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US Latino Poets en español
Por Xánath Caraza

Copatrocinado por el Smithsonian Latino Virtual Museum
 

us-latino-natalia-trevino.jpgNatalia Treviño nació en la ciudad de México y creció en San Antonio, Texas. Treviño es autora del poemario Lavando La Dirty Laundry, (Mongrel Empire Press, 2014), es profesora de inglés en Northwest Vista College y miembro de la Fundación Macondo. Natalia hizo su licenciatura en inglés en la Universidad de Texas y su maestría es de la Universidad de Nebraska en Omaha. Sus poemas han ganado los siguientes premios: el premio Alfredo Cisneros, el Wendy Baker Creative Writing Award, el Dorothy Sargent Rosenberg Poetry Prize y el San Antonio Artist Foundation Literary Prize. Sus poemas han sido publicados en Border Senses, Borderlands, Texas Poetry Review, Sugar House Review, Burntdistrict y Voices de la Luna. Ha sido mencionada en Sliver of Stone Magazine y en The Harriet Blog en el Poetry Foundation. Natalia creció con dos culturas y con doble nacionalidad, espera compartir sus experiencias con la gente de ambos lados de la frontera, México y los Estados Unidos.

No. 74 / Noviembre 2014


US Latino Poets en español
Por Xanath Caraza

Copatrocinado por el Smithsonian Latino Virtual Museum
 


us-latino-natalia-trevino.jpgNatalia Treviño nació en la ciudad de México y creció en San Antonio, Texas. Treviño es autora del poemario Lavando La Dirty Laundry, (Mongrel Empire Press, 2014), es profesora de inglés en Northwest Vista College y miembro de la Fundación Macondo. Natalia hizo su licenciatura en inglés en la Universidad de Texas y su maestría es de la Universidad de Nebraska en Omaha. Sus poemas han ganado los siguientes premios: el premio Alfredo Cisneros, el Wendy Baker Creative Writing Award, el Dorothy Sargent Rosenberg Poetry Prize y el San Antonio Artist Foundation Literary Prize. Sus poemas han sido publicados en Border Senses, Borderlands, Texas Poetry Review, Sugar House Review, Burnt district y Voices de la Luna. Ha sido mencionada en Sliverof Stone Magazine y en The Harriet Blog en el Poetry Foundation. Treviño también ha sido antologada, como escritora de ficción, en Mirrors Beneath the Earth de Curbstone Press y,como ensayista, Shifting Balance Sheets: Women’s Stories of Naturalized Citizens y Complex Allegiances: Constellations of Immigration. Actualmente está terminando su primera novela, La Cruzada, el testimonio de una madre adolescente que deja su hijo y su hogar en México para trabajar en los Estados Unidos. Natalia creció con dos culturas y con doble nacionalidad, espera compartir sus experiencias con la gente de ambos lados de la frontera, México y los Estados Unidos. Hoy en día vive con su esposo e hijo en San Antonio, Texas.

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Natalia Treviño en su poemario Lavando la Dirty Laundry nos comparte un diálogo íntimo de lo doméstico que transforma en poesía. Desde un punto de vista femenino nos habla de deberes cotidianos, de la maternidad, de secretos de las abuelas, de enredos de las tías, de eventos que alguien recuerda pero que preferiría olvidar, y lleva al lector a pequeñas galerías de su niñez; otras son retratos familiares de su vida actual y, en otras ocasiones, son imágenes de las dos culturas en las que le tocó desarrollarse entre México y los Estados Unidos. Por momentos es la abuela a quien escuchamos entre los versos, y la voz poética reflexiona sobre los recuerdos, enseñanzas o secretos de la abuela. Las voces de mujeres en la vida de Treviño hacen eco, una y otra vez, en su poemario. La maternidad es un tema recurrente en muchos de sus poemas y a manera de diálogo interno, con dudas, sorpresa y hasta frustración, empatizamos con la voz poética. 

Treviño, principalmente, escribe en inglés en su poesía. Mas como ella lo dice, creció gringa, y nos comparte una mezcla de códigos lingüísticos inglés y español en sus versos. Resalta palabras en español, que tienen una carga emocional fuerte y que, obviamente, se relacionan con parte de su niñez o con eventos relevantes en su vida actual. 

