No. 75/Diciembre 2014-Enero 2015 |
Verdades filosóficas Si la boca tiene sabor a sal, nada vale un beso. Si el alma está cargada de palabras, materia de la eternidad, para qué callarlas. Si los ojos son grandes, lámparas para el juicio final, si son grandes, si comunican el peso de los días, si suben por los peldaños de la espalda como una araña que sacude el nervio de los músculos, si precipita el pan sagrado de las almas que se reconocen sólo porque me has mirado en la cocina y yo sabía que esa mirada era carne, fuego, piel, sudor, entrañas. Si en una mirada me entregas el cuerpo, digo, llenaré tu alma de certezas, por ejemplo: Una: la poesía salva, la poesía exige, la poesía compromete. Dos: la música es canto olvidado de las hadas, más mortífero que las sirenas de Odiseo. Tres: la pintura sube y baja por las paredes; más allá del marco, el grito y la noche impactan los pies. Cuatro: los gatos son la más reciente forma del arte. Aprendí la voluptuosidad en su roce. Y cinco: puedo ser Narciso y Paris, Romeo y Tristán, Oliveira y algún heterónimo del portugués; solo basta que tú seas Eco, Helena, Julieta, Isolda, la Maga, la niña metafísica de los chocolates. Es así de simple, corazón aturdido: la ontología está en tus ojos, la ética en tus manos, la epistemología en tu boca. (¿Ya ves muñeca, qué simple es la filosofía cuando tus ojos miran?) Eva I Sus ojos son enfermedad o asombro (luz). Nunca sombras. De noche buscan y amanece. Hasta mañana fuego. Buenos días muñecas. Ramas, gorriones, Brujas y ojos. Buenos días. Su mirada viene y va sobre mi cuerpo. Cuando duerma pensaré en ello. Y en su voz. II Asusta bruja grita. Llueve calle suave. La serpiente se ha degradado: lagartija de agua apenas llegando a la semilla. Ahora, tú decides el silencio, la mariposa blanca o el azar promisorio: Dios aguarda y el fuego está en mis manos. La santidad reside en el pecado de tus piernas (sangre-luna-aurora). Siempre dos voces reunidas en la ausencia de una tercera que no será. III Asomo el pan y volteo la cuchara de cabeza. Una muchacha me mira y sus ojos son grito, son leche, tabaco. Subo y bajo por sus nalgas, una flor roja que es agua manzana de azúcar, su mirada. Anocheció en el viento. El sol disputa su carne, tierra de peces, de humo y arañas. Y también es negra su blusa y negra mi mirada.
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