.

Se funden los ojos en la mente
queriendo salir para absorber la vida
y mirar de frente el castigo de la voz,
torturo la escalera que sigue viva
dentro de la convulsión que no se esfuerza
por extinguir los brazos de alientos perdidos
que sólo caminan en vidrios
de cuerpos robados por cielos imparciales.
Golpearé una vez más los dedos incompletos de la poesía
albergando la reunión extraída de la esencia del lenguaje.




33

Salvemos la colisión del flamenco
en la salamandra de la perseverancia
me desvío al vino sombrío de antaño,
la semilla del suicidio se asfixia
navega por el fuego  al límite de la aurora.
Lejanía mía,
escucho el monótono  latido,
el aliento fresco del silencio es un miserable suspiro.
La poesía obstruye el sacrilegio de la puerta al ciclo.




47

Me citan para asociarme, 
como cautiva en el jardín adornado de lilas luciérnagas.

La poesía es el  lugar.




57

Autenticidad del aire,
lucidez que vuelve a mí
implorando esa querida ansiedad de la corriente.
Mar adentro la frondosidad de los seres.
Mítica es la palabra para definir los labios
que se agrandan sobre la tierra.
Una mirada muy amplia
panorámica en las sombras,
ángeles me llaman hacia allá.
No son ellos,
es la sangre la que me habla de sonidos errantes.
Ojos, pulcra armonía.




59

Multitud aturdida en campanas sollozando,
arrastrándose en la ira
revolcada en la elipsis de la luz mayor.
Veo, pero no escucho,
es la encarnación de mil cuerpos
con cada gota de la misma alteza del infierno
bufándose del yerro.
Creaciones inéditas bailan en el limbo,
frotan sus órganos en paredes de hocicos sin fondo,
se almacenan y llevan al Olimpo
para recordar el tiempo en el que la tierra
se consumió,
ciclo que se repite.
Estoy harta de entregar mi pequeño rostro a diario,
iría  por segunda vez
al lugar amargo y silvestre.
Los hijos del diablo lo llaman bóveda
eterna, demasiado salvaje.
Lamen sus huellas
hasta encontrar una que se le parezca.
Decapitan sus orejas, elevan su cuerpo y regalan sus lenguas
hasta la última boca de silencio.
Ahora solo gritan sus cuerpos.




70

El sol de la mañana
forma la noche de la luna.
La seriedad de las paredes,
las miradas del licor.
Adicta a leer los actos
en una esfera escondida
en las páginas del reverso.
Deambulo
para formar la silueta
de la tinta.




78

Noche momentánea
la respuesta se dispara,
estalla la piedra,
sonido enterrado en el vientre.
Luna petrificada en el encuentro
de instantes consagrados de siete pausas.
¿A dónde iré en cada mausoleo de medianoche?
Si quebrantaron las voces emergentes
a solas el tiempo de cuerpo en cuerpo,
el canto palpa el viento
se arrastra en una flor que fluye del reflejo.

 
 

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