No. 74/ Noviembre 2014


 
 

RAFAEL FELIPE OTERIÑO
(1945)

 

Publicó los siguientes libros de poesía: Altas lluvias (1966), Campo visual (1976), Rara materia (1980), El príncipe de la fiesta (1983), El invierno lúcido (1987), La colina (1992), Lengua madre (1995), El orden de las olas (2000), Cármenes (2003), Ágora (2005), Todas las mañanas (2010) y Viento extranjero (2014). En 1997 publicó su Antología poética y en 2009 reunió su obra en el volumen En la mesa desnuda. Miembro de la Academia Argentina de Letras y Profesor de la Universidad Nacional de Mar del Plata y de la Universidad Fasta, fue también Juez en Mar del Plata durante más de 30 años.

 

ESA VEZ, PLATÓN

 

Esa vez, Platón se equivocó: los poetas
no devuelven imágenes repetidas,
no conspiran contra la fidelidad de los espejos.
Hacen que el árbol de la razón
parezca enano. Que los espejos devuelvan
nuestro verdadero rostro deformado.
Tal cual es: con ojos hundidos
y una luz brevísima que irrumpe y desaparece.
Los poetas rescatan la moneda
que se perdió en el fondo del lago,
la gota que sin cesar perfora la piedra,
y eso también concierne a la República.

 

EXHUMACIONES


4. Diccionario Enciclopédico Garnier
París, Novísima Edición

Me descubro
consultando palabras
en tu diccionario de juventud.

Son las mismas
que alguna vez te desvelaron,
Hades, su pasaje a Destino
y su pariente cercano: Cronos.

Subrayadas,
con notas al margen,
entre signos de admiración.

Todo eso arrebatado por hollín
y viento perfumado.

 

LO INEFABLE

 

Y el fresco de la mañana y la corriente de aire perfumado
fueron suficientes:
lo inefable se percibe en los cuartos, se insinúa en las paredes,
brota un poco más lejos, en el reverbero del camino,
y se borra.
Así, todas las veces y durante las cuatro estaciones.

Esfumado, es la ausencia;
favorecido por el relámpago, la sensación y el escalofrío.

Le di mis manos para que no le pesara la deformidad de la historia
y las tomó sólo por momentos.
Juntos atravesamos galerías, arcos de medio punto
y manantiales
en los que el agua rejuvenece.

Así nació la ilusión de que había un lugar y estaba próximo.

Supe que era lo mejor,
si referencia exacta ni obrar fijo, sin esperar respuesta
ni buscarla:
un vuelo de colibríes que alborota las hojas.

Lo inefable vierte vino en las jarras, da color a las vocales,
pronuncia voces detrás de un muro
cuyo guardián es invisible.
Habla y habla.

De lo inefable son los molinos de viento,
la lluvia sobre el techo y el parpadear de las estrellas.
                                                                  Nuestros,
los argumentos, las frases en latín y la música de cámara.