No. 76/Febrero 2015



Poesía en Voz Alta
La Rezadora
César Rito Salinas
 
San Blas Atempa, 2014
César Rito Salinas


Uno

Las niñas locas
dejan de ver la caricatura para
escaparse al campo.
“Aquí antes era una laguna”.
Corren, dicen, ríen.
Las niñas locas de San Blas Atempa,
cuerpo esbelto y peinado rojo en la mollera,
lentes oscuros para el aguacero.
¿Para ver esto dejamos la casa?
En el campo corre un caballo de cartón,
tiene una cola larga, sedosa, noble.
Resopla, los belfos humedecidos
sobre la tierra mojada
por las fuertes lluvias de septiembre




Dos

¿Para esto?
Campo y sol por todas partes,
monte hasta donde topa la mirada.
Moscas bajo la tejavana
del taller mecánico.
Alguien se obstina en representar sobre este campo
la batalla contra la invasión francesa
1866,
septiembre 5.
En el campo son guiados soldados napoleónicos
de papel reciclado.
Azul y rojo.
“Por las barbas de Napoleón”
Ganan los zapotecas
el zafarrancho de combate.
Todo termina con un festejo.
Las niñas locas se marchan entre risas y empujones,
“Vamos a comprar una botella al Oxxo”.




Tres

Un gato negro con blanco
maúlla en el aguacero,
gato niño.
En la calle los chalanes fuman hierba.
Torso desnudo,
caliente.
La niña pasa entre miradas y maullidos.
Quiere fumar,
quiere coger
miau, dice el gato.
Era el aguacero de septiembre,
el mal tiempo puesto en el Golfo de Tehuantepec.
Un segundo gato niño
blanco o rosa
llora en la calle del aguacero
montañas de agua descienden del Cerro del Tigre,
arrastran con todo en el pueblo.
Una mañana el camión lo trituró.
Carne abierta, vísceras azules y punzantes
puestas para las moscas verdes.
Al gato niño lo comieron los perros.
Los chalanes fuman mariguana
en la obra.
Pasa la güerita,
nalga enorme,
cabellos cortados a rape.
A ella le gusta que le miren el culo.
Miau.
Había un tercer gato con los pelos tiesos pintados todo de azul,
Gato nene abandonado en la calle
como tantos nenes en este mundo.
Ella amaba los gatos.
El llanto de los gatos
despierta en las niñas el instinto maternal,
quieren matar al maullador
con las pequeñas manos
como si se tratara de su propio hijo.
“Niñas, ahora vendrá la gata por sus hijos,
les dará de comer lechita tibia”.
Las historias de los gatos huérfanos hace
que niñas se tocan el pecho
en las noches sin luna.
Los chalanes reposan bajo el aguacero,
torso desnudo,
la hierba en la mano.