Juan Manuel Bonet / Benard Plossu


El jardín marino


Por Enrique Juncosa

De entre las frecuentes colaboraciones entre poetas y artistas plásticos, pocas parecen tan acertadas como la del poeta español Juan Manuel Bonet (París, 1953) y el fotógrafo francés Bernard Plossu (Dalat, Vietnam, 1945). Bonet, actualmente director del Instituto Cervantes en París, es muy conocido como gestor de grandes instituciones museísticas, habiendo sido uno de los mejores directores tanto del Instituto Valenciano de Arte Moderno de Valencia (IVAM), como del Museo Reina Sofía de Madrid, desde donde fue inusualmente capaz de continuar con su labor de escritor, tanto sobre temas estéticos como literarios.

No. 75 / Diciembre 2014 - Enero 2015


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Juan Manuel Bonet / Benard Plossu


Por Enrique Juncosa



De entre las frecuentes colaboraciones entre poetas y artistas plásticos, pocas parecen tan acertadas como la del poeta español Juan Manuel Bonet (París, 1953) y el fotógrafo francés Bernard Plossu (Dalat, Vietnam, 1945). Bonet, actualmente director del Instituto Cervantes en París, es muy conocido como gestor de grandes instituciones museísticas, habiendo sido uno de los mejores directores tanto del Instituto Valenciano de Arte Moderno de Valencia (IVAM), como del Museo Reina Sofía de Madrid desde donde fue inusualmente capaz de continuar con su labor de escritor, tanto sobre temas estéticos como literarios.

Entre sus publicaciones destacan innumerables textos sobre arte, como sus introducciones para los catálogos de exposiciones como El poeta como artista, El Ultraísmo y las artes plásticas o Morton Feldman: Vertical Thoughts, las tres comisariadas por él; o para monografías dedicadas a figuras tan distintas como Tarsila do Amaral y Alex Katz, a quienes ya hemos dedicado atención en estas páginas, o como Giorgio Morandi, Juan Gris, Dis Berlín o Helmut Federle, mencionando a artistas especialmente próximos a su poética.

Bonet es autor también de un monumental Diccionario de las Vanguardias en España (1907-1936), donde se funden sus dos intereses principales. Podría decirse, en cualquier caso, que su enorme actividad en el terreno artístico ha hecho sombra a su singular y más que notable faceta poética, iniciada con La patria oscura (1983). Bonet ha publicado regularmente desde entonces libros como Café des Exilés (1990); Praga (1994) presentado como la traducción de un poeta checo realmente inventado, Pavel Hrádok; o Postales (2004), aunque haciéndolo a veces en editoriales no muy visibles. En 2015, en cualquier caso, la cuidadosa editorial La Veleta (Granada, España) ha anunciado la publicación de su poesía completa hasta la fecha. En su vertiente literaria, Bonet destaca asimismo por la definitiva antología de la poesía ultraísta, Las cosas se han roto (2012), además de ediciones críticas de poetas vanguardistas de ese periodo como Cansino-Asséns o Lasso de la Vega. 


La última entrega poética de Juan Manuel Bonet es Nord-Sud (2011), un libro publicado en España en colaboración con Bernard Plossu, y que reúne 30 poemas y 30 fotografías emparejadas. No fue la primera vez en la que ambos trabajaron juntos, destacando antes la retrospectiva de Plossu organizada por el IVAM en 1997, durante la dirección de Bonet. Bernard Plossu descubrió en un primer viaje fundacional al desierto del Sáhara, en su juventud, el potencial estético de viajes y de los paisajes, convertidos desde entonces en uno de sus temas predilectos. Posteriormente, Plossu estuvo en México en los 60: esa experiencia fue recogida en uno de sus libros más conocidos y celebrados, Le Voyage Mexicain. También viajó después por África y los Estados Unidos, viviendo en Nuevo México una larga temporada iniciada en 1978. Más tarde, Plossu vivirá en Almería, España, de donde es su mujer, hasta instalarse definitivamente en La Ciotat, en el sur de Francia. Su trabajo fue objeto de una gran retrospectiva organizada por el Centre Georges Pompidou de París en 1988. 


Plossu trabaja con cámaras sencillas y en blanco y negro; siente atracción por lugares de tránsito como estaciones, puertos y hoteles, por los que también siente predilección Bonet. Ambos son maestros en la captación de instantes fugitivos y casi inasibles, que parecen en el caso de Plossu, fotogramas de películas, habiendo sido el cine de la Nouvelle Vague una de sus grandes influencias. Su trabajo rememora, por ejemplo, y ahora refiriéndonos a un italiano, a la forma en que el paisaje es misterioso en una de las obras maestras de Antonioni, La aventura, donde un personaje desparece en un islote rocoso sin dejar rastro. Las fotos de Plossu suelen estar, mas no siempre, vacías de personajes. a pesar de esto, sus espacios han sido probablemente escenarios de sucesos; sean éstos tan sencillos como el acto de la espera. Cuando vemos personajes en su obra; estos suelen ser seres solitarios, caminantes o pasajeros, que llegan o acaban de despedirse. De forma semejante, los poemas de Bonet podrían ser momentos epifánicos de novelas o cuentos. Los suyos son poemas atmosféricos como la prosa de Patrick Modiano, y en donde lo que se dice es menos de lo que se sugiere.

La poesía de Bonet tiende a la brevedad y a la claridad, y es a veces más fácil describirla, aunque no sea difícil encontrar en ella la influencia de algunos poetas españoles anteriores, como Juan Ramón Jiménez o Luis Cernuda, o, relacionándola a otras disciplinas, de la música de Erik Satie o Frederic Mompou. Su poesía es una poesía de la memoria, intimista, casi nostálgica, aunque feliz, culta, literaria y cosmopolita. Ambos, Bonet y Plossu, tienen preferencia por la noche o las horas crepusculares y por ambientes intemporales difíciles incluso de fechar. El uso del blanco y negro de Plossu subraya esto, y algunos de los poemas de Bonet nos llevan hasta el periodo europeo de entreguerras. Los dos son admiradores declarados de los cómics de Tintín, y de autores como Paul Morand y Blaise Cendrars, grandes viajeros. Plossu fotografía también naturalezas muertas y, sin saberlo diría que, como Bonet, es admirador de Morandi. Tal vez, la cosa que más les une es la utilización de las ciudades como trasfondo y tema. En la obra de ambos aparecen ciudades muy literarias como París, Venecia, Praga o Lisboa, además de otras, y sobre las que proyectan experiencias autobiográficas, vividas o estéticas, o sobre las pueden adivinarse las de personajes fugitivos, entrevistos en tránsito, o meramente intuidos en ámbitos oscuros, misteriosos y solitarios.



Ilustraciones:
George Silk, retrato de Edith Sitwell y Marilyn Monroe, Hollywood, 1953:
http://theredlist.com/

Pavel Tchelitchew, retrato de Edith Sitwell, 1928:
http://theredlist.com/



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