No. 73 / Octubre 2014
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Tercer Festival Internacional de Poesía |
Liu Chang (Huai'an, China, 1973; vive en Nanjing) Septiembre Los amigos se fueron de viaje Yo sentada sola a la puerta de mi casa También vi el otoño Espina de pescado Soy la luna que vertiste de una copa en el banquete. Soy espina de pescado y me encuentras en tu carne. Soy el carácter chino tantas veces establecido pero que nunca se dejó por escrito. Soy la palabra que se metió atrancada en tu garganta. Soy el abismo. Soy la poesía. Me presento cuando estás desesperado. Práctica peligrosa de amor. Borracha, sobria, nunca me detengo. Manuel Cuautle (México, 1971) Tus olores los siento pasar continuamente por mi rostro cierro los ojos llego al centro de ti al centro de mí me cubro con tu tiempo con los tejidos vivos y muertos de tu carne respiro respiro respiro estás te ausentas existes duermes eres poesía en la ventana que tiene múltiples historias Mohsen Emadi (Irán) 1 En cada ventana que abro una nueva mujer me sonríe. Nuevas muertes, niños dando cabezazos contra la boca del útero. Los colores se calman en la ropa secándose en el alféizar de las ventanas. Aquí se tiende el negro allá se recoge el rojo. Nunca abrí las ventanas a las mujeres que esperan. Las campanas de las iglesias propagan el domingo. Saludo con la mano a una mujer absorta en la nada que sacude su cigarro en la barandilla del balcón liberada de esperanzas escapada de la muerte colgada de la nada con ojos vacíos vacíos que caen en mis poemas. Saludo con la mano. 5 En la ausencia de cada mujer parte de su feminidad está presente: horquilla, cabellos sueltos por los rincones, calcetín rosa desparejado, magulladura de mordisco en el hombro. Limpio el polvo, recorto rostros de mujeres en fotografías, pongo en hora los relojes de la casa, me paro frente al espejo. Unos ojos de mujer me miran desde el espejo, y sin que yo diga nada me afeita y acaricia mi pelo blanco. «¡Si ahora sonríes un poco estarás igualito que entonces!» Saúl Ibargoyen (Montevideo, Uruguay, 1930; vive en la Ciudad de México) Hombre esperando El hombre se acuesta con sus mudas frases trepándole por la boca. Hay miedo en esas palabras miedo en esa lengua miedo en la espalda enterrándose entre las vaciedades de la sábana miedo en el cuerpo que no encuentra ahora una suave sombra carnal que lo sustente miedo en los relojes que se gastan miedo en el grito que solamente las orejas del hombre pueden escuchar. El hombre espera con sus huesos imperfectos con partículas fallecidas soltándose y un silencio oscurísimo fluye sin prisa por todos los teléfonos. Ernesto Lumbreras (Ahualulco de Mercado, Jalisco, 1966) 1 Arroyo del Limbo donde se mira (con la garganta abierta) un jabalí. 2 Yo no querré llegar hasta el final. ¿Para qué adelantarme al pensamiento de quien perturba mi dicha, hechizado por un surtidor no del todo resuelto y llora de súbito (con sus animales de gasa, con su bondad de niño mirando un fantasma) y pide su resurrección (providencial como un laúd) cuando recuerda la roja sandía de la expiación primera? Yo quiero, entrado en copas, ver una montaña demasiado aparente para despertarme y seguir el rastro de un conejo de tres patas. (13/abril/2013) 3 Enunciación de actos que están sucediendo: del presente remoto de una enfermedad mortal al pasado líquido de la gota de ámbar que nunca caerá. Actos que están siendo, diré también al final de esta anotación (pero que, de algún modo) dejaron ya en mi alma una marca de agua que fluye. 4 (húsar de juguete abandonado) Rumia tu ilusión de mediodía, hombrecito de plomo, cánsate de cerrar los párpados entre los follajes de un solar baldío. Olvidado por los tuyos y por tu bandera en esta zanja de olores rabiosos, sólo te queda tu pensamiento, esa ponzoña azul que demora tanto en encontrar tu tiro de gracia. 5 De golpe toparme con la oscuridad que se come sus crías para después llorarlas a la luz de una fruta abierta.
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Publicado en Página 12, el viernes 12 de julio |