No. 74/ Noviembre 2014


 
 

OSCAR TABORDA
(1959)

 

Nacido en Rosario (Provincia de Santa Fe), publicó poemas en los volúmenes colectivos Poesía de cuarta (1980) y Con uno basta (Rosario, Ediciones La Hoja de Poesía,1982). Durante los primeros años de la revista, fue frecuente colaborador de Diario de Poesía, en cuyas páginas aparecieron varios de los poemas que se ofrecen a continuación. A la fecha, sólo ha publicado 40 watt (Rosario, Beatriz Viterbo, 1993).

 

LOS BUITRES

 

Cruzado por ráfagas de viento y humo
en el fin de semana esperando lluvia
zarpó el Murature, y el que estuvo entre la multitud
y vio a funcionarios y alcahuetes
agitar banderitas bajo un toldo,
no podrá olvidar cómo, vueltos a su patria,
los restos de Rosas fueron conducidos río abajo.
Un acto fascista, otro más, que cuando
por altoparlantes se invitaba a desconcentrar
atrajo a unos pocos melancólicos buitres.

El río golpeaba los muelles,
jirones de banderas flotando en el palco vacío;
había olor a carne asada, perros husmeando,
gente en los cordones tomando vino y comiendo.
Polvo, papeles sucios de grasa, flores marchitas,
y junto a una fila de autos, resignados a cargar
con unos jinetes exultantes y torpes,
caballos engalanados que bajaban la cabeza
para martillar, con sus patas delanteras,
la calle cerrada por árboles pálidos.

Los que llegaron aquí, graznando
entre tambores de aceite usados como vallas
y envases de cualquier cosa ya consumida,
habrán sentido qué poco basta
para rendirse a esa marea turbia y balbuceante
que se esfuerza por crecer como el pasto,
orgullosa, en la semiconciencia,
y al ver temblar raídos estandartes en el viento,
reconocido también que algo parecido a la gloria
les era ofrecido por monedas.

 

HOSPITAL ITALIANO

 

Por aquellos que donaron camas
es este mármol. Una piedra
asociando la nómina de los benefactores
con cada crujir y descansar de enfermos.
Se trata de una lista de nombres,
con la cantidad que cada uno aportara
para que dispusieran de reposo
los convalecientes,
una suma general, el año,
y la consideración de que ese gesto
habría de menguar el dolor.
Tal el homenaje que se les hizo
o ellos mismo se hicieron.
Pero más que información o lazo,
en sí misma, la piedra fue el alivio.
No de los enfermos,
sino de Vittorio Semino, Alberto Muzzio,
Angela y Luigi Pinasco,
Antonietta Tiscornia, Ugo Roselli,
Angela de Martin y Elena de Rodríguez,
Paolo Baiocchi, Caterina Girardi,
María Elena y María Inés Castagnino,
Doménico Dianda, Alba Nora Bruera.
No alude a otra cosa
ese CARITAS DOLOREM LENIT