Treviño dialoga a través de sus poemas con el lector. Es la voz de su niñez, su experiencia como madre, su relación con las tías, la que se percibe fuertemente en este poemario. Algunos de sus poemas son en prosa y, una vez más notamos el diálogo interno que la poeta tiene consigo misma en el que los lectores somos cómplices de los secretos guardados y que ahora están flotando en el aire.

Para esta ocasión he traducido y seleccionado los siguientes poemas, Traducir nacer, De madre a hijo y Lavando la ropa sucia.


Traducir nacer

Mi abuela me dijo una vez
de sus partos,
Todos mis partos fueron bonitos.
En español, la palabra para birth es parto,
y por haber crecido gringa,
he traducido palabras al inglés

nada más quitando la o. Casi siempre funcionó:
banco, bank, santo, saint. Y con la a, también tuve suerte:
computadora, ador-a. Adore, Flor-a.
Mas no a todas las palabras se les puede aplicar esta regla. No había birtho,
y Bertha era un nombre, no un cognado:
a-bierto y a-bierta no funcionaban —abrir no es nacer.

Born en español es nacer. No había nace.
Por lo menos nacimiento y nacer crean aliteración en Tejas.
Nacer y parto no. Oí todos mis partos fueron bonitos:
¿Puede la lengua ser tan sabia?
El niño parte. ¿Partir? De parte de significa de alguien.
Vi al bebé como una parte que vino de la madre.

Pudiera ver el opuesto de lo que ella dijo, los partos son feos.
Cortadas. Partidas. Parte la carne. Se partió por en medio.
Corta la carne. Se desgaja por sí misma en el centro.
Me parto el corazón por mis hijos, dijo tío Jorge.
Y en una mesa de operaciones, se le partió el corazón por sus hijos.

Pregunto esto de una lengua donde
a tres casas, las cabezas de cerdos cuelgan
arriba de las sodas. Donde los periódicos imprimen ¡Accidente!
Arriba de fotos brillantes de cuerpos a medias, torcidos, rojo metal.
Donde con este mismo papel,
se envuelve la carne que comerás para el almuerzo.




De madre a hijo


Después de una comida, nos recostamos a dormir
mi hijo de cinco años apoya su oreja
en mi vientre, oye la ondulada

conmoción –el vaso de vino,
pedacitos de espinaca y arroz salvaje, un bocado de trufa de chocolate
apoyo mi oreja en su centro aplanado.

Oigo los canales correr dentro de él.
El batir del agua en el puerto en la noche.
Una luna provocando las olas, acercándolas.

Él regresa a mi estómago inflamado,
pregunta, ¿haces esto a propósito?
¿Provocas estos sonidos?

No, digo. Ahora está confundido.
Suena como las burbujas que un pez oye.
Tal vez un bote, contesto.

Le digo que tenemos los mismos sonidos
dentro. Sus ojos se dilatan.
Apoya su oreja otra vez y ve

motores formándose bajo nuestra piel,
agitando nuestras aguas saladas
al unísono. Nuestra primera marea.




Lavando la ropa sucia


‘Uelita, estábamos amasando el harina en tu mesa de metal de la cocina
cuando me dijiste que mi abuelo tuvo novias.

Midiendo gránulos de sal. Dijiste que explicó el día
que tiró tu carga de ropa para planchar al lodo.

Ahí estabas, sosteniendo la plancha
de vapor en tu casa de cemento caliente.

Oíste a alguien en la puerta frontal, preguntaba por mi abuelo
¡Raúl! ¡Raúl! ¿Raúl? Y dejaste que el hombre entrara.

Lo sentaste en tu casa
le ofreciste agua fresca por el calor.

‘Uelito llega en ese momento.
Te ve darle

al hombre un trago,
grita, ¡lárgate de aquí!
¡Lárgate!

¡Lárgate!
¡Hijo de tu madre! ¡Cabrón!

Avienta al hombre y a tu ropa blanca fresca
a la lodosa calle.

Y no te habló
por días. Te dejó adivinar

lo que el hombre había hecho.
Tu pila de ropa

arrojada a un enredado desastre.
La recogiste,

La dejaste hundirse, remojarse en una cubeta
mientras la lluvia no te dejó lavar por días otra vez.

Años más tarde, después de que ‘Uelito muriera
el hombre volvió una vez más:

él pensó que estabas engañándolo conmigo, dijo.
Yo lo había visto con una mujer.

Y él pensó que tú y yo éramos
como ellos.

Me dices esto y sometes la masa al chirrido sonoro
de la mesa, un corazón de metal doblegándose entre tus dedos.





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