Los varios mundos de Teresa Usandivaras

Música y poesía
Por Jorge Fondebrider

musica-los-musiqueros.jpgPoseedora de una magnífica voz de mezzosoprano, Teresa Usandivaras tiene además unos ojos muy parecidos a los de Janis Joplin y una risa explosiva nada reverente que también la acerca a la cantanta texana. Durante muchos años dividida entre la antropología –que la llevó a la Amazonia y al desierto de Kalahari, donde a lo largo de muchos viajes trabajó con los bosquimanos– y la música –con la que recorrió el espectro de la clásica y la popular–, en los últimos años parece definitivamente inclinada a esta última. Sin embargo, las divisiones persisten. Por un lado, es, con Julio Calvo, uno de los miembros fundadores del grupo Los Musiqueros, la formación de música destinada al público infantil más importante de la Argentina y una referencia obligada en toda Latinoamérica...

No. 74 / Noviembre 2014


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Los varios mundos de Teresa Usandivaras



por Jorge Fondebrider



Poseedora de una magnífica voz de mezzosoprano, Teresa Usandivaras tiene además unos ojos muy parecidos a los de Janis Joplin y una risa explosiva nada reverente que también la acerca a la cantante texana. Durante muchos años dividida entre la antropología –que la llevó a la Amazonia y al desierto de Kalahari, donde a lo largo de muchos viajes trabajó con los bosquimanos– y la música –con la que recorrió el espectro de la clásica y la popular–, en los últimos años parece definitivamente inclinada a esta última. Sin embargo, las divisiones persisten. Por un lado, es, con Julio Calvo, uno de los miembros fundadores del grupo Los Musiqueros, la formación de música destinada al público infantil más importante de la Argentina y una referencia obligada en toda Latinoamérica; por otro, es la voz solista de un quinteto que ella misma dirige y con el cual se presenta regularmente en Buenos Aires. Este año, con la excusa de que la FIL tiene como invitado a la Argentina, Los musica-los-musiqueros.jpgMusiqueros estarán en México durante los primeros días de la feria. No se trata de su primera visita: entre septiembre y octubre de 2014 ya habían emprendido una gira que les permitió una vez más presentarse en varios estados, continuando una relación con México que ya tiene más de un lustro. Por eso, y por la especificidad de las muchas músicas que Teresa canta, tiene lugar esta entrevista.


J.F. ¿Hace cuantos años están juntos Los Musiqueros?

T.U. Hace 29 años que estamos juntos, en el 2015 cumplimos 30 años.


¿Y cómo fue que empezaron?

Yo había grabado mi primer disco para niños Jugamos a cantar 1 y 2, dedicado a la preescolaridad y que tenía como objetivo que los padres cantaran las canciones con sus hijos en las casas. Lo hice cuando trabajaba de maestra de música en La Escuelita. En el disco cantan alumnos míos de 4 y 5 años, y participaron Dina Cusnir, cantando, y Fernando Millet, haciendo arreglos y tocando la guitarra, quienes trabajaban en la misma institución. El disco trascendió el ámbito del colegio y llegó a manos de Ruth Mehl, periodista especializada en el espectáculo infantil. Ella me invitó a cantar el disco en un teatro, y allí surgió la idea de crear un grupo dedicado a hacer música para chicos. Para ello, lo convoqué a Julio Calvo, quien a su vez convocó a Tomás Nelson y así surgieron Los Musiqueros. Recuerdo que, cuando nos juntamos los tres y pensamos qué queríamos hacer, coincidimos en que aspirábamos a abrir el espectro musical a la mayor diversidad de ritmos que pudiéramos, ya que nosotros veníamos de escuchar músicas muy diversas.


Pero no era todo…

No, también pensamos en que un recital debía tener momentos para escuchar, para cantar, para hacer ritmos y para moverse; o sea, un recital tenía que servir para enseñarles a los chicos lo que es hacer música.


Y eso incluye todo el proceso, incluso la creación de los instrumentos.

