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resenas-74-mosches.jpg El ojo histórico
Eduardo Mosches
Universidad Veracruzana Xalapa, 2014.

 
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No. 74 / Noviembre 2014


 



La cantante muda

Al inicio fue el cuerpo
que cose hilo a hilo
la piel sudorosa
desorientada y tersa en su juventud
               las arrugas serán urdimbre
caída acumulada de granos de arena.

La respiración se hace angustia
duros latidos
espasmos cubren de nube
los ojos cargados de azul
                                              cielo en penumbras
observan detenidos en la trampa
la mirada busca inquieta
más allá de aquéllos que la rodean.

Una mancha de humedad
destruye la monotonía clavada en el techo
¿las lágrimas vuelan?

El hueso del recuerdo es roído
por el azul doloroso.

La música le susurra
teje el aroma
mueve su paso joven hacia otras caderas
el pie engarza pasos
que deslizan sensualidad
de diferentes cuerpos
se desgranan junto al bandoneón.

Su propia voz enlaza palabras
sobrevuelan
para anidarse en versos sencillos
animan sus mañanas y muy pocas noches
mientras el caballito de los sueños gira animado
a colores de golpes de hadas bastante callejeras.

Ciudad y puerto envuelta en palabras de vidente
la isla queda atrás de las muescas
(piel hecha nudos en las nubes petrificadas)
la rodea el agua profunda de los viajes
sin realizar.

La mancha húmeda se abre
corola en primavera
agiganta
mientras el dolor
prendido a sus corvas estalla
destila luz
como alcohol en la lengua prendido
angustia y espasmo cuece sus muslos
duele iluminar la sonrisa
la umbría cueva está por parir otros sonidos
carne tibia y piel ensangrentada.

La mancha disminuye ante la luz del dolor.



El ojo histórico

 

Según últimos despachos este 24 de enero las tro-
pas anglonorteamericanas han consolidado firme-
mente las cabeceras de puente establecidas sobre
la costa occidental, luego de rechazar violentos con-
traataques alemanes y penetrar más de seis kiló-
metros tierra adentro, con lo cual han colocado al
alcance de sus cañones la Vía Apia, principal ca-
rretera entre Roma y el frente alemán.

La Razón,
25 de enero de 1944, Buenos Aires


Eran tiempos de guerra,
las olas observaban
la huida de los bañistas
reemplazados por hombres
de verde uniforme y sombrero de metal
gorda copa aplastada.

El ruido sustituía a la marea
los cañones se aplicaban a entonar
cánticos estridentes
malolientes de ruptura.

Presenta cara hosca el invierno
no había hojas en las ramas de los nogales
platos de loza dispersos en fragmentos
los pájaros habían perdido sus alas.

Bajo las paredes derruidas
salsa apergaminada de los tallarines
sangre húmeda puesta a secar.

Las mujeres se arremolinaban buscando algo de leña
el frío continuaba su desconsuelo
entre restos de ventanas
ojos asombrados miran hacia el cielo
otros pájaros habían emigrado
pesarosa nube en los árboles quemados
y los muñones de ramas.

El olor de los cuerpos yertos
no exhala buen aroma.



El vuelo de los sentidos
 

 

Durante la vida intrauterina, a los tres meses las cé-
lulas se organizan en las capas de la corteza y a los
seis la estratificación se ha realizado y la apariencia
es la misma que en los adultos. El área motriz pri-
maria es la más adelantada de todas las partes del ce-
rebro, después las áreas sensorias primarias y a
continuación las áreas primarias auditivas y visuales.
JEAN PIAGET

No agrada dejar el nido de agua
el aire penetra como cuchilla
la palmada golpea las nalgas
la sangre se alborota
    entrada al mundo de la luz
conocer el color a través del sufrimiento.

Mis ojos cerrados sólo pueden mirar hacia adentro.

El sonido surca el espacio
deposita el asombro que el oído crea.
Las puertas gimen
el susurro del vestido avanza
se adelanta a la calidez de ese cuerpo
que me estrechará como alguna vez supo resguardarme.

 

 
 

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