No. 73 / Octubre 2014


 

Tercer Festival Internacional de Poesía
de la Ciudad de México 2014


Presentación en Espacios


José Vicente Anaya
(Villa Coronado, Chihuahua, 1947; vive en la Ciudad de México)


Morgue No. 3

Ciego. Ensayando maneras de mirar
en mar de triquiñuelas y
la sombra abrazando. La
cabeza blindada
se observa
entre rejilla: quiero
captarme,
saber qué tanto soy
las figuraciones
que aletean mi cara... Todo
el color negro
me punzó los ojos. Aquí
pudo haber árboles, casas,
niños jugando; pero arrojamos
napalm,
truenos desfoliadores y
la confirmación
de que la bomba atómica
se puede generar
desde los genitales... Otro paisaje
que se desdobla. Apeñuscados
en posición de cuclillas
arañando acero,
y un movimiento de puntitas
en el atolladero: pasos
callados
para no despertar
al moribundo
que jala los talones...





Liu Chang
(Huai'an, China, 1973; vive en Nanjing)


Septiembre

Los amigos se fueron de viaje
Yo sentada sola a la puerta de mi casa
También vi el otoño




Espina de pescado

Soy la luna que vertiste de una copa en el banquete.
Soy espina de pescado y me encuentras en tu carne.
Soy el carácter chino tantas veces establecido pero que nunca se dejó por escrito.
Soy la palabra que se metió atrancada en tu garganta.
Soy el abismo. Soy la poesía.
Me presento cuando estás desesperado. Práctica peligrosa de amor.
Borracha, sobria, nunca me detengo.





Manuel Cuautle
(México, 1971)


Tus olores
los siento
           pasar
continuamente
por mi rostro

cierro
los ojos

llego
al centro
           de ti
al centro
           de mí

me cubro
con tu tiempo
            con los tejidos
            vivos
            y muertos
            de tu carne

respiro
           respiro
                       respiro

estás
            te ausentas
existes
            duermes

eres poesía
en la ventana
que tiene
múltiples historias





Mohsen Emadi
(Irán)

1

En cada ventana que abro una nueva mujer me sonríe. Nuevas muertes, niños dando cabezazos contra la boca del útero. Los colores se calman en la ropa secándose en el alféizar de las ventanas. Aquí se tiende el negro allá se recoge el rojo. Nunca abrí las ventanas a las mujeres que esperan. Las campanas de las iglesias propagan el domingo. Saludo con la mano a una mujer absorta en la nada que sacude su cigarro en la barandilla del balcón liberada de esperanzas escapada de la muerte colgada de la nada con ojos vacíos vacíos que caen en mis poemas.

Saludo con la mano.


5

En la ausencia de cada mujer parte de su feminidad está presente: horquilla, cabellos sueltos por los rincones, calcetín rosa desparejado, magulladura de mordisco en el hombro.

Limpio el polvo, recorto rostros de mujeres en fotografías, pongo en hora los relojes de la casa, me paro frente al espejo. Unos ojos de mujer me miran desde el espejo, y sin que yo diga nada me afeita y acaricia mi pelo blanco.

«¡Si ahora sonríes un poco estarás igualito que entonces!»





Saúl Ibargoyen
(Montevideo, Uruguay, 1930; vive en la Ciudad de México)


Hombre esperando


El hombre se acuesta
con sus mudas frases
trepándole por la boca.
Hay miedo en esas palabras
miedo en esa lengua
miedo en la espalda enterrándose
entre las vaciedades de la sábana
miedo en el cuerpo que no encuentra
ahora una suave sombra carnal
que lo sustente
miedo en los relojes
que se gastan
miedo en el grito que solamente
las orejas del hombre
pueden escuchar.
El hombre espera
con sus huesos imperfectos
con partículas fallecidas soltándose
y un silencio oscurísimo
fluye sin prisa
por todos los teléfonos.





Ernesto Lumbreras
(Ahualulco de Mercado, Jalisco, 1966)


1
Arroyo del Limbo donde se mira (con la garganta abierta) un jabalí.


2

Yo no querré llegar hasta el final. ¿Para qué adelantarme al pensamiento de quien perturba mi dicha, hechizado por un surtidor no del todo resuelto y llora de súbito (con sus animales de gasa, con su bondad de niño mirando un fantasma) y pide su resurrección (providencial como un laúd) cuando recuerda la roja sandía de la expiación primera? Yo quiero, entrado en copas, ver una montaña demasiado aparente  para despertarme  y seguir el rastro de un conejo de tres patas. (13/abril/2013)


3

Enunciación de actos que están sucediendo: del presente remoto de una enfermedad mortal al pasado líquido de la gota de ámbar que nunca caerá. Actos que están siendo, diré también al final de esta anotación (pero que, de algún modo) dejaron ya en mi alma una marca de agua que fluye.


4
(húsar de juguete abandonado)

Rumia tu ilusión de mediodía, hombrecito de plomo, cánsate de cerrar los párpados entre los follajes de un solar baldío. Olvidado por los tuyos y por tu bandera en esta zanja de olores rabiosos, sólo te queda tu pensamiento, esa ponzoña azul que demora tanto en encontrar tu tiro de gracia.


5

De golpe toparme con la oscuridad que se come sus crías para después llorarlas a la luz de una fruta abierta.

 

 


 

Publicado en Página 12, el viernes 12 de julio