Sí. Una característica del grupo desde sus inicios, fueron los instrumentos que pensaba y construía Julio y que actualmente son parte distintiva de la propuesta: bicordio, chancletera, terecítara, lavasón, sweet banjo, más otros elementos de lo cotidiano que tienen sus propios sonidos, como las hueveras, la pava, los cacharros, botellas y bidones, cajas de tergopol.


Eso en cuanto a la música, pero, ¿qué pasa con las letras de las canciones?

Hay canciones que hacemos, en las que la letra está para ser escuchada; otras, en que las letras son excusas para tocar instrumentos musiqueros o para permitir el canto grupal.


¿De dónde proceden las letras?

Las letras provienen de distintas muchas fuentes: tenemos canciones cuya letra y música fueron creadas por niños con los que trabajamos en los talleres de música; hay letras inventadas y musicalizadas por nosotros y por otros musiqueros que, a lo largo de estos casi treinta años, han formado parte del grupo, como Tomás Nelson y Beto Caletti; en otros casos, hay otras letras que son poemas musicalizados.


¿Poemas de quiénes?

De Elsa Bornemann, Gabriela Mistral, Emilio Ballagás. También, canciones del repertorio para chicos, como las de María Elena Walsh o María Teresa Corral. En otras oportunidades, se trata del repertorio tradicional de la Argentina y de otros países.


¿Cómo eligen su repertorio?

Siempre la elección de las canciones pasa por el gusto. Nos gusta lo que se está diciendo o la melodía. Y, con suerte, las dos cosas. Por ejemplo, hace unos años tocamos en Lima, Perú, y una maestra nos cantó allí un tema de ella que habla sobre el Malambo, que es un barrio de allá. Nos gustó mucho, la tomamos y está grabada en Ronda, nuestro último cd.


Pese a que usted es muy conocida en el contexto de la música para chicos, entiendo que además desarrolla otro tipo de proyectos.

Sí, en paralelo a mi trabajo con Los Musiqueros, tengo un quinteto –cello, percusión, flautas, guitarra y voces–, dedicado a la música latinoamericana de las ciudades y de las áreas rurales. Mi repertorio incluye además música de los pueblos originarios.


¿Por qué?

Porque el hecho de ser antropóloga y de haber trabajado con distintas etnias, me facilitó la recopilación de canciones de otros grupos humanos.


¿Cómo elige su propio repertorio?

Elijo el repertorio, al igual que el repertorio para chicos, porque lo que escucho me conmueve, me gusta, porque la canción dice algo que tengo ganas de contar, o me parece que es interesante escuchar. Y me da lo mismo que sea una canción a voces del desierto del Kalahari, o una canción del campo colombiano. Me resulta atractiva la diversidad.


¿Piensa en lo que dicen las canciones que canta cuando las está cantando?

Es una muy buena pregunta, yo puedo cantar la misma canción muchas veces, pero cada interpretación es la de ese momento en la que la estoy cantando; vale decir, tiene algo de única. Vuelvo entonces a su pregunta anterior: hay canciones que me resultan entrañables, hay otras  que me gustan por la potencia musical que tienen, vocal o instrumental.


Parte de sus repertorios tiene letras en otros idiomas. ¿Cómo procede?

El problema de cantar en otros idiomas, que no son el que uno habla, es que a medida que uno se va habituando a ellos, paradójicamente y sin querer, puede ir perdiendo algo de la rigurosidad con las letras fueron aprendidas. Cuando aprendo una canción que está en otro idioma, si es de una grabación, la escucho, la escribo en fonética, la canto sobre el intérprete y cuando siento que la cantamos juntos y no hay interferencias de pronunciación, la empiezo a cantar sola. Y, por lo que dije antes, cada tanto vuelvo a la fuente, porque se pueden “lavar” las pronunciaciones.


¿Y cuáles son las diferencias entre hacer música para chicos y música para adultos?

Más allá de que ambas pueden ser escuchadas por unos y otros, mi objetivo es hacer la mejor música que pueda tanto para chicos como para adultos, pero en los recitales para niños hay letras que tienen que ver más específicamente con temas que los involucran, como los miedos (que los adultos también tenemos pero probablemente más racionalizados), los chicles que no deben ser comidos durante la clase, los primeros amores y las preocupaciones que ellos aportan desde los talleres.