No. 74/ Noviembre 2014


 
 

MIGUEL GAYA
(1953)

 

Nacido en Ayacucho (provincia de Buenos Aires), integró, junto con Javier Cófreces y Jonio González el Grupo Onofrio de Poesía Descarnada y cuando estos fundaron la revista de poesía La Danza del Ratón, fue miembro de su comité editorial desde 1981 hasta 2001. Ha publicado La vida secreta de los escarabajos de la playa (Buenos Aires, Ediciones de la Claraboya, 1982), Levanta contra el viento la cabeza oscura (Buenos Aires, Ediciones de la Claraboya, 1983), Colección Robin Hood (Buenos Aires, Acme Agency, 1994), Siluetas en la corriente del río (Buenos Aires, Ediciones del Cronopio Azul, 2000) y Los poetas salvajes (Buenos Aires, Ediciones en Danza, 2003).

 

SI SE OBSERVA DETENIDAMENTE

 

Si se observa detenidamente en una tarde
el misterioso baile de las gaviotas
se conocerán sus dibujos     sus ritmos
su mensaje
El gato al desperezarse tiene un plan
y sabe en cada momento cómo tirarse al sol
cómo guiñar lentamente sus ojos
Con paciencia descubriremos el significado de sus actos

Pero nosotros desconocemos nuestros propios dibujos
y nuestras segundas intenciones no remiten a la armonía.

 

MANOS REPOSANDO SOBRE LA MESA

 

Manos reposando sobre la mesa
Los dedos
no retuvieron nada de lo que pasó
entre ellos
Lento toco las grietas que dejara
el tiempo
Tiernas pecas de la historia
que no construyen ningún
mapa

 

“VILLA FRANCA”.  ARROYO BURGUEÑO

 

Cuando tenía doce años
en un agujero del corredor de la casa de ese verano
escondí un papel en el que dejé abandonada
constancia secreta de un amor eterno
tapado a conciencia con masilla y pintura
Por supuesto que los años pasaron
sin mayores prestigios que la vida común
y no volví a esa casa ni a ningún otro sitio
y el amor de ese entonces me gana por dos hijos
y algún matrimonio en el recuento contable
de la afectividad
pero
ahora en la noche cuando todo está quieto
y olvidado y lejano como hasta dios manda
pienso que lo más verdadero que tiene esta historia
son las letras porfiadas que contra toda esperanza
laten ciegamente en la oscuridad del muro