Dylan Thomas en el cine
Cine y poesía Por Ángel Miquel
|
|
No. 75/ Diciembre 2014-Enero 2015 |
Dylan Thomas en el cine
Cine y poesía Por Ángel Miquel
|
De un lado egoísta, promiscuo, borracho, y del otro profundamente comprometido con su trabajo sobre las palabras y autor de una obra capital en lengua inglesa, Dylan Thomas puede resultar tan atractivo para el cine como lo ha sido para quienes gustan de la leyenda de los artistas bohemios. Por eso es en alguna medida decepcionante ver cómo se disolvió su figura en The Edge of Love (traducida como En los límites del amor, 2009), dirigida por John Maybury. Y esto no tanto debido a la interpretación del poeta galés por el actor Matthew Rhys, que es muy decorosa, sino más bien porque la narración lo descentra para enfocarse en otros personajes o conflictos. La película cuenta la relación entre dos parejas, una formada por Dylan y su esposa Caitlin MacNamara (Sienna Miller), y la otra por la cantante Vera Phillips (Keyra Knightley) y el capitán del ejército William Killick (Cillian Murphy). Pero los tres primeros son a fin de cuentas comparsas de las acciones de este último, que innervan, dinamizan y modifican la historia. Así, la partida de Killick al frente orilla a su mujer, quien ha tenido que renunciar a su trabajo por haberse embarazado, a acercarse afectiva y sexualmente a Caitlin y Dylan; y más adelante, a su regreso a la Gran Bretaña, el soldado detona la transformación de las relaciones entre los cuatro al intentar, enloquecido por lo que ha visto en la guerra y furioso por los celos, matar a Dylan suponiendo que es el padre del niño tenido por Vera (un episodio, por cierto, basado en hechos reales). Aunque hay desarrollos temáticos derivados de estos conflictos en los que juega algún papel la reflexión sobre el trabajo del poeta (por ejemplo, cuáles deberían ser las formas de su compromiso con el entorno en tiempos difíciles), la atención se centra en primer lugar en el personaje del capitán, y en segundo en las relaciones de amistad, complicidad y compañerismo que se dan entre las dos mujeres. Resulta significativo en este sentido que el actor que hace a uno de los más seguidos poetas occidentales del siglo XX (véase, como muestra de querencia, el sitio dylanthomasnews.com) tenga en los créditos el cuarto papel. Maybury había dirigido antes El amor es el diablo (Love is the Devil, 1998), en la que la recreación de fragmentos de la atormentada vida del pintor Francis Bacon daba lugar a una pertinente interpretación visual –en imágenes mostradas por espejos deformantes o en la percepción alterada por el alcohol de algunos personajes– de la vida cotidiana como si fuera una fuente directa, una alucinación o incluso una extensión de sus cuadros. El director intentó hacer algo parecido en En los límites del amor, replicando la densa imaginería verbal de Dylan Thomas con una barroca propuesta que integra, entre otros elementos, emplazamientos de cámara inusuales como tomas oblicuas y top-shots; una descripción de las acciones en la que los personajes están frecuentemente obstruidos, complementados y/o comentados por velos y filtros; una aglomeración claustrofóbica de objetos en las escenas en interiores, y un uso, de nuevo, de efectos retóricos derivados de reflexiones en espejos, refracciones caleidoscópicas y el viraje del color hacia tonos no naturales. Pero a diferencia de la película dedicada a Bacon, en la que se muestran de manera muy sugerente los puntos de contigüidad entre el mundo y la pintura, el emparejamiento de un orden verbal con otro visual es aquí más forzado, y parece innecesario. Aún así, y a pesar de que a veces se sienta cargada con una cantidad excesiva de recursos, esta capa fotográfica y escenográfica es de lo más disfrutable de la película. En cuanto a su dimensión sonora, En los límites del amor incluye sugerente música de Angelo Badalamenti (conocido por su trabajo para un par de películas de David Lynch), canciones de época bien interpretadas por Keyra Knightley, así como versos de Dylan Thomas, justamente celebrados por su musicalidad. Por lo general éstos se incorporan para reflejar, aludir o iluminar la situación concreta de los personajes, como cuando el poeta lee en voz alta, para su embobada esposa o durante una transmisión radial de la BBC, poemas que aluden a los terribles efectos de la guerra sobre la población londinense. Pero a veces también se escuchan en off, con la función de hacer comentarios más generales, tal y como ocurre al final de la película con este fragmento de “In my craft or sullen art” (“En mi oficio u hosco arte”): No escribo en estas páginas salpicadas de rocío En los dos casos los versos son dichos de forma correcta por Matthew Rhys, y sin embargo quien haya escuchado grabaciones del poeta (fácilmente accesibles en youtube) extrañará la potencia de su voz y el tono de predicador que tan célebres hicieron sus lecturas públicas en Europa y los Estados Unidos. Una de esas giras, por cierto, fue recreada en Return Journey (1990), película dirigida por el actor Anthony Hopkins, también galés y autoproclamado discípulo de su coterráneo Richard Burton, gran admirador de Dylan Thomas. Sobre la actuación de Bob Kingdom en esta cinta escribió Merlin Harries (Eye For Film, 14 de junio de 2006): El retrato de Thomas hecho por Kingdom es conmovedor y desolado a la vez (...) Una representación de asombrosa transparencia en la que hay un meticuloso balance entre un cultivado tono de voz y los temblores ocasionales de las expresiones de ausencia que sugieren la tristeza interior del poeta. La película se basa sólo en el vigor de Kingdom, quien logra una actuación que refleja en igual medida el amor de Dylan Thomas por la literatura y su desesperación personal, ofreciendo un fugaz y extraño vistazo al mundo de un hombre que parecía balancearse constantemente en el precipicio de la destrucción personal. (Traducción mía.) Por último, vale la pena recordar que el poeta participó fugazmente en el cine de su país –un tema sugerido, pero no desarrollado, en En los límites del amor. En un anexo de The Life of Dylan Thomas, biografía de Constantine Fitz Gibbon publicada en Londres en 1965, se informa que entre 1942 y 1943 codirigió, participó en guiones o hizo comentarios en verso de ocho documentales, y que entre 1944 y 1948 escribió diez argumentos para películas de ficción que no llegaron a ser filmados, entre ellos El doctor y los demonios y La playa de Falesá, aparecidos después como libros. |
* “Not for the proud man apart/ From the raging moon I write/ On these spindrift pages/ Nor for the towering dead/ With their nightingales and psalms/ But for the lovers, their arms/ Round the griefs of the ages”. (Traducción mía). |
Ilustraciones:
Retrato Dylan Thomas http://staticsquarespace.com Dylan Thomas y Caitilin MacNamara http://cdni.condenast.co.uk |