Edith Sitwell/Pabel Tchelitchew


El jardín marino


Por Enrique Juncosa

Edith Sitwell (1887-1964), nacida en el seno de una familia aristocrática, rica y excéntrica, fue una poeta muy apreciada en su tiempo, aunque su prestigio, sin duda injustamente, haya mermado mucho desde entonces. Su extraño rostro angular, con algo del de la actriz Rossy de Palma en versión muy elegante, y su gusto por joyas yropajes insólitos –amatistas, ámbar, terciopelo y brocados- son todavía bien conocidos. Esto es así porque Edith Sitwell, con moños elaborados y las manos repletas de anillos, fue pintada y fotografiada una y otra vez por artistas tan célebres como Wyndham Lewis y Roger Fry, entre los pintores, o Bill Brandt y Cecil Beaton, de quien fue modelo favorita, entre los fotógrafos. En el mundillo literario londinense de entreguerras fue reina indiscutible, frecuentando a personajes como Yeats, Eliot, Virginia Woolf, Evelyn Waugh y Gertrude Stein

No. 74 / Noviembre 2014


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Edith Sitwell/Pabel Tchelitchew


Por Enrique Juncosa



Edith Sitwell (1887-1964), nacida en el seno de una familia aristocrática, rica y excéntrica, fue una poeta muy apreciada en su tiempo, aunque su prestigio, sin duda injustamente, haya mermado mucho desde entonces. Su extraño rostro angular, con algo del de la actriz Rossy de Palma en versión muy elegante, y su gusto por joyas yropajes insólitos –amatistas, ámbar, terciopelo y brocados- son todavía bien conocidos. Esto es así porque Edith Sitwell, con moños elaborados y las manos repletas de anillos, fue pintada y fotografiada una y otra vez por artistas tan célebres como Wyndham Lewis y Roger Fry, entre los pintores, o Bill Brandt y Cecil Beaton, de quien fue modelo favorita, entre los fotógrafos. En el mundillo literario londinense de entreguerras fue reina indiscutible, frecuentando a personajes como Yeats, Eliot, Virginia Woolf, Evelyn Waugh y Gertrude Stein. Cuando viajó a Nueva York en 1948 con sus hermanos, Osbert y Sacheverell, ambos escritores notables, fue acogida como una leyenda viviente, de lo que queda constancia en una foto de una recepción en su honor en la mítica librería Gotham Book Store, y en la que aparecen rodeándola, entre otros, Charles Henri Ford, Stephen Spender, W.H. Auden, Gore Vidal, Tennessee Williams, Marianne Moore y Elizabeth Bishop. Poco después, en una visita a Hollywood de 1953 fue fotografiada con Marylin Monroe, ambas charlando animadamente en un mismo sofá.
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Edith Sitwell, como también sus hermanos, tuvo una relación pésima con sus padres, siendo su infancia muy desdichada, con problemas además de salud –tenía la columna desviada.Después nunca se casó, aunque en 1927 se enamoró locamente del pintor homosexual Pavel Tchelitchew, sentimiento no correspondido que duró hasta la muerte de éste treinta años después, según se desprende de correspondencia que solo recientemente ha salido a la luz tras ser investigada por el último biógrafo de la inglesa, Richard Green, autor de Edith Sitwell, Avantgarde Poet, English Genius (2011), un notabilísimo intento de recuperar su figura. Entre su obra poética, influenciada tanto por el jazz como por el simbolismo francés, destaca Façade (1922), un grupo de poemas para un inusual espectáculo musical, realizado en colaboración con el compositor William Walton, y que se representaba tras una cortina sobre la que se había abierto un agujero que correspondía a la abertura de una boca pintada, y Street Songs (1942), colección a la que pertenece el que tal vez sea su poema más conocido, Still Falls the Rain, sobre los bombardeos alemanes de Londres-un poema que luego fue musicalizado por Britten Sitwell también escribió una novela, biografías de Alexander Pope y de reinas inglesas, y un maravilloso libro de perfiles biográficos titulado English Eccentrics (1933), que obtuvo gran éxito al publicarse y que mantiene hoy todo su interés.

Edith Sitwell y Pavel Tchelitchew se conocieron en París en casa de Gertrude Stein, pocos días después del estreno de El triunfo de Neptuno, uno de los ballets de Diaghilev para el que había escrito el libreto el hermano de Edith, Sacheverell, y durante cuyo intermedio se habían quedado mirándose fijamente. El ruso Tchelitchew (1898-1957), también aristócrata, había huido con su familia de la revolución bolchevique. Después de pasar un tiempo en Constantinopla, y ya en 1922, expuso en Berlín, en donde conoció a sus compatriotas Strawinsky y Diaghilev, y al pianista americano Allen Tanner, con quien comenzó a convivir en pareja. Ambos se mudarían a París en 1924. Tchelitchew, influido de forma temprana por el Cubismo, abandonó pronto toda tentación abstracta, para liderar un grupo, los “Nuevos Románticos”, que miraba a los maestros del Renacimiento y a los simbolistas. Sus primeras pinturas alegóricas, de atmósferas grises y tristes, tenían cierta afinidad con el surrealismo. Tchelitchew adquirió gran notoriedad pronto, y la imagen de una de sus pinturas más célebres, Hide and Seek (1940-2), en la colección del MoMA de Nueva York, fue durante mucho tiempo la postal más vendida en las tiendas del museo después del Guernica de Picasso. Su reputación, sin embargo, cayó en picado con el triunfo del Expresionismo Abstracto, aunque sus dibujos de temática homoerótica habían mantenido los que los anglosajones llaman un cult-following. A pesar del apoyo incondicional inicial de Gertrude Stein, fueron muchos quienes veían a Tchelitchew como un oportunista, empezando por la compañera de Stein, Alice B. Toklas. De su correspondencia se desprende con gran claridad que era un personaje extravagante, supersticioso, egoísta y no poco iluminado.

jardin-marino-sitwell-tchelitchew.jpgSu relación con Sitwell fue tan apasionada como misteriosa, y aunque no sabemos si se acostaron juntos o no, parece posible, ya que si no lo fue cuesta entender los celos terribles de Edith por los numerosos amantes del ruso, y sus esperanzas mantenidas durante décadas de acabar casándose con él. Lo que sí parece claro es que Tchelitchew jugó con ella, creándole expectativas falsas, para que le ayudara a promover su obra, como por ejemplo arreglando su exposición en Londres de 1928, año en que Sitwell le compró también un cuadro, Green Venus. En cualquier caso, y al comenzar la década de los treinta, Tchelitchew empezó una nueva relación con el poeta americano Charles Henri Ford que duraría toda su vida. A ambos les gustaban los chicos jóvenes, que intercambiaban o con los que se acostaban juntos. Se fueron a Nueva York al comenzar la década de los 40.

De la extraña relación entre la inglesa y el ruso quedan los retratos de Sitwell realizados por Tchelitchew, sin duda algunas de sus obras más destacables. Stella Bowen, la pintora australiana que vivió y tuvo una hija con Ford Maddox Ford, y que vivió en casa de Edith Sitwell en París cuando ésta acababa de conocer a Tchelitchew, dejó escrito que ambos se influyeron en sus obras, aunque solo fuera por la visible energía que emanaba de ellos cuando estaban juntos. Ahora, sabemos que se escribieron íntimamente durante décadas, y que Sitwell seguía empeñada en una boda, disculpándose por haber sido difícil. Sus cartas son muy íntimas, pero sin duda resultaban “seguras” para Tchelitchew, ya que ambos vivían en continentes distintos. Entre las revelaciones de las cartas, se encuentran cosas como Sitwell recomendándole a él que viajara a Zúrich a psicoanalizarse con Jung, quien fue una gran influencia para ambos.

La poesía de Sitwell es muy rica en imágenes arquetípicas y algunas de las pinturas de Tchelitchew anticiparon lo psicodélico. Por último, y como en el caso de Sitwell, la obra de Tchelitchew está siendo recuperada: Alexander Kuznetsov publicó una completa monografía ilustrada sobre su obra en 2012.



Ilustraciones:
George Silk, retrato de Edith Sitwell y Marilyn Monroe, Hollywood, 1953:
http://theredlist.com/

Pavel Tchelitchew, retrato de Edith Sitwell, 1928:
http://theredlist.com/